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“Un debate silenciado en nuestro país”

Se dice bien que no son sistemas comparables. Chile incorporó durante la dictadura instrumentos del sistema de Estados Unidos: financia la demanda y adscribió en su momento a la concepción de la educación superior como bien transable. Si bien han intentado alejarse en los 20 años de la Concertación Plural, permanece la matriz impuesta, a tono con el pensamiento dominante de entonces.

La expansión de la matrícula es una tendencia global aunque menos evidente en los países de Europa central, donde la tasa de crecimiento vegetativo es negativa, si cabe el oxímoron. La mayor tasa de matriculación en la franja etárea 18-24 alcanzada por la mayoría de los países del sur se debe a la consolidación de los sistemas de educación media y la mejora económica evidente. La perfomance diferenciada que muestran Chile y Argentina creo que se debe a los distintos mecanismos de ingreso y a la diversificación de la educación superior.

Chile, sociedad mucho más estratificada que Argentina, tiene alternativas laborales-educativas (institutos superiores, centros de educación técnica, etcétera) al final del secundario apreciadas por franjas de la sociedad donde antes no alcanzaban el nivel medio de estudios. En nuestro país, todo lo pos secundario y no universitario pareciera tener una capitis diminutio cultural y se ha entendido históricamente a la universidad como un instrumento para la movilidad social ascendente.

Hoy la altísima tasa de deserción de la universidad argentina es causada por la desigual calidad del secundario (entre otras causas de menor relevancia), y ésta tiene que ver con la desigualdad social. Ergo la universidad reproduce la desigualdad social. El tema es peor si se confirman datos de las autoridades universitarias correspondientes: el 66% de los graduados de la Universidad de Buenos Aires (UBA) serie 2002-2006 pertenecen a hogares con educación terciaria o del decil superior, y la población estudiantil de las universidades privadas masivas del AMBA viene de los sectores más bajos, donde el empleo es la condición para ingresar a la universidad.

En fin, Guadagni viene haciendo aportes muy interesantes a un debate silenciado en nuestro país: los pilares que edificaron la universidad se están desmoronando y de eso nadie habla por temor a promover recetas de los ’90 que significarían un salto regresivo.

*Ex secretario de Políticas Universitarias y ex presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

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