“La falta de billetes es el corralito de Cristina”
El diputado Francisco de Narváez y la líder del GEN, Margarita Stolbizer, hicieron público hoy un ejemplo de manejo poco cuidadoso del discurso, cuando compararon, cada uno por su lado, el actual faltante de billetes con el corralito financiero de diciembre de 2001.
El legislador de Unión Celeste y Blanca consideró en declaraciones a Radio Diez que la escasez de dinero en efectivo es “el corralito” de la presidenta Cristina Fernández. Según el legislador, se trata de una maniobra del Gobierno para que la gente “consuma menos” y se evite así “una escalada de precios”. Stolbizer, en la misma línea, sostuvo que “estamos ante un corralito encubierto”.
Sin embargo, ambos episodios -corralito y faltante de billetes- poco tienen que ver. El economista Pablo Rojo, ex director del Banco Hipotecario Nacional durante la presidencia de Carlos Menem, explicó a Chequeado.com que la falta de billetes de $100 “se debe a la imprevisión del Gobierno y a la lentitud en la recepción de los nuevos billetes. A eso -agregó el economista- hay que sumarle la tasa de inflación, que aumenta la demanda de billetes”. En cambio, según explicó Rojo, “el corralito se produjo como consecuencia de una crisis estructural del sistema financiero. En la actualidad, tal crisis no existe”.
Esta vez se trata de un problema mucho más concreto de lo que sucedió hace una década: sencillamente faltan billetes impresos de $100, que constituyen la mitad del circulante. Es incómodo para los ciudadanos, demuestra la falta de previsibilidad en la gestión administrativa básica del Estado, pero no tiene remotamente las causas ni las consecuencias de lo ocurrido hace diez años.
La versión oficial del Banco Central, es que la carencia se debe exclusivamente a “problemas técnicos” en la Casa de la Moneda, que está dificultando la impresión, y el miedo que genera en el público una potencial falta de billetes. Es posible también que se trate de “una bochornosa imprevisión del Banco Central en el programa de emisión de billetes”, como calificó la situación el periodista Alfredo Zaiat, ayer, en Página/12.
Felipe Murolo, en el blog de Domingo Cavallo, admite que “faltan billetes físicos, pero hay suficiente oferta de dinero. El problema ha tenido su principal origen en el proceso administrativo de compra, impresión y distribución de los billetes físicos”.
En cambio el 1º de diciembre de 2001, ante la fuerte fuga de depósitos, el gobierno de Fernando de la Rúa estableció mediante el decreto 1570/2001, una serie de restricciones temporales a las cuentas bancarias. La medida, que debía durar 90 días, pasó a ser conocida como el “corralito”. Se disponía, por ejemplo, un tope para retiros en efectivo de las cuentas bancarias de $250 dólares o pesos por semana. Por encima de ese monto, los pagos debían efectuarse con tarjetas de crédito, débito o cheques cancelatorios.
En aquel momento, a diferencia de la situación actual, el Banco Central, en el marco de la convertibilidad, no tenía fondos (moneda, no billetes) para hacer frente a los redescuentos necesarios para proveer a los bancos del dinero que le requerían sus depositantes. Ahora no hay un problema de solvencia del sistema, como en aquel momento, sino de carencia física de billetes impresos.
En cuanto a que, según De Narváez, el Gobierno estaría provocando adrede el faltante de billetes para frenar el consumo y así controlar una escalada de precios, Rojo discrepa: “Por el contrario, se advierte que el Gobierno está incentivando el consumo por todos los medios”. Medios generalmente opositores, como La Nación, expresaron esta semana su preocupación por la política expansiva del Banco Central en materia monetaria.
Si la falta de billetes puede ser considerada un irresponsable descuido del Banco Central, no parecen adecuados para el interés público los dichos alarmistas de De Narváez y Stolbizer.
Fecha de publicación original: 10/01/2011
Comentarios
Estoy completamente de acuerdo con el redactor de la nota que critica los comentarios de De Narvaez y Stolbizer. La exageración y la falta de consistencia de las críticas no permiten ver la realidad de los problemas. Y, en este caso, es clara la irresponsabilidad en la planificación del Banco Central.
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