Argentina
Los jóvenes y la salud mental: ansiedad, depresión y temor por la economía
Ante la pandemia por la COVID-19 y las medidas de aislamiento para evitar los contagios, los jóvenes argentinos se muestran preocupados por la economía personal y la salud mental. Además, muchas personas con trastornos de alimentación retrocedieron en sus conductas. El Gobierno nacional, por su parte, sólo ejecutó el 45% de la partida presupuestal para el Apoyo y Promoción de la Salud Mental prevista, revelando que velar por la salud mental de la población no fue su prioridad durante la pandemia.
7 de Diciembre 2020 • Lectura 14 min
Belén Mogno tiene 28 años, vive en la Ciudad de Buenos Aires y tiene un trabajo informal. La pandemia de la COVID-19 llegó mientras hacía el duelo por la muerte de su madre; y dice que eso, más la búsqueda sin éxito de un trabajo formal la llevaron a "bajonazos de angustia muy profunda, preocupación" y muchas noches sin dormir.
Federico, quien prefirió no ser citado con su nombre completo, tiene 23 años, estudia en la universidad y su familia tiene un emprendimiento que “está muy mal”. Para él, la llegada de la pandemia fue “muy angustiante, porque no se puede planificar”.
Las medidas de aislamiento también fueron un desafío. “Al estar tanto tiempo encerrado, empecé a tener miedo a ser invisible; empecé a sentir que necesitaba participar más del mundo, por decirlo de alguna manera”, agregó.
Sebastián Galceran tiene 26 años y es de Río Gallegos. Vino a la Ciudad de Buenos Aires para estudiar Medicina y también trabaja en un supermercado. Como su trabajo es considerado "esencial", no pudo hacer home office. "Tener que ir a trabajar todos los días y salir en esta situación; ver que la gente no cumplía con las cosas... se me complicó", recordó.
Al principio de la cuarentena vivía con sus hermanas pero como una de ellas tiene una enfermedad crónica y estaba inmunodeprimida, no quiso correr el riesgo de contagiarla y se mudó al departamento que unos amigos habían dejado. "Ahí la sensación de soledad y depresión fue demasiada y me afectó bastante", recordó. Fue a partir de ese momento que pidió ayuda psicológica.
Belén, Federico y Sebastián participaron del proyecto Activamente, junto a especialistas en salud mental, periodistas y los equipos de Mutante en Colombia; Chequeado en Argentina; GK en Ecuador y el Centro Latinoamericano de Periodismo de Investigación (CLIP). El objetivo fue indagar juntos cómo las medidas de aislamiento dictadas para la prevención del contagio de la COVID-19 afectaron la salud mental de los jóvenes en estos países.
Ellos no están solos y los suyos no son casos aislados. Los niveles de ansiedad, depresión y pérdida del sentido de la vida durante la cuarentena son más altos entre los más jóvenes, en especial entre las personas que tienen entre 18 y 29 años, encontró un estudio realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El informe, basado en encuestas a habitantes de las principales ciudades del país, también destaca que “los más jóvenes presentan una preocupación más alta por la economía personal y la salud mental, a diferencia de los adultos mayores que se sienten más preocupados por su salud física”. Las preocupaciones de los jóvenes, además, aumentan “a medida que se baja en la pirámide social”.
Los jóvenes temen que, por el impacto económico de la pandemia, se reduzcan sus ingresos, que escasee el trabajo en la profesión u oficio que ejercían antes de la pandemia, o que puedan perder el empleo actual.
Gustavo González es doctor en Psicología y dirige el citado Observatorio, que fue siguiendo paso a paso el impacto de la pandemia y las medidas de aislamiento en la salud mental. "La gente más joven que está en una edad económicamente activa, está buscando su primer empleo o tiene estrés de perderlo. Tiene un sufrimiento más alto porque sus estresores son económicos y sociales", explicó. "A la vez, transgreden más las reglas o se cuidan menos porque tienen mayor necesidad de contacto con sus pares y se perciben como no tan vulnerables".
El 3 de marzo último se confirmó el primer caso del nuevo coronavirus en la Argentina; y poco más de dos semanas después se dictó el “Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio” (ASPO) para evitar la propagación del virus. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, que incluye a la Ciudad y 40 municipios de la Provincia de Buenos Aires, el ASPO se abandonó formalmente recién el 7 de noviembre último, después de 233 días y varias aperturas parciales previas.
Antes de la llegada de la COVID-19, la falta de empleo ya afectaba más a los jóvenes que a los adultos, pero esta tendencia se intensificó durante la pandemia. Al segundo trimestre de 2020, la tasa de desocupación aumentó más en las mujeres entre 14 y 29 años, y subió más de 5 puntos porcentuales en relación al mismo periodo del año anterior (23,4% al 28,5%). Lo siguen los varones de la misma edad, para quienes la tasa subió más de 4 puntos porcentuales (18,6% al 22,7%), de acuerdo con los últimos datos publicados por el INDEC. En la población general, la tasa de desocupación es del 13,1% y aumentó 2,5 puntos porcentuales en relación al mismo periodo del año anterior.
El impacto en la alimentación y sus trastornos
"La ansiedad se ve reflejada en distintos aspectos, como trastornos de sueño, aumento en el consumo de alcohol o la automedicación, entre otros", dijo González.
La alimentación es otra vía por donde se canaliza esa angustia. "Mi apetito se ha visto muy afectado. Hay días en los que tomo sólo mate cocido porque no me pasa más nada. Hay días en los que estuve full comiendo, (...) puros dulces. Mi alimentación está todo mal", nos contó Daniel y agregó: "Estoy teniendo como crisis por lo económico. No perdí el empleo y mi empresa no está en riesgo así que no sé por qué me agarran esas crisis. Yo soy inmigrante y estoy prácticamente solo en este país".
Un estudio realizado por las investigadoras del CONICET María Marta Andreatta y Daniela Defagó sobre los cambios en los hábitos alimentarios durante la cuarentena identificó que más de la mitad de los encuestados dijeron comer “por ansiedad o estrés”. Además, el informe registró “un aumento en la cantidad de alimentos desaconsejados como harinas, golosinas, gaseosas y alcohol; y una reducción en el consumo de frutas y verduras”.
Además, el riesgo sanitario y el encierro empeoró la situación de personas que de por sí tenían trastornos alimentarios desde antes. "El encierro rompe la rutina que organiza y también se usa para compensar. Va en contra de estrategias de compensación/negación/reforzamiento, tanto para los que viven solos como en familia. No pueden salir a hacer ejercicio 'para compensar' o no pueden decir que ya comieron afuera para saltarse una comida, o no pueden escaparse para purgar", explicó Sebastián Soneira, doctor en Psiquiatría y responsable de la sección de Trastornos Alimentarios y Psiquiatría Nutricional del Servicio de Psiquiatría de Fleni.
Ana Laura Cascu es doctora nutricionista y miembro del grupo "fármacos y nutrición" de la Sociedad Argentina de Nutrición. En su consultorio notó que "personas que estaban en tratamiento, en otra fase de la enfermedad, tuvieron un retroceso".
Cascu identifica que es más común en los adolescentes la anorexia y la bulimia y advierte que en los últimos meses los jóvenes "dejaron de tener su pilar social" y ello agravó las patologías. "No tienen actividades que los despejen del eje de su problemática, que es el foco puesto en el cuerpo, me dicen que 'no tienen otra cosa que hacer' y están encerrados mirándose al espejo", agregó la especialista.
En el caso de los adultos, en cambio, Cascu reconoce problemas como trastornos por atracón y el síndrome del comedor nocturno. Este último, "que implica levantarse a comer a la noche, está aparejado con trastornos del sueño, que también se intensificaron durante la cuarentena", agregó.
En paralelo, en los primeros ocho meses del año, la compra de la categoría "alimentos anti-obesidad" aumentó un 235% en relación con el mismo periodo del año anterior, de acuerdo con datos del Observatorio de Salud, medicamentos y sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina.
Los productos más vendidos de la categoría son Quelat y Satial Food. Ambos son recomendados por distintas celebridades en programas de televisión de aire y en redes sociales.
"Son suplementos que no tienen evidencia científica como tratamientos contra la obesidad y el sobrepeso", señaló Cascu. Soneira, por su parte, coincide en la falta de efectividad comprobada y señala: "Puede ser nocivo en pacientes con problemas de peso que buscan soluciones mágicas y que después se defraudan y creen que no tienen solución".
Cómo pedir ayuda
El Ministerio de Salud de la Nación "fortaleció el funcionamiento de la guardia de salud mental", según respondió la cartera a un pedido de acceso a la información realizado por Chequeado el 24 de septiembre último. Se trata de la línea telefónica Acompañar Salud Mental (0800 222 1002 opción 6), "con 10 líneas rotativas divididas en dos turnos de horarios" y que es "atendida por profesionales de la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, entrenados y formados especialmente para prestar primera ayuda psicológica", de acuerdo con la respuesta oficial.
El 0800 del Ministerio existe desde antes de la llegada del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 a nuestro país, y atiende distintos tipos de consultas. La opción 6 antes se destinaba a consultas para "problemas con el consumo de alcohol", como refleja esta captura del sitio oficial de junio último.
En agosto último, la línea telefónica nacional recibió 286 consultas y realizó seguimiento de 231 casos; por su parte, en septiembre último las consultas fueron 387 y los casos seguidos fueron 127; de acuerdo con los últimos datos que recibió Chequeado a través del pedido de acceso a la información pública.
Esto significa que, teniendo en cuenta los días de atención al público (lunes a sábado), se atendieron en promedio como máximo 15 consultas por día, un número muy bajo. En ambos meses, un número considerable de estas consultas se debieron a "dificultades de accesibilidad al sistema de salud" (25% en agosto y 14% en septiembre).
En respuesta a otro pedido de acceso a la información, el ministerio informó que en julio último se incluyó el componente salud mental en el operativo Detectar de testeos de Coronavirus en el territorio y que "alcanzaron" a 1928 personas del Área Metropolitana de Buenos Aires (1274 vecinos y 654 trabajadores de salud).
También indicaron que se creó una "mesa de trabajo" con asociaciones profesionales. Según informó a este medio Claudia Borensztejn, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), que participó de esta invitación, se trata de un grupo de WhatsApp llamado "Salud mental unida" en la que además de las asociaciones participan personas a cargo de establecimientos de salud y direcciones de salud mental de todo el país.
Borensztejn consideró que la propuesta fue muy útil porque las partes se pudieron asesorar y organizar derivaciones; y aclaró que no se les pidieron recomendaciones de políticas públicas. La especialista agregó que el grupo también le ayudó a dar respuestas específicas a algunas de las casi 2 mil personas que han asistido a través de la línea telefónica de asistencia que dispusieron en APA desde abril último. También informó que están derivando información estadística de esas consultas a la cartera de Salud nacional.
Los mismos pedidos de acceso a la información que se hicieron para el Estado nacional se replicaron en la Ciudad de Buenos Aires; las consultas sobre el funcionamiento y los datos de la línea telefónica de atención a la salud mental porteña fue prorrogada más allá de los plazos legales previstos. Chequeado reenvió además la misma consulta al área de Prensa del Ministerio de Salud porteño, pero tampoco recibió una respuesta.
En relación a la estrategia del gobierno nacional para el cuidado de la salud mental, González consideró que "le faltó el concepto integral de salud, nadie hablaba del problema que estaban ocasionando las medidas de confinamiento" y añadió que en los primeros meses de aislamiento en la Argentina ya se conocían estudios académicos de países europeos -como estos publicados en abril y mayo últimos- que alertaban sobre el impacto de la pandemia y las cuarentenas en la salud mental de la población, y la necesidad de que los gobiernos tomaran medidas al respecto.
"Recién después de 100 días de cuarentena se incorporó a psicólogos al equipo de asesores, se subestimó el impacto", agregó el director del Observatorio de Psicología Social Aplicada.
Los recursos
El primer caso de COVID-19 fue identificado en la Argentina menos de 3 meses después de la llegada de Alberto Fernández a la Presidencia. El cambio de gobierno nacional se vio reflejado también por la falta de un presupuesto para 2020: el proyecto enviado al Congreso Nacional por Mauricio Macri no fue aprobado y Fernández anunció que no enviaría uno nuevo.
Por eso, se replicó el presupuesto de 2019 y también se usó la competencia del Jefe de Gabinete para reasignar partidas presupuestarias. En ese contexto, el presupuesto total del Ministerio de Salud de la Nación pasó de más de 73 mil millones de pesos a más de 169 mil millones; y a mediados de noviembre ya había ejecutado un 77%.
Sin embargo, el comportamiento de la actividad "Apoyo y Promoción de la Salud Mental" fue inverso. La actividad, que incluye, entre otras acciones, capacitaciones e intervención comunitaria destinada a grupos de riesgo, pasó de un presupuesto de 52,5 millones de pesos a 27 millones y hasta el momento se ejecutaron 12,3 millones (45%).
Chequeado pidió específicamente a la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones y al área de Prensa del Ministerio una explicación de los cambios, pero no recibió una respuesta.
Un análisis de Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) señala que según la ley de Salud Mental, sancionada en 2010, el Estado nacional debe destinar el 10% del gasto total de salud a salud mental. Sin embargo, este presupuesto - que además de la actividad anterior incluye presupuesto de dos hospitales nacionales y el Sedronar- se mantuvo constante con una tendencia a la baja en los últimos años, con un máximo del 2% de los recursos.
El cuidado de los que curan
En los primeros días de la cuarentena, el Ministerio de Salud de la Nación lanzó una convocatoria para reforzar los equipos sanitarios de distintas jurisdicciones. Ezequiel Jungberg es uno de los que se anotó: tiene 28 años y estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). En septiembre último rindió el examen de residencia y ahora está trabajando en Jujuy. Hace unos meses, también trabajó en uno de los hoteles que el Gobierno de la Ciudad dispuso para que personas con casos leves de COVID-19 puedan ser atendidas en aislamiento.
"El 50, 60% de los que trabajábamos ahí estábamos en la misma situación y cuando teníamos tiempo libre estudiábamos juntos", relató.
Victoria, quien prefirió no ser citada con su nombre completo, tiene 27 años y también estudió Medicina en la UBA. Cuando llegó la pandemia, ella estaba haciendo su primer año de residencia en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. "Además de la sobrecarga de trabajo, todos estábamos estresados; preocupados de no contagiar a nuestros familiares. La carga emocional fue muy fuerte y con el tiempo se hizo peor", detalló.
Hace unos meses estuvo en licencia por estrés, algo que considera que en general es difícil de conseguir y este año tuvo requisitos más estrictos. "Necesitaba estar supervisada porque me equivocaba en cosas simples. Siempre trabajábamos de a dos, pero mi compañera tuvo COVID", relató.
En cuanto al cuidado de la salud mental de los trabajadores de la Salud, Victoria señaló que en abril último en el hospital en donde trabaja les repartieron una lista con números de teléfono de psiquiatras y psicólogos de turno. "Yo llamé un domingo y estuve hablando como una hora y media, no tuve problema", agregó.
María Cristina Richaud es investigadora superior del CONICET y junto a otros profesionales está estudiando el impacto de la pandemia en la salud mental de los profesionales de la salud en la Argentina.
A través de múltiples encuestas, identificó que el temor a contagiarse y contagiar a la familia es uno de los factores que generan más estrés en los trabajadores. "También identificamos un empeoramiento del ambiente laboral, un aumento en la violencia intra-institucional que se ve reflejada en malos tratos o cambios en las secciones en las que se trabaja", explicó a este medio Richaud.
A medida que se extendía la duración de la pandemia y del aislamiento, la situación empeoró. La especialista indicó que "se vio un aumento de la depresión, la ansiedad y la irritabilidad; y un alto porcentaje de trastornos de sueño", que aumenta los riesgos para los trabajadores de la salud y para sus pacientes.
"El estrés, más los trastornos en el sueño, empeoran la atención a los pacientes, bajan los cuidados preventivos y bajan las defensas, por lo que es más probable que el personal de salud se enferme", explicó.
Richaud advierte la falta de contención psicológica especializada para los trabajadores de salud, a la que -señala- muy pocos acceden. "Sabemos que en el malestar influye más el tiempo que la exposición directa a la enfermedad. Después de la pandemia, las personas siguen estresadas. Si no se trabaja, no se mejora y se puede hacer crónica", agregó.
El gobierno nacional lanzó el programa Acompañar Salud Mental - Equipos de Salud para dar atención terapéutica a los trabajadores en contacto con la pandemia. Según indicaron a este medio, en respuesta al pedido de información, en julio último recibieron la primera solicitud de acompañamiento al equipo de un hospital, "a raíz del fallecimiento del Jefe de Terapia Intensiva y el impacto en la salud mental de los trabajadores y trabajadoras".
Desde entonces, intervinieron en 6 hospitales en todo el país: el Hospital Perrando de Chaco; el Hospital Nacional en Red de Alta Complejidad “El Cruce” Dr. Néstor Kirchner y el Hospital Nacional de Alta Complejidad (SAMIC) “Cuenca Alta”, Dr. Néstor Carlos Kirchner, ambos en la Provincia de Buenos Aires; el Hospital “San Roque” de Jujuy; el Hospital López Lima, de Río Negro, y el Hospital Rawson, San Juan.
Entre otras iniciativas de capacitación online, la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones también participa de la Red Nacional universitaria "Cuidar a quienes cuidan", impulsada por la Universidad Nacional de Villa María (Córdoba), "a través de la cual se sistematiza y facilita el acceso a información y servicios para la contención" de los trabajadores de la salud, según se informa en su sitio.
Este medio le preguntó a las autoridades la cantidad de personas que accedieron a estos servicios, pero no recibió respuesta. Entre los videos que están subidos a la plataforma, el que fue más visto fue reproducido más de 19 mil veces, de acuerdo con información pública de Youtube.
Por su parte, en su sitio web, el Gobierno de la Ciudad puso a disposición diversos recursos para el "cuidado emocional". Allí se invita a espacios de escucha y meditación "grupales y virtuales" a través de Zoom. Chequeado no pudo acceder a información sobre la cantidad de encuentros realizados y de participantes. En el sitio también se comparten videos con rutinas de relajación y meditación. De acuerdo con información pública de Youtube, el video de esta serie más visto tuvo menos de 500 reproducciones.
El valor de los vínculos
En junio último, UNICEF junto con la Fundación INECO y el Gobierno de la Ciudad hicieron una encuesta para conocer las "inquietudes, sensaciones y expectativas de los jóvenes" de entre 13 y 20 años.
Entre los resultados se destaca que sólo un 14% consideró que sus opiniones sobre las medidas de prevención son tenidas en cuenta por las autoridades gubernamentales; un 36% dijo no estar seguro de ser escuchado; y para el 50% restante, su posición no es atendida a la hora de tomar decisiones de gobierno como la implementación de cuarentenas.
Ante la consulta de este medio, desde el Instituto Nacional de Juventudes (INJUVE) y la Dirección General de Políticas de Juventud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires explicaron que durante la cuarentena buscaron llevarles a los jóvenes información confiable sobre la COVID-19 y las medidas de prevención; y también crearon espacios virtuales en donde ellos se puedan expresar.
Desde el INJUVE, señalaron que usaron Instagram como principal canal, a través de las cuentas @injuvearg y la del programa "Hablemos de Todo" (@hablemosdetodook), donde se crearon charlas en vivo. “También continuó la implementación del chat online del programa “Hablemos de todo”, a cargo de un equipo interdisciplinario especializado, donde las juventudes tienen la posibilidad de plantear dudas específicas sobre diferentes temáticas claves que las atraviesan y las interpelan”, agregaron desde el área de Comunicación del organismo.
Por su parte, desde la Ciudad de Buenos Aires informaron que en agosto último se creó un espacio de encuentro que duró tres días y del que participaron 1270 jóvenes, en alianza con Unicef Argentina y la Fundación INDECO.
"El Comité organizador -también formado por 30 jóvenes- propuso tópicos diversos para conversar entre pares. Desde las expectativas, los miedos o las sensaciones en tiempos de pandemia, hasta la relación con las familias, los amigos y las parejas. Desde los planes para el futuro, la vuelta a la escuela o la facultad a las militancias por las cuestiones que los convocan. Las cuestiones vinculadas al estrés, la incertidumbre, el malestar emocional, la ansiedad, la imposibilidad de desarrollarse en sus actividades cotidianas, la necesidad de ser escuchados y de ordenar el sueño", señaló a este medio Tomás Mestre Olmedo, a cargo de la Dirección.
Para José Nesis, que es médico psiquiatra y psicólogo, "en términos generales, los jóvenes están en un momento de su vida en que tienen proyectos que tienen que ver con la construcción de autonomía de su propia vida; y si estos son interrumpidos, si tienen una pausa súbita como la de los últimos meses, es de esperar que el impacto emocional sea mayor".
El especialista considera que todavía es pronto para saber qué “marcas” va a dejar esta experiencia porque "para analizar lo que está pasando ahora estamos usando categorías pre-pandemia". "En el futuro vamos a entender mejor lo que ocurrió", agregó.
Ante los desafíos que siguen en pie -"porque todavía no se terminó", aclara Nesis-, recomienda "tratar de privilegiar los lazos".
"Es importante mantener vigentes esos vínculos que antes eran automáticos, porque veías a tus compañeros de trabajo o de estudio, saludabas a vecinos, etcétera. Hay que reconstruir con acciones prácticas como mandar mensajes, llamar por teléfono o encontrarse tomando las medidas de protección", recomendó.
En síntesis, frente a la pandemia los jóvenes tuvieron niveles de ansiedad y depresión mayores a los de personas de otras edades. Su preocupación fue principalmente el impacto en su economía personal y en su salud mental. Frente a esta situación, el gobierno nacional “fortaleció” una línea telefónica de atención a la salud mental que recibió como máximo 15 llamadas diarias, de acuerdo con información a la que accedió Chequeado. Además, el presupuesto de “apoyo y promoción de la salud mental” se redujo y sub ejecutó, revelando que velar por la salud mental de la población no fue su prioridad durante la pandemia. La Ciudad, por su parte, no respondió a los pedidos de acceso a la información y a las consultas de prensa sobre su propia línea telefónica.
Martín Sánchez, 18 años, Buenos Aires
“Hay días que me cambia repentinamente el humor. También a veces siento dolores de cabezas heavies. También tuve ataque de ansiedad. Como si estuviera pasando algo muy malo cerca tuyo, pero no está pasando nada. Una sensación de mucho miedo como irracional, fuera de lo que se puede entender”.
Malena, 21 años, Buenos Aires
“Lo que me afectó es estar tanto tiempo con las pantallas al trabajar de manera remota, al estudiar y en mis momentos de ocio. Sentía que toda mi vida iba por el mundo virtual y sentía que no vivía la vida normal como una persona. Eso me generó ansiedad. Sensación de soledad e incertidumbre. Fue mejorando ahora que está todo más liberado. También me hace dudar sobre lo que estoy haciendo, mi camino”.
Nahiara Fernández, 19 años, Buenos Aires
“Todo lo que es la virtualidad agota mucho el cerebro. El hecho de que no haya una división entre el estudio, el trabajo y la vida en casa. Con todo lo que tiene que ver trastorno de sueño, desde el primer día no estoy durmiendo bien ni nada. Se aguanta con amigos o haciendo cosas creativas. Lo positivo es que conocí mucha gente on line que no hubiese conocido de otra forma”.