Aborto: ¿qué dice la ciencia sobre su legalización?
- Las consecuencias negativas del aborto dependen de su carácter ilegal e inseguro, y no de la interrupción del embarazo en sí misma.
- Además, cuando los abortos se producen en un marco regulado disminuye la cantidad de embarazos no deseados y de abortos; y el costo fiscal derivado de interrumpir esos embarazos.
- Cuando la práctica se da en estas condiciones no se producen o se minimizan las consecuencias físicas y psicológicas derivadas, que se pueden atribuir más al carácter no deseado de la concepción que a su interrupción.
En el debate previo a la media sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), pudimos escuchar a 160 diputados y diputadas exponiendo sus argumentos a favor o en contra de la propuesta. Escuchamos datos y opiniones muy diferentes acerca de la cantidad de abortos que hay en la Argentina, de sus métodos, de sus efectos sociales, económicos, biológicos y psicológicos.
Como a veces resulta difícil acceder a información confiable y de calidad, especialmente cuando hay tanta y tanta desinformación, hoy te traemos algunos datos científicos acerca del aborto.
Algunas cifras clave para entender el fenómeno
Es difícil medir la cantidad de abortos que se hacen cada año en la Argentina. Esto se debe a que todavía es ilegal en la mayoría de los casos, y a que cada provincia tiene sus propias cifras, y no siempre están disponibles.
Un informe reciente de las ONG Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), Red de Acceso al Aborto Seguro (Redaas) y el Centro de Estudio de Estado y Sociedad (CEDES) recopiló fuentes oficiales y estimaciones que muestran que, en nuestro país, durante 2019 se realizaron al menos 17.907 abortos legales, es decir, amparados por los protocolos que se usan frente a un caso de violación, peligro para la vida o para la salud de la persona gestante.
Para saber cuántos abortos se realizan de manera clandestina, en cambio, es necesario hacer estimaciones basadas en datos indirectos. Un estudio de las investigadoras Silvia Mario y Edith Pantelides realizó en 2005 esas estimaciones: si se toma la cantidad de personas internadas por complicaciones derivadas o atribuibles a un aborto, se estiman entre 372 mil y 447 mil por año; si se calcula la diferencia entre la cantidad de nacimientos esperables teóricamente y la cantidad de nacimientos efectivos, el resultado es de entre 486 mil y 522 mil embarazos interrumpidos anualmente. Los datos oficiales más actuales son de 2017, e indican que en ese año hubo 38.599 internaciones por complicaciones derivadas de un aborto, aunque no es posible saber cuántos de esos casos fueron inducidos o espontáneos.
Entre 2016 y 2018, según el estudio de ELA, Redaas y CEDES, 65 mujeres murieron por complicaciones vinculadas a un aborto, lo cual representa el 15% del total de las muertes maternas. De manera concomitante, 8 de cada 10 embarazos de niñas y adolescentes (de entre 10 y 14 años) fueron no intencionales, una edad que cuadruplica el riesgo de muerte durante el embarazo, y aumenta notablemente los riesgos de desarrollar complicaciones y enfermedades asociadas. América Latina es la región con mayor tasa de embarazo no deseado de niñas menores de 15 años, según el Instituto Guttmacher.
Si tomamos la situación global, un estudio reciente publicado en la revista The Lancet calcula que se producen alrededor de 121 millones de embarazos no deseados cada año en todo el mundo. De ellos, el 61% -es decir, 73,3 millones- termina en un aborto. Este trabajo presenta, además, 3 datos muy importantes:
- En primer lugar, hay una relación inversa entre la cantidad de embarazos no deseados que terminan en un aborto y el nivel socioeconómico de los países. Dicho en otros términos: los países más ricos tienen menor cantidad de embarazos no deseados que terminan en un aborto.
- En segundo lugar, comparando con datos de 25 años atrás, la cantidad de embarazos no deseados a nivel mundial descendió, pero la tasa de embarazos que terminó en un aborto aumentó. Esto significa que, aunque hay menos embarazos no deseados, hay más personas que buscan interrumpirlo por algún motivo.
- En tercer lugar, el estudio muestra que en los países donde el aborto es ilegal o está restringido la cantidad de embarazos no deseados, y la proporción que termina en abortos, aumentó significativamente en los últimos 25 años.
En resumen: hay más embarazos no deseados que terminan en abortos en los países más pobres, hay más personas que buscan interrumpir los embarazos no deseados, y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo no aumenta la cantidad de abortos realizados.
En este sentido, no hubo un aumento de abortos en los países en los que se legalizó. El informe de ELA, Redaas y CEDES reúne datos de varios países que muestra que se mantuvieron estables en Uruguay, y descendieron en México, Canadá, Estados Unidos y Reino Unido.
Por el otro lado, la situación de ilegalidad pone en peligro a las personas que se someten a un aborto clandestino. Una estimación realizada por investigadores del Instituto Guttmacher en 2012 señala que 7 millones de personas fueron tratadas ese año, en países en desarrollo, por complicaciones de abortos clandestinos. Esto significa 6,9 cada 1000 mujeres de entre 15 y 44 años. En América Latina, la cifra fue más baja: 5,3; por el contrario, en Asia llegó a 8,2.
El impacto económico del aborto legal e ilegal
La realización de abortos clandestinos en condiciones inseguras e insalubres, con métodos de distinta calidad y sin protocolos adecuados, genera complicaciones para las personas que se someten a ellos. En la mayoría de los casos, se trata de complicaciones derivadas de abortos incompletos de distinta gravedad.
Esto significa que, en muchos casos, deben ingresar al sistema de salud para tratarse esas complicaciones, que pueden ir desde una infección hasta la muerte. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 74% de los abortos ilegales que se realizan en América Latina deben ser luego tratados por el sistema de salud a causa de estas complicaciones.
La estimación más actualizada de los costos de este tipo de prácticas se realizó en 2018 y fue elaborada por las investigadoras Malena Monteverde y Sonia Tarragona. Allí se observa que, para 2018, en el escenario más conservador -con menor cantidad de casos y tratamientos de menor complejidad- el sistema de salud argentino habría destinado US$ 476 millones al tratamiento de estas complicaciones. En el escenario más pesimista, en cambio, el costo habría sido de US$ 1.806 millones.
El trabajo compara estas cifras con las que se hubieran obtenido si el procedimiento se hubiera realizado en un centro de salud habilitado con protocolos seguros y un marco legal adecuado: el escenario más optimista hubiera requerido US$ 145 millones, mientras que el más pesimista hubiera necesitado US$ 232 millones. Es decir, los abortos clandestinos cuestan entre 3 y 7,5 veces más para el sistema de salud que los procedimientos legales.
Aborto y salud mental: ¿qué sabemos al respecto?
Es muy común escuchar que la interrupción voluntaria del embarazo puede dejar secuelas psicológicas como la depresión, el miedo a no volver a quedar embarazada, ataques de pánico, etcétera. Sin embargo, para examinar esta cuestión es necesario tener en cuenta muchos factores: ¿se trató de un embarazo deseado o no deseado? ¿Fue un aborto inducido o espontáneo? ¿Se realizó en condiciones legales y/o seguras, o clandestinas?
Un trabajo publicado en los Estados Unidos en 2009 por un equipo de la American Psychological Association mostró que gran parte de los estudios que mostraban las consecuencias psicológicas negativas del aborto no tenían en cuenta estas preguntas, generando así conclusiones sesgadas sobre el tema. Por el contrario, los estudios más rigurosos indicaron que, dentro de los Estados Unidos, las mujeres adultas que tuvieron un aborto único y legal en el primer trimestre de un embarazo no deseado tuvieron los mismos problemas de salud mental que el resto de las mujeres que tuvieron un embarazo no deseado.
En otras palabras: las consecuencias psicológicas negativas fueron un efecto del embarazo no deseado, y no de su interrupción voluntaria y legal. El mismo estudio mostró que las mujeres que decidieron terminar un embarazo deseado por un desarrollo anormal del feto tuvieron las mismas consecuencias psicológicas que aquellas que sufrieron un aborto espontáneo de un embarazo deseado.
Lo que sí se ha demostrado es que las personas que buscaron un aborto, pero les fue negado, tuvieron significativos efectos negativos en su salud mental. Un estudio Turnaway, de 2017, mostró que, 8 días después de que se les negara un aborto, las mujeres estudiadas informaron significativamente más síntomas de ansiedad, menor autoestima y satisfacción con la vida. A la vez, presentaron niveles similares de depresión que las mujeres que sí lo recibieron. Esto confirma el trabajo anterior, que sostiene que la causa de la depresión no sería la interrupción del embarazo, sino su carácter no deseado. El estudio, realizado durante 5 años con 956 mujeres, mostró que estos efectos podían mejorar o mantenerse en el tiempo, pero no empeorar.
Podemos concluir que la relación entre la interrupción del embarazo y las consecuencias psicológicas negativas depende de una multiplicidad de factores, incluyendo especialmente las ideas, actitudes y sentimientos de las personas gestantes con respecto al embarazo y su interrupción. Especialmente se destaca el efecto negativo del embarazo no deseado, y los efectos de ansiedad y depresión en los casos en que este es llevado a término.
Los efectos físicos del aborto
Al igual que con los efectos psicológicos, los efectos físicos han sido sobreestimados durante mucho tiempo. Se han indicado riesgos de infertilidad, aumento de riesgo de abortos espontáneos, cáncer de mama o muerte prematura. Sin embargo, estos trabajos no diferencian abortos realizados con distintos métodos, en condiciones clandestinas o legales, con protocolos sanitarios adecuados o en condiciones inseguras, etcétera.
Por el contrario, se ha demostrado que los abortos producidos en condiciones legales y seguras disminuyen notablemente la mortalidad materna: en los Estados Unidos, el riesgo de mortalidad por parto es 14 veces mayor que el riesgo de un aborto inducido.
En un artículo publicado en 2016, con datos del estudio Turnaway, se comparó a 956 mujeres que habían tenido un embarazo no deseado, algunas de las cuales pudieron acceder a la interrupción voluntaria del embarazo, mientras que otras no lo hicieron. Allí se observó que las mujeres que dieron a luz informaron complicaciones potencialmente mortales, como la eclampsia y la hemorragia posparto. Por el contrario, las que tuvieron abortos no lo hicieron.
Quienes dieron a luz tuvieron que limitar la actividad física por un período de tiempo 3 veces más largo que quienes recibieron abortos. Entre las casi 1000 mujeres que participaron del estudio se identificó una muerte: una mujer a la que se le había negado un aborto murió por una infección 10 días después del parto.
En resumen, los estudios actuales muestran que el aborto inducido, en condiciones de seguridad y legalidad, es mucho menos riesgoso para la vida y la salud que el parto, especialmente en el caso de un embarazo no deseado.
En resumen
Los datos presentados muestran que las consecuencias negativas del aborto dependen de su carácter ilegal e inseguro, y no de la interrupción del embarazo en sí misma.
Por el contrario, cuando los abortos se producen en un marco regulado: disminuye la cantidad de embarazos no deseados y de abortos; disminuye el costo fiscal derivado de interrumpir esos embarazos; y, por último, no se producen o se minimizan las consecuencias físicas y psicológicas derivadas, que se pueden atribuir más al carácter no deseado de la concepción que a su interrupción.
Mirá todos los datos y chequeos sobre el aborto en la Argentina.
Fecha de publicación original: 17/12/2020
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