No, las mamografías y las radiografías dentales no causan cáncer de tiroides
- Circulan en Facebook y grupos de Whatsapp posteos que afirman que la realización de mamografías y radiografías incrementa el riesgo de desarrollar un tumor en la tiroides.
- Pero estas afirmaciones son falsas. No hay evidencia científica que relacione hacer esos estudios de diagnóstico con dicha enfermedad.
- Tampoco es necesario usar un “protector de la tiroides”. Solo se recomienda la protección radiológica de la zona pélvica en el caso de los menores y del abdomen para las personas gestantes.
Circulan en Facebook posteos que alertan sobre un supuesto aumento de casos de cáncer de tiroides cuya causa sería la realización de estudios comunes de diagnóstico médico como las radiografías dentales y, sobre todo, las mamografías.
Sin embargo, esto es falso. No hay evidencia científica que relacionen hacer estudios de diagnóstico por imágenes -radiografías y mamografías- con el desarrollo de un cáncer de tiroides, según estudios, asociaciones profesionales y expertos en la materia.
El posteo fue compartido en Facebook más de 145 mil veces. No es la primera vez que esta desinformación circula por redes: una cadena de WhatsApp con un texto similar apareció por primera vez en 2013 y volvió a circular en 2018, como cuenta el sitio español Maldita.
Sin sustento científico
“No hay trabajos científicos publicados que relacionen la toma de este tipo de imágenes de diagnóstico -radiografías o mamografías- con el desarrollo de un cáncer de tiroides”, dijo a Chequeado la doctora Adriana Garcia, miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Radiología.
“Lo que sí sabemos es que es una pregunta recurrente que nos hacen muchas pacientes que vienen a hacerse una mamografía u otros estudios radiológicos”, destacó la experta que también es jefa del Servicio de Diagnóstico por Imágenes en el Hospital Británico de Buenos Aires.
Por su parte, Nicolás Castagneris, miembro de la Asociación Argentina de Oncología Clínica y médico oncólogo del Sanatorio Allende de Córdoba, explicó a este medio: “Las informaciones que ligan al cáncer de tiroides con la realización de mamografías o radiografías han sido desestimadas por los expertos. No hay evidencias que las relacionen”.
El profesional agregó que, en los últimos años, estadísticamente ha habido un aumento en la cantidad de detecciones de este tipo de cáncer. Pero la causa más probable de esta situación no tiene que ver con la cantidad de imágenes de diagnóstico. “Lo que se cree es que ahora contamos con técnicas más modernas y aparatos más sensibles. Y también a que más gente realiza estudios preventivos. Todo eso lleva a que se concreten más diagnósticos de este tipo de cáncer”.
Para la Asociación Argentina de Cirugía (AAC): “En los últimos años, la incidencia de cáncer de tiroides aumentó en todo el mundo. Sin embargo el uso rutinario de la ecografía en la población nos hace pensar si este aumento es real o simplemente se diagnostican más que antes. Esta sospecha está fundada en que el aumento se da a expensas de diagnosticar tumores menores de 1 centímetro que no van a crecer nunca, ni mucho menos traer un problema serio en la salud de la persona que lo porta. Por eso decimos que a pesar de que se diagnostica más, la mortalidad por cáncer de tiroides sigue siendo la misma que hace 20 años”.
Algo similar se lee en sitio web de la Sociedad Americana contra el Cáncer, que en el apartado dedicado a la tiroides aclara que “hasta hace poco, el cáncer de tiroides era el de más rápido crecimiento en Estados Unidos, y eso se debe a una mayor detección. Buena parte de este aumento parece ser el resultado del uso de procedimientos de diagnóstico más sensibles, como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas (realizadas para otros problemas médicos), que pueden detectar pequeños nódulos que -de otro modo- no se habrían encontrado”.
Protector especial
En el posteo falso también se hace referencia a la existencia de un “protector” de tiroides que podría colocarse a la hora de hacer una mamografía o radiografía dental y que los pacientes deberían solicitar. Un protector de tiroides o escudo es un collar de plomo u otro material aislante que se coloca alrededor del cuello para bloquear la radiación que se genera al tomar las imágenes radiográficas.
Sin embargo, el uso de este dispositivo también está discutido. “Es cierto que existe un protector específico para la tiroides y el paciente puede solicitarlo”, aclara García. “Pero no es algo cotidiano porque consideramos que no hay un riesgo asociado a estas prácticas médicas”.
Uno de los primeros estudios sobre el tema, publicado en 2012, concluyó que “la protección de la tiroides durante la mamografía es innecesaria y puede aumentar las repeticiones en lugar de brindar protección contra la radiación de la tiroides”.
De hecho, no se ofrece en forma regular porque su uso, incluso, podría estar contraindicado. Según un documento de la Sociedad Española de Protección Radiológica: “Dada la posición que la paciente debe mantener durante el examen, existe la posibilidad de que el protector de tiroides interfiera, creando artefactos en la imagen, que pueden afectar a la calidad de la misma y, por tanto, al diagnóstico correcto. Esto podría, incluso, hacer necesaria la repetición de la mamografía, lo que implicaría un incremento injustificado en la dosis de radiación recibida”.
“La única protección que sí solemos indicar es en el caso de estudios de diagnóstico que se les hacen a menores. Ahí sí recomendamos el uso de algún tipo de protección gonadal. Lo mismo en el caso de personas gestantes donde se trata de proteger al feto”, aclaró García.
Inquietud internacional
Es tan generalizada la preocupación sobre el tema que es una de las respuestas a preguntas frecuentes publicadas por la prestigiosa Clínica Mayo de Estados Unidos, especializada en cáncer. Allí ante la inquietud: “Me preocupa que la radiación de una mamografía pueda aumentar el riesgo de cáncer de tiroides. ¿Debería solicitar un protector de tiroides? La respuesta oficial es: “Probablemente no, ya que hay pocas posibilidades de que la radiación de una mamografía provoque cáncer de tiroides. Además, este protector podría impedir la precisión de la mamografía”.
Y agrega: “Durante una radiografía, la mayor parte de la radiación necesaria para obtener las imágenes va exactamente hacia dónde se la programa. En el caso de una mamografía, la mayor parte de la radiación se produce en la mama, pero el resto del cuerpo está expuesto a pequeñas cantidades de lo que se conoce como “radiación dispersa”. Esta es apenas una fracción de la radiación natural (conocida como radiación de fondo) que se recibe en 24 horas. De hecho -concluye- un análisis estimó que, durante una mamografía, que implica dos radiografías por mama, la tiroides está expuesta al equivalente de 30 minutos de radiación natural”.
Algo similar destaca Castagneris: “Actualmente la mayoría de los centros médicos en Argentina utilizan equipos digitales que tienen una alta sensibilidad y apuntan con precisión el sitio a estudiar. Por lo tanto, la radiación dispersa es mínima. Además son aparatos muy sensibles y emplean dosis bajas de radiación ionizante. Sí es importante que los estudios indicados sean realmente necesarios, que se realicen siguiendo las mejores prácticas, usando equipamiento certificado y bien mantenido y que los técnicos estén debidamente capacitados”.
Finalmente, otro punto clave que destacó el oncólogo es el análisis costo-beneficio. “Si las mujeres cumplen con sus estudios mamográficos para descubrir tumores de mama en forma precoz, la mortalidad por este cáncer cae un 20%. Es un número significativo que demuestra claramente los beneficios de realizar dichos estudios en forma regular. El único daño potencial que tiene una mamografía es el dolor o molestia en el momento de hacerla y los efectos de los llamados “falsos positivos” que pueden generar ansiedad o incertidumbre o la realización de una biopsia ante un caso que no era un tumor”.
El Ministerio de Salud de la Nación recomienda a las mujeres de 50 a 69 años que nunca tuvieron enfermedades en las mamas ni tienen antecedentes familiares ni síntomas realizarse una mamografía cada 1 o 2 años. En cambio, las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama deberán decidir con su médico cuál es el momento adecuado para comenzar con los controles.
Fecha de publicación original: 30/08/2022
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