“El mundo se está cayendo encima de nosotros”

En su discurso del jueves pasado, Cristina Fernández de Kirchner habló de la crisis económica mundial, y señaló que “no nos caímos del mundo, el mundo se está cayendo encima de nosotros. Entonces lo que tenemos que hacer es fortalecer este mercado interno”. Ciertamente, algunas de las economías europeas han entrado en recesión y las más poderosas han reducido su crecimiento. Las cifras de los Estados Unidos no son tan alentadoras como se esperaba. China ha recortado en un punto porcentual su ritmo de crecimiento. Pero las cifras relativas al sector externo de la Argentina no sugieren cambios dramáticos.

Durante el 2011 los precios de exportación subieron un 16% y los de importación, un 10 por ciento, según las cifras del INDEC. En este caso, los precios de los combustibles, sobre todo del gas, son los únicos que tuvieron un incremento significativo, del 36%, pero es difícil atribuir ello a condiciones catastróficas en el mundo. La Argentina no importaba combustibles, ahora son el 13% de las importaciones, pero en eso el mundo tiene poco que ver.

En el primer trimestre de este año, cuando todavía no se reflejan los embarques de la cosecha gruesa, los precios de exportación cayeron sólo un 1% y los de importación no variaron.

En 2011, el valor de las exportaciones subió un 24% y en el primer trimestre de 2012, un 8 por ciento.

Los precios de la maquinaria, bienes de capital y sus piezas que la Argentina importa han incrementado en sólo un 3% en 2011, favoreciendo eventuales incrementos en la productividad, si los empresarios invierten.

La UE recibió el 17% del total que exportó la Argentina en 2011. Gran parte de las exportaciones a Europa son harinas y aceites que se reexportan a través de Rotterdam a otros destinos y no están influidas por la situación económica europea.

Las tasas de interés internacionales están más bajas, por lo tanto en condiciones normales se estaría en mejores condiciones de financiarse. La tasa LIBOR (London Inter Bank Offered Rate), usualmente tomada como indicativa del costo de financiación internacional, si bien en los últimos meses aumentó levemente, está muy por debajo de los niveles de la década.

La tasa de inflación internacional está cayendo: según las últimas estimaciones del FMI, se pasaría de un nivel del 2,7 anual a sucesivamente el 1,9 y el 1,7 en los próximos dos años, lo cual debería contribuir a frenar la inflación importada que el propio gobierno señala como causa preponderante del actual proceso de variación de precios en el país (Ver: “Para CFK, los precios internacionales son responsables de un 40% de la inflación“).  Es cierto que en el proceso inflacionario interno también influyen los incrementos de precios que el país exporta, pero que a la vez son parte de la dieta alimentaria local. En el caso del maíz y del trigo, sus precios bajaron en relación al año pasado en un 8 y 15% respectivamente, según los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Pero la soja, que sí aumentó su precio, no es un producto de consumo interno y por lo tanto ese incremento tiene poca incidencia en la inflación local.

Los flujos netos de inversión internacional a las economías de la región, lejos de traducir un escenario de catástrofe, han aumentado. Según el último informe de la CEPAL: “En 2011, América Latina y el Caribe recibió 153.448 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), un 31% más que en 2010 (…) Asimismo, América Latina fue la región del  mundo donde más crecieron las entradas de IED y su participación en las entradas mundiales de IED  alcanzó un 10%.”

La economía de Brasil, primer socio comercial, crece menos, pero aumentó su PBI en un 2,7% en 2011, y se espera para 2012 que tenga un crecimiento de entre el 3,2 y el 3,5%, según los economistas de la Fundación Getulio Vargas, uno de los más confiables think tanks del vecino país.

La economía de China, uno de los mayores socios comerciales, redujo el ritmo de crecimiento de 9,2 a 8,2%, según las estimaciones del FMI. Pero una de las bases de la transformación estructural que sufre ese país, es un masivo proceso de urbanización y generación de consumos propios de una clase media en expansión, que permiten prever un consumo de alimentos -de producción local e importados- sostenida en el tiempo.