“La Constitución no es un texto sino una serie prácticas sociales”

La Constitución no es un texto, sino una serie de prácticas sociales que van reglamentando nuestra manera de actuar. Una práctica estable y a la vez abierta a discusiones se logra en democracias maduras, y la Argentina, todavía no lo es. Los textos constitucionales son necesariamente amplios y vagos para permitir la discusión democrática, por eso lo importante son las prácticas que se establecen a partir de ellos.

El sistema político argentino (en los textos y en las prácticas) concentra gran parte del poder en las manos del Presidente, y este gobierno utiliza esa autoridad igual que los anteriores. Carlos Menem cambió el número de jueces de la Corte Suprema para tener mayoría propia y Fernando de la Rúa tuvo el récord de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) en el primer año de su gestión, así que en ese sentido esta gestión no es distinta a las anteriores.

Durante este período hubo actos que atentan contra la constitucionalidad, como la reacción al fallo sobre publicidad oficial de Perfil (Ver nota principal); la toma de decisiones impositivas a través de resoluciones ministeriales; la reticencia a cumplir con las órdenes de la Corte en el tema jubilaciones o en el saneamiento del Riachuelo; o el hecho de pasar una ley justo antes del recambio del Congreso violando el procedimiento, como se hizo con la ley de medios. Sin embargo, para que la ilegalidad de estos actos sea patente y que los actores políticos limiten su actuar no basta con la lectura del texto constitucional. Todos debemos comprometernos de buena fe en la construcción de una práctica que permita generar reglas compartidas. Hoy no la tenemos, y es por eso que la situación es aún más grave que la imaginada por Kovadloff.

*Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de San Andrés.”