Cuando nos referimos a las desinformaciones electorales, el daño potencial puede ir dirigido a un candidato/a, un grupo político o un partido en particular pero, en general, el principal daño es sobre el tejido democrático en general.
Podemos agruparlas en cuatro: las que refieren a denuncias de fraude, las que refieren a personas no habilitadas que supuestamente votan, las que refieren al proceso mismo de votación y falsas declaraciones o falsas propagandas de las y los candidatos.
Las desinformaciones sobre elecciones disminuyen la confianza, o en el sistema, o en el proceso, o en los partidos con un candidato o candidata, y van alejando a la ciudadanía, de la confianza en el sistema democrático.
Las herramientas para chequear un contenido pueden variar según el formato, pero la estrategia es similar: es necesario identificar la fuente original del contenido sospechoso y consultar fuentes oficiales y alternativas, así como ponerlo en contexto.