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¿Somos capaces de detectar frases chequeables en el discurso político?

“¿Qué capacidad tenemos para detectar frases chequeables en el discurso político?”, es la pregunta que impulsó a Chequeado y a la Universidad de San Andrés (UdeSA) a realizar una investigación sobre la habilidad que tenemos de diferenciar, en el discurso público, las afirmaciones que incluyen hechos y datos contrastables de aquellas que no los tienen.

El estudio cobra especial relevancia en un contexto nacional e internacional donde existe una creciente preocupación por la veracidad de la información que circula. En efecto, un reciente estudio de la Universidad de Stanford indica que los estudiantes tienen dificultad para distinguir contenidos falsos de verdaderos. Por ejemplo, el 80% de los estudiantes que formaron parte de la investigación no pudieron distinguir entre publicidades e información real.

En el estudio de Chequeado/Udesa, al considerar la edad, el nivel educativo, la profesión o la simpatía política por el autor del discurso, se intentó determinar cómo estos factores influyen -o no- sobre la habilidad de detectar frases chequeables. Sobre un total de 3.557 voluntarios que respondieron una encuesta realizada en forma online y que se difundió a través de las redes sociales de Chequeado y las de los autores de la investigación -Ariel Merpert, María Victoria Anauati, Melina Furman, Laura Zommer e Inés Taylor-, se obtuvieron las siguientes conclusiones:

  • Los encuestados fueron capaces de distinguir en promedio un 69% del total de las frases que contienen datos chequeables de aquellas que no los tienen en un discurso público. En efecto, el trabajo sugiere que hay “un umbral relativamente alto en la capacidad de estos ciudadanos de identificar frases chequeables”. “Este primer resultado nos sorprendió, porque esperábamos un porcentaje bastante más bajo”, sostuvo Furman, coautora del trabajo. “Pero pareciera que, al menos el público que completó la encuesta, que seguramente esté interesado en temas de política y que siguen a Chequeado, tiene esta capacidad bastante desarrollada, aunque de todas maneras queda terreno por mejorar ya que llegaron a menos de un 70% de respuestas correctas”.
  • Cuanto más joven es el encuestado, mayor es la capacidad de identificar frases contrastables. Por ejemplo, el trabajo indica que “el rango etario ‘menor a 25 años’ presentó un 10% más de respuestas correctas que el rango etario ‘mayor a 66 años’”. Además, los hombres presentaron alrededor de un 2% más de capacidad que las mujeres para diferenciar frases contrastables de las no contrastables. “La observación de que los jóvenes resuelven la tarea mejor que la gente de mayor edad resulta esperanzadora, porque de algún modo nos indica que las nuevas generaciones son capaces de evaluar más efectivamente la calidad del discurso público”, observó Furman, y agregó: “Podríamos incluso conjeturar que la juventud da cierta flexibilidad que a medida que envejecemos vamos perdiendo, en tanto nuestras convicciones son más arraigadas y evaluamos menos objetivamente si lo que nos dicen está basado en información contrastable o se trata de opiniones”.

  • Aquellos que se dedican a la investigación científica tienden a identificar más fácilmente frases chequeables, por ejemplo, entre un 6% más que los artistas, empleados del Estado, empresas o bancos, un 4% más que aquellos que se dedican a un oficio y un 10% más que los jubilados. Asimismo, los que alcanzaron un nivel universitario o superior tienden a identificar en un 3% más las frases chequeables en un discurso. “Aquí no hubo tanta sorpresa – explicó Furman-. Los científicos están entrenados para detectar evidencias detrás de las hipótesis que barajan, y esperábamos que la formación científica también pudiera ser útil en el análisis de un discurso público”.

  • Si se conoce al autor del discurso político, existe un leve sesgo al identificar correctamente las frases chequeables de las que no lo son. En efecto, conocer al autor reduce un 2% las respuestas correctas sobre si una frase es o no contrastable. “Este resultado fue una sorpresa, porque esperábamos que influyera más, especialmente en el contexto de polarización que atraviesa desde hace años la Argentina”, dijo Zommer, otra de las autoras del trabajo. “A la hora de analizar el discurso público es central focalizarse en qué se dice y no en quién lo dice y pensábamos que conocer al autor del discurso llevaría a que quienes no le tenían simpatía se obnubilaran y perdieran, de algún modo, su capacidad de análisis racional”.
  • La cercanía ideológica con el autor del discurso político también influye levemente en la identificación de las frases chequeables. En el caso de los encuestados que analizaron el discurso de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, los simpatizantes macristas tendieron a equivocarse levemente más en distinguir frases chequeables de las que no, mientras que los que se manifestaron más cerca de la ex jefa de Estado no vieron su capacidad de diferenciación afectada al analizar el discurso de Macri o de Fernández de Kirchner.
  • La instrucción directa y el feedback hacia las personas “mejora levemente la capacidad para discernir entre frases chequeables y no chequeables en discursos políticos”, señala el trabajo de investigación. Ariel Merpert, coordinador de Educación de Chequeado, remarcó: “Confirmamos que un entrenamiento muy breve mejora la capacidad de diferenciar entre las frases chequeables y las no chequeables. También aprendimos algo que sospechábamos: nos resulta mucho más difícil diferenciar entre tipos de frases cuando están embebidas en el contexto de un discurso. Pareciera que por separado podemos hacerlo, pero cuando están todas juntas se nos nubla la capacidad de discernir entre unas y otras”.

El informe fue presentado por Furman y Merpert en el encuentro regional de innovación, periodismo y chequeo de datos Latam Chequea. Acá, el video de la exposición:

Para ver más resultados y detalles de la investigación “Chequeando el discurso político: un estudio sobre la capacidad de identificar frases contrastables”, ingresar acá.

La investigación se realizó con el apoyo de Fibertel y Banco Galicia.

Comentarios

  • Fede14 de enero de 2017 a las 12:53 amStanford, sin D (La nota dice Standford)
  • Guille16 de enero de 2017 a las 9:30 pmDel contenido de esta nota entiendo que si soy Kirchnerista y creo que Macri es ladrón y Cristina una santa, tengo 2% más chances de estar en lo correcto que si soy anti-K y creo que la ladrona es Cristina. La verdad no me gusta nada la tendencia que tiene el estudio. Y si hubiera dado para el otro lado, tampoco. No me parece ni un poquito relevante dividir el nivel de acierto entre sectores políticos o dichos de un político u otro. No se menciona nada de los sesgos cognitivos comprobados (bandwagon effect, sesgo de confirmación, sesgo de concenso, etc.), lo que sería más que relevante, y tampoco se menciona el margen de error del análisis (necesario para poner en perspectiva ese 2%). Más importante aún, no menciona cuáles son los videos o dichos elegidos (¿cómo sé si la selección no está de por si sesgada? ¿cómo influye el nivel de actualidad de un tema?) ni mucho menos de dónde salen los encuestados (no es lo mismo buscar farmacéuticos en la UBA que en una farmacia de barrio). Por último, si bien la nota habla de la "chequeabilidad" y no de la "veracidad" de los dichos de los políticos, la diferencia es lo suficientemente sutil como para confundir al más pintado. En definitiva, me parece que este estudio está encarado de la peor manera para forzar las peores conclusiones y no ofrece información útil real.
    • Ariel19 de enero de 2017 a las 11:47 amGuille: es interesante la conclusión que sacás, pero no es el espíritu de la investigación. Lo que queríamos saber es si la posición partidaria influía en la capacidad de diferenciar frases contrastables de otras y en qué medida. En ese sentido encontramos que desprovistos del contexto influyen de hecho bastante poco. Sobre las otras observaciones, están bastante claras en la investigación que está en el link de la nota. Gracias por los comentarios.
  • Guille18 de enero de 2017 a las 6:57 pmQue tarden dos días en aprobar los comentarios negativos es también sospechoso, a sabiendas de que el mayor tráfico del artículo es el día en que aparece y el posterior.

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