Del mito al miedo: las falsas creencias que amenazan la confianza en las vacunas

- Cada año, entre 3 y 5 millones de muertes se evitan en América Latina gracias a las vacunas. Sin embargo, más de 1,4 millones de niños y niñas no recibieron ninguna dosis en 2024, lo que contribuye a brotes de enfermedades como el sarampión.
- La desinformación, los rumores y las percepciones erróneas sobre las vacunas plantean una amenaza no solo para la aceptación de las vacunas, sino también para la confianza de la población en el programa de inmunización.
- En esta nota, 5 de los mitos más frecuentes sobre las vacunas y qué pasa en la realidad, según los especialistas consultados por Chequeado.
Cada año, entre 3 y 5 millones de muertes se evitan en América Latina gracias a las vacunas. Sin embargo, más de 1,4 millones de niños y niñas en la región no recibieron ni una sola dosis de las vacunas de rutina en 2024, según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef de la Cobertura Nacional de Inmunización (WUENIC, por sus siglas en inglés).
Además, en lo que va del año, en la región se confirmaron 10.139 casos de sarampión y 18 muertes relacionadas. Estos brotes son consecuencia del gran número de niños y niñas sin vacunarse o insuficientemente vacunados contra el sarampión.
En Argentina, se requiere que la cobertura de la vacuna triple viral, por ejemplo, se mantenga por encima del 95% para evitar la reintroducción del virus, pero ninguna provincia llega a ese nivel de protección en 2023, según datos oficiales analizados por Chequeado.
Las causas detrás de la caída de las tasa de vacunación responden a múltiples factores. Existe diferencia entre el rechazo de las vacunas (cuando alguien rechaza por completo la vacunación) y la reticencia a la vacunación (cuando alguien puede cuestionar o tener dudas sobre la vacunación). El lugar en el que se sitúan las personas en este espectro depende de muchos factores como la vacuna en cuestión, el momento y a quién está dirigida la vacuna.
“Así como los seres humanos somos terriblemente complejos, las razones que llevan a una persona a vacunarse o no también son complejas”, señaló a Chequeado Martha Velandia, asesora regional en Inmunizaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Y agregó: “La decisión de vacunarse empieza en los pensamientos y sentimientos. Luego está relacionada a los procesos sociales del entorno —qué opina la familia, el presidente, un profesor o líder religioso—. En tercer lugar está la motivación interna, que es la intención de la persona. Y finalmente están los aspectos prácticos, por ejemplo, si el centro de salud está cerrado, no hay insumos o no es buena la calidad de atención”.
La reticencia también puede responder a las creencias negativas basadas en mitos. Según la OPS, la desinformación y la información falsa, los rumores y las percepciones erróneas sobre las vacunas plantean una amenaza no solo para la aceptación de las vacunas, sino también para la confianza de la población en el programa de inmunización.
Los 5 mitos más frecuentes sobre las vacunas y qué dicen los expertos
- Ninguna de las vacunas autorizadas utiliza grafeno
Uno de los mitos que circula en redes sociales relacionado a componentes de las vacunas, principalmente tras la pandemia de COVID-19, es que tienen grafeno. “Se trata de un compuesto derivado del grafito que tiene carbono y que podría ser útil para darle estabilidad a las vacunas, pero hoy día no se utiliza”, puntualizó a Chequeado Elizabeth Patricia Bogdanowicz, médica pediatra y miembro del Consejo Directivo de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
En la misma línea, la médica especialista en medicina familiar, miembro de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) y jefa del programa de inmunizaciones de Mendoza, Iris Aguilar, explicó: “El grafeno es un nanomaterial que no forma parte de ninguna vacuna; tampoco el óxido de grafeno, aunque es un material que tiene una potencialidad enorme en el desarrollo de nuevas tecnologías y de la farmacéutica”.
Por su parte, la pediatra y miembro de la Subcomisión de Epidemiología de la SAP, María del Valle Juárez, agregó: “Las vacunas autorizadas no contienen grafeno, como se puede ver en los prospectos. Existe investigación experimental (principalmente preclínica) que evalúa el óxido de grafeno como adyuvante —una sustancia que hace que la respuesta a la inoculación sea más potente, más sólida y con mayor duración—, pero no está aprobado en vacunas humanas. Si algún día se usara, tendría que pasar por ensayos clínicos y declararse en la ficha técnica”.
- Los componentes de las vacunas son seguros y están regulados internacionalmente
Aunque algunos de los ingredientes en las etiquetas de las vacunas “pueden verse intimidantes”, se trata de elementos que usualmente se encuentran naturalmente en el cuerpo, en la comida y en el ambiente, aclaró OPS. Las cantidades utilizadas son bajas, sumado a que “se prueban y pasan por ensayos científicos rigurosos y largos, así como procesos de certificación con la OMS y organismos nacionales de reglamentación para garantizar que sean seguras y eficaces”, aseguró la agencia.
Otro de los elementos señalados como “tóxicos” es el aluminio, un metal ligero presente en el ambiente cuya principal vía de exposición de las personas es por consumo de alimentos y bebidas. Aguilar precisó que este metal “se utiliza en cantidades pequeñas en algunas vacunas en formato de sales, como hidróxido de aluminio o fosfato de aluminio, para formar uno de los adyuvantes más viejos que se conocen. Distintas entidades regulatorias estudiaron su perfil de seguridad y demostraron que es más que adecuado”.
Otro conservante que se utiliza en determinadas vacunas es el timerosal, que se añade a algunos viales multidosis para que no se contaminen con gérmenes cada vez que se extrae una dosis. El tiomersal contiene etilmercurio, un tipo de mercurio que se elimina rápidamente del organismo. “Este conservante se ha utilizado de forma segura durante décadas, y se han realizado estudios en muchos países en los que no se han encontrado pruebas de efectos nocivos. Tampoco existe ninguna relación entre el timerosal y el autismo”, aseguró la OMS.
- Las vacunas no causan autismo
Una investigación publicada en una revista científica en 1998 afirmó que la vacuna contra el sarampión tenía, entre sus efectos secundarios, una mayor probabilidad de tener trastorno del espectro autista. “Con el tiempo se vio que era un estudio carente de rigor académico y ético, realizado en solo 12 pacientes, de los cuales algunos ya tenían el diagnóstico previo a la inmunización. Además, hubo conflictos de interés muy serios de parte del autor”, narró Aguilar.
De hecho, en 2010 la revista se retractó y pidió disculpas a la comunidad científica académica internacional por haberlo publicado. “Lamentablemente, el daño ya estaba hecho y hasta el día de hoy sigue haciéndolo, porque es uno de los caballitos de batalla de los mensajes antivacunas”, expresó la especialista.
Una de las evidencias más importantes en contra de la asociación entre las vacunas y el autismo es una investigación desarrollada en Dinamarca a más de 650 mil niños, que no encontró ningún tipo de relación.
La evidencia científica disponible indica que la causa del autismo está relacionada a múltiples factores, entre ellos factores genéticos y ambientales. Ni la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola ni otras vacunas infantiles aumentan el riesgo de autismo, aseguró la OPS.
- Una buena higiene no reemplaza las vacunas
Si bien una buena higiene, como el lavado de manos y el consumo de agua segura, pueden proteger de enfermedades infecciosas, muchas otras se propagan de otras formas, independientemente de lo limpia que sea una persona o su entorno, de acuerdo a la OPS.
“Con el lavado de manos se eliminan gérmenes de la superficie de la piel y disminuye el riesgo de ingreso de virus y bacterias por ojos, boca o fosas nasales. Es una primera barrera, pero inespecífica. Las vacunas sí generan, potencian o estimulan a que el sistema inmune genere anticuerpos contra determinadas enfermedades de manera específica”, sostuvo Aguilar para quien se trata de “estrategias complementarias, no excluyentes”.
Un caso para el que no funciona la barrera de la higiene es el sarampión, que se transmite por el aire, por lo que “ni el agua potable ni el alcantarillado adecuado ni toda la higiene frenan su contagiosidad”, ejemplificó Juárez.
- La inmunidad natural no supera a la que dan las vacunas
Las vacunas generan en el cuerpo una reacción similar a la de la infección natural, pero sin que la persona llegue a enfermarse, explicó el Ministerio de Salud de la Nación.
“Hay enfermedades que pueden tener consecuencias graves tanto en niños como en adultos. Las personas no vacunadas quedan muy expuestas a esos riesgos. Por ejemplo, el sarampión, las paperas y la rubéola pueden llevar a la neumonía, la encefalitis, la ceguera, el síndrome de rubéola congénita e incluso a la muerte”, enumeró el organismo oficial.
Bogdanowicz aseguró: “Si esperamos a que muchas personas en una comunidad se enfermen para lograr tener inmunidad de rebaño, va a tardar mucho tiempo y va a poner en riesgo a muchos. La vacuna da una protección más rápida”.
Juarez ejemplificó que, antes de la vacuna, el sarampión provocaba la hospitalización de decenas de miles y causaba entre 400 a 500 muertes por año sólo en Estados Unidos. “Sin vacuna, 1 de cada 200 infecciones por el virus de la poliomielitis termina en parálisis irreversible, entre ellos el 5 al 10% mueren por fallo respiratorio. La enfermedad por meningococo sin vacuna tiene riesgo de meningitis y sepsis fulminante, y entre el 10 al 15% mueren (incluso con antibióticos)”.
Las vacunas son víctimas de su propio éxito
Uno de los factores detrás de la caída de las tasas de vacunación es la disminución de la percepción del riesgo ante ciertas enfermedades eliminadas en el país gracias a la aplicación de las vacunas.
“Las vacunas son víctima de su propio éxito. Como la gente ya no percibe ciertas enfermedades considera que no existen. Es lo que está pasando con el sarampión en varios países, hasta reportamos muertes por esa causa, lo que no pasaba hace mucho tiempo en nuestra región”, expresó Velandia.
El sarampión en las Américas se había eliminado en 2016. Luego, en 2019, se perdió esa certificación porque comenzó a circular nuevamente y se logró recertificar en 2024. Ahora hay una alta circulación en otras partes del mundo, por lo que se generan constantes importaciones de casos. De hecho, 10 países de la región, entre ellos Argentina, reportaron brotes en 2025.
Según Aguilar, “la única enfermedad erradicada en su totalidad de la Tierra es la viruela. Todo lo demás existe en alguna parte del mundo, incluida la polio (en Afganistán y en Pakistán). Por lo tanto, en la medida en que las coberturas de vacunación disminuyan, vamos a volver a ver estas infecciones”.
Para Velandia muchas desinformaciones acerca de las vacunas interpelan a las personas desde el miedo. “El miedo es una emoción protectora, pero otras personas pueden apelar al miedo para aprovecharse”. Del otro lado del miedo, “la ciencia nos propone pensar, discernir”.
Mantener altas las tasas de vacunación no solo protege a quienes se vacunan, sino también a quienes no pueden hacerlo por razones médicas. Para los especialistas, las vacunas siguen siendo la mejor defensa frente a enfermedades que, aunque hoy parezcan lejanas, pueden regresar si bajamos la guardia.
Si querés saber más sobre cómo identificar la desinformación sobre vacunas y responder a ella de manera eficaz, podés encontrar acá 6 nuevas guías de la OPS adaptadas a diferentes profesionales.
Esta nota forma parte del proyecto “Vacunas: evidencia para más confianza” de Chequeado en alianza con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Fecha de publicación original: 25/09/2025
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