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Esta nota tiene más de un año

La relatividad de los números

Todos tenemos un amigo catastrofista que nos manda como mínimo un correo diario en el que se describen los horrores del mundo: focas descuartizadas, desiertos que crecen, inundaciones, ríos contaminados, pájaros atrapados en el mar por olas de petróleo, políticos que se embolsillan la plata de la salud, congresistas con jubilaciones astronómicas, guerrilleros africanos sanguinarios, niños secuestrados, mujeres violadas, niñas a quienes extirpan el clítoris, conspiraciones de los banqueros judíos, etc. En fin, nuestra dosis normal de miserias cotidianas, el pan de cada día, con videos verdaderos, videos mentirosos, idioteces antisemitas, mezclas confusas de realidad y ficción. Denuncias serias al lado de propaganda vulgar, de mentiras bien o mal intencionadas, de patrañas absurdas… De todo.

Uno de los últimos que me llegaron habla de la reforma laboral alemana adelantada por la canciller Merkel. Un comentarista, Antonio Brettschneider, les advierte a los desempleados españoles sobre el horror de la realidad laboral alemana y las catástrofes que les esperan en España si adoptan las reformas propiciadas por Merkel (porque Alemania sigue siendo un país “imperialista”, sostiene). En el video se desmiente el supuesto éxito de las políticas laborales alemanas pues, si bien es cierto que pasaron de 5 a 3 millones de desempleados, y del 12% de desempleo al 7%, estos nuevos trabajos creados son mal pagados, poco seguros y con más horas de trabajo. Si quieren verlo, aquí está.

Una cosa, sin embargo, es ver este video con los ojos de un alemán o de un español y otra cosa es verlo bajo la óptica de un tercermundista colombiano. Todo en esta vida es comparación. De un perro grande decimos que parece un caballo y de un caballo chiquito que parece un perro. Así mismo la terrible Alemania neoliberal que se describe en el video, trasladada a Colombia, sería considerada aquí un régimen populista, el delirio demagógico de un gobierno afín al comunismo o algo así. Veamos.

El horror alemán consiste en haber subido la jornada laboral de 35 horas a 37. Aquí estamos en 48 horas y éstas se consideran diurnas (a partir de la absurda reforma de Uribe) hasta las 10 de la noche. Esto quiere decir que de 6 a 8 a.m., o de 6 a 10 p.m., ya no hay recargo nocturno. Las vacaciones remuneradas de un alemán duran un mes; aquí 15 días. Allá el salario mínimo son 900 euros, más de dos millones de pesos [N. de R.: se refiere a pesos colombianos, serían un poco más de 5 mil pesos argentinos] ; aquí la cuarta parte, 566 mil pesos. Incluso suponiendo que allá la comida cueste el triple (y no es así) las diferencias salariales son abismales.

Sigamos con el subsidio de desempleo. Aquí existen las cesantías. Si uno trabajó diez años, puede esperarse unas cesantías (nuestro subsidio de despido) de diez meses. Un alemán, después de trabajar un año, puede esperarse un subsidio de desempleo de otro año, si lo despiden. Pero hay algo más: si no tienes ningún recurso en Alemania, el Estado te paga el alquiler de un apartamento de 40 metros y la calefacción, más una ayuda de 365 euros mensuales en efectivo. Una miseria, dice el comentarista. Pero ay, si a los indigentes colombianos les dieran la cuarta parte de eso (90 euros, 200 mil pesos) podríamos empezar a pensar que existen la justicia y la compasión.

Esa curiosa idea de que allá están jodidos y aquí estamos bien, cuando se estudian las cifras, es difícil de entender. Como decían los viejos: es más rico el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece. Nosotros, pobres medio enriquecidos, con respecto a Europa, seguimos siendo un pueblo miserable. Que Europa sea mucho más desarrollada que Colombia es descubrir el agua tibia; pero a veces conviene recordárselo, sobre todo a esos europeos que viven en el sueño de la maravillosa América tercermundista. Los países bolivarianos, no se les olvide, están en condiciones incluso peores que las nuestras. Y la horrible Alemania, comparada con Colombia, es una especie de ensueño socialista.

*El autor es escritor y periodista
Fuente: El Espectador – “La terrible Europa y la Gran Colombia” – 06/05/2012

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Comentarios

  • seba22 de mayo de 2012 a las 5:36 pmEs bueno refrescar que a pesar de las tendencias a las que aluden los indices economicos las diferencias reales de capacidad economica y por lo tanto de bienestar son inmensas entre latinoamerica y la eurozona. Pero esos indices hablan de movilidad social ascendente o descendente .
    Un pobre con un poco mas es feliz y un rico se amarga al bajar su nivel social
  • bert10 de abril de 2014 a las 12:21 amLes cuento que luego de vivir más de veinte años en la eurozona. nada se puede comparar entre sí, y mucho menos con cualquier país latinoamericano. Muchas son la distinciones y diferencias que hay. Una sobre todo el nacionalismo, es decir el sentirse pertenecer a una nación allí es muy diferente del sentirse nación aquí. Las historias de los pueblos, que hacen una nación son muy distantes entre sí con latinoamérica. Por último y no es menos, están en el primer mundo; guste o menos a todos. Esto es determinante para todo el resto.

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