Desinformación sin fronteras: aprendizajes de trabajo colaborativo contra la desinformación
Durante los últimos dos años, desde Chequeado coordinamos un proyecto, con el apoyo de NED (National Endowment for Democracy), con el objetivo de potenciar las capacidades de las organizaciones de fact-checking de la región para detectar y analizar patrones desinformantes comunes que cruzan fronteras. Para ello trabajamos junto a 10 organizaciones de fact checking de Latinoamérica: Agencia Ocote (Guatemala), Animal Político (México), Bolivia Verifica (Bolivia), Chequeado (Argentina), Cotejo (Venezuela), Ecuador Chequea (Ecuador), Efecto Cocuyo (Venezuela), La Silla Vacía (Colombia), Lupa (Brasil), Mala Espina (Chile) y Verificado (México).
La importancia de un sistema común de registro de datos
Para tener un conocimiento más profundo del ecosistema de la desinformación no alcanza con observar lo que pasa en un solo país: necesitamos una mirada regional que permita detectar qué narrativas se repiten entre países y cómo se adaptan a cada contexto local. Para eso, es clave contar con registros de datos compatibles entre organizaciones. Así, uno de los desafíos claves del proyecto fue diseñar una estructura estandarizada para documentar casos de desinformación. Esto implicó acordar entre todas las organizaciones participantes qué información registrar (como el nivel de viralización, la plataforma en la que circuló o la fecha de publicación) y cómo hacerlo. Sin esa base común, resulta muy difícil cruzar datos entre países y detectar tendencias regionales con precisión.
Innovación con acento regional: la tecnología que desarrollamos para registrar desinformación
Llevar un registro tan detallado y sistemático de la desinformación puede ser una tarea muy demandante en tiempo y recursos. Para agilizar ese trabajo, desde Chequeado desarrollamos El Periscopio, una herramienta digital pensada para automatizar parte del proceso de registro de datos y facilitar el monitoreo de actores y contenidos que circulan en redes sociales.
La puesta a punto de esta herramienta fue también un proceso colaborativo: las primeras organizaciones que la utilizaron la fueron probando en sus contextos y propusieron mejoras que permitieron ajustar su funcionamiento y ampliar sus posibilidades. Gracias a ese trabajo conjunto, El Periscopio se convirtió en una herramienta más robusta, flexible y adaptada a las necesidades reales de las redacciones de fact-checking.
Un vistazo regional a las campañas de desinformación locales
Uno de los principales resultados del desarrollo de El Periscopio fue que permitió a las organizaciones aliadas orientar mejor su monitoreo diario y seguir temas clave. Al generar bases de datos detalladas de manera ágil, pudieron detectar dinámicas desinformantes más complejas. Como resultado, desarrollaron 14 investigaciones en profundidad que no solo aportaron evidencia clave a los debates públicos de cada país, sino que también ofrecieron una visión más amplia sobre cómo operan distintas campañas desinformantes en América Latina.
Por ejemplo, los temas de género aparecen como un blanco sistemático de campañas de desinformación en distintos países de la región. Desde Brasil hasta Argentina, pasando por Bolivia, Colombia y México, se difundieron contenidos falsos tanto en el contexto de discusiones parlamentarias en relación a la deslegitimación de derechos. En Colombia, por ejemplo, el proyecto de ley que prohibía las mal llamadas “terapias de conversión” fue blanco de teorías conspirativas que lo presentaban como un intento de “imponer la ideología de género”. En Bolivia, se desinformó sobre la Ley 348 contra la violencia hacia las mujeres, acusándola de “exagerar” los casos de violencia o de “discriminar a los hombres”. En Brasil se usaron datos manipulados para justificar un proyecto que criminaliza el aborto incluso en casos de violación. En Argentina, se detectaron campañas que atacaban a personas trans y a políticas públicas de inclusión, muchas veces retratadas como “privilegios”. A estas tendencias se suma un fenómeno analizado por Verificado (México) que expuso cómo distintos influencers usan discursos desinformantes y estereotipos de género para generar negocios (ver acá, acá y acá).
Estas diferentes narrativas que circulan en la región, muchas veces impulsadas por actores políticos y religiosos, comparten otro patrón: el uso de los prejuicios para difundir la desinformación que afecta, por ejemplo, a personas migrantes y la comunidad LGBTQI+, así como incluso a organismos internacionales. En este contexto, surge una tercera característica transversal a las distintas investigaciones: la circulación de discursos de odio entretejidos con desinformación. En Bolivia, por ejemplo, se busca deslegitimar la ley destinada a garantizar a las mujeres una vida libre de violencias, acusándola de “atacar a los hombres”. En Argentina, las políticas públicas de inclusión son presentadas como imposiciones externas. En Venezuela, se distorsiona el impacto de las sanciones internacionales para reforzar un relato que culpa a la oposición de la crisis económica. Y en México, organizaciones nacionalistas difunden desinformación antinmigrante y en contra de la comunidad LGBTQI+, construyendo la figura de una amenaza externa al presentar a las personas migrantes como responsables de la crisis económica y un riesgo para la identidad nacional.
Así, aunque cada investigación aborda contextos locales, el análisis conjunto permite identificar patrones comunes y construir una visión regional integrada de la desinformación.
La frutilla del postre: análisis transnacionales y tendencias regionales
Uno de los mayores logros del proyecto fue realizar investigaciones regionales basadas en el análisis cruzado de información relevada por las 11 organizaciones de los 9 países sobre eventos puntuales -como las elecciones en Venezuela y Estados Unidos, o la catástrofe de DANA en España- así como también sobre fenómenos transnacionales y estructurales como los mensajes alrededor de procesos migratorios o el uso de inteligencia artificial generativa para la creación de desinformaciones.
Gracias al registro sistemático y detallado de los datos asociados a las desinformaciones que acordamos en conjunto, sumado a la estructura común de registro, nos permitió cruzar información de distintos países y detectar patrones que, de otra forma, hubieran sido más difíciles de advertir. Por ejemplo, trazar las grandes narrativas que atraviesan la región, relatos que se van adaptando a los diferentes contextos locales y reaparecen una y otra vez con distintas formas.
En el caso de las desinformaciones alrededor de las elecciones presidenciales de Venezuela de 2024, se analizaron 150 chequeos que desmintieron 230 posteos desinformantes. Como es usual en procesos electorales se encontraron desinformaciones sobre los principales candidatos, pero también supuestas restricciones para participar del proceso electoral. Estas elecciones estuvieron marcadas por cuestionamientos acerca de la pronunciación de Nicolás Maduro como ganador, lo que dió una alta circulación de imágenes falsas presentadas como pruebas de fraude electoral interpretaciones tergiversadas acerca de los resultados de las elecciones, así como también falsas manifestaciones del rechazo al triunfo de Maduro. En este contexto, la publicación más viral en la región fue aquella que mostraba una pantalla supuestamente de una sala de cómputo del CNE donde supuestamente se revelan en pantalla los resultados que darían la victoria a Edmundo González.
Otra investigación analizó la desinformación electoral que circuló en varios países latinoamericanos en el marco de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024. A través del análisis de más de 200 contenidos desinformantes, se revelaron estrategias comunes como la circulación de pruebas falsas de fraude o la tergiversación de errores en el proceso electoral para presentarlos como evidencia de manipulación. A esto se sumaron contenidos falsos sobre inmigrantes y políticas migratorias, que buscaron criminalizarlos y falsear las estadísticas migratorias. Estos discursos circularon con fuerza en redes sociales de América Latina, y los vimos repetirse en otros contextos electorales.
Un tercer reporte analizó cómo circularon en Latinoamérica desinformaciones vinculadas al fenómeno meteorológico de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) en España, un fenómeno que generó fuertes inundaciones. Entre las tendencias detectadas, aparecieron dos patrones que ya se habían visto en otras catástrofes naturales: el uso de imágenes generadas por inteligencia artificial para mostrar falsas víctimas o rescates, y, más llamativamente, el resurgimiento de teorías conspirativas que, con falsas evidencias, argumentan que el calentamiento global no sería consecuencia de la actividad humana, sino parte de una gran puesta en escena impulsada por élites que buscan imponer un “nuevo orden mundial”. Esta dinámica se repite en otras catástrofes naturales, por ejemplo unos meses después cuando se produjo un temporal de marzo de 2025 en Bahía Blanca, Argentina (ver, por ejemplo, acá, acá y acá). Estos hallazgos demuestran el valor de identificar patrones narrativos: permiten anticiparse a futuras olas desinformativas. Ante fenómenos similares, podemos tener una alerta del tipo de contenidos podrían circular y podemos diseñar estrategias proactivas, como por ejemplo la publicación de explicadores o verificaciones anticipadas sobre este tipo de teorías conspirativas.
Además de los eventos puntuales, también desarrollamos investigaciones sobre temas estructurales que atraviesan a toda la región, como los discursos desinformantes en torno a los procesos migratorios y el uso de inteligencia artificial generativa para crear contenidos falsos.
Por la relevancia de estos temas, analizamos las desinformaciones que circularon durante más de un año (desde principios de 2024 a principios de 2025), lo que nos permitió observar su evolución, adaptación a distintos contextos y variaciones según el país y el momento. Este seguimiento fue posible gracias al registro sistemático realizado por las organizaciones participantes durante todo el proyecto.
Entre enero de 2024 y marzo de 2025, analizamos 215 chequeos realizados por 11 organizaciones de fact-checking en 9 países de América Latina sobre desinformaciones vinculadas a procesos migratorios. Las narrativas más frecuentes asociaron falsamente a personas migrantes, especialmente venezolanas, con delitos y hechos violentos, o bien denunciaron supuestos privilegios otorgados en detrimento de la población local. También circularon cifras falsas o desactualizadas sobre cantidad de migrantes y medidas migratorias, así como contenidos manipulados o generados con inteligencia artificial. En Estados Unidos, las narrativas se intensificaron durante la campaña electoral y tras la asunción de Trump, con énfasis en deportaciones y políticas anti-migratorias. El análisis revela cómo ciertos marcos desinformativos se replican en toda la región, adaptándose a los climas políticos y sociales de cada país.
Conclusiones
Uno de los mayores logros del proyecto fue construir una base común para analizar la desinformación en América Latina. La sistematización de registros, el uso de criterios compartidos y el trabajo colaborativo entre organizaciones permitieron producir análisis más sólidos y comparables. Este enfoque regional ayuda a comprender el fenómeno en su complejidad, anticipar tendencias y diseñar mejores estrategias de respuesta.
Mirar la desinformación como un fenómeno narrativo, más que como piezas sueltas, permite identificar patrones que reaparecen en distintas coyunturas y contextos. A su vez, estos informes ayudan a detectar vacíos informativos -como la falta de datos migratorios actualizados- que facilitan la propagación de mensajes falsos.
Gracias al trabajo sostenido entre equipos, hoy no solo contamos con reportes regionales que ofrecen una radiografía inédita de la desinformación en América Latina, sino también con registros sólidos y compatibles que nos permiten seguir profundizando este tipo de análisis. Esto es un insumo clave para entender lo que pasó, pero sobre todo, para anticipar lo que viene.
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