Los incendios en el Amazonas son destructivos, pero no están agotando el suministro de oxígeno
- La idea de que la selva amazónica produce el 20% del oxígeno de nuestro planeta está basada en un malentendido.
- Casi todo el oxígeno respirable de la Tierra se origina en los océanos.
- Así lo explica el especialista Scott Denning, de la Colorado State University en esta nota publicada por The Conversation y traducida por Chequeado.
Los incendios en el Amazonas han llamado la atención mundial en los últimos días. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien asumió en 2019, prometió en su campaña reducir la protección ambiental en el Amazonas y parece ser que está cumpliendo su promesa.
El resurgimiento de la tala de árboles en el Amazonas, que había caído más del 80% después de su pico en 2004, es alarmante por varias razones. Los bosques tropicales almacenan varias especies de plantas y animales que no pueden ser encontrados en ningún otro lugar. Son refugios importantes para personas indígenas y contienen enormes depósitos, tanto de carbón como de madera, y otros materiales orgánicos que de otra manera podrían contribuir a la crisis climática.
Algunas notas periodísticas sugirieron que los incendios en el Amazonas amenazan al aire atmosférico que respiramos. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tuiteó el 22 de agosto último que “la selva amazonica -los pulmones que producen el 20% del oxígeno de nuestro planeta- está en llamas.”
La afirmación de que la selva amazónica produce el 20% del oxígeno de nuestro planeta está basada en un malentendido. De hecho, casi todo el oxígeno respirable de la Tierra se origina en los océanos, y hay bastante de estos como para que dure millones de años.
Hay varias razones por las que estar horrorizados por el incendio del Amazonas, pero el agotamiento del oxígeno de la Tierra no es una de ellas.
El oxígeno de las plantas
Como científico atmosférico, mucho de mi trabajo se centra en el intercambio de varios gases entre la superficie de la Tierra y la atmósfera. Muchos elementos, incluido el oxígeno, están en constante ciclo entre ecosistemas terrestres, los océanos y la atmósfera en maneras que pueden ser medidas y cuantificadas.
Casi todo el oxígeno libre en el aire es producido por las plantas por fotosíntesis. Casi un tercio de la fotosíntesis de la tierra ocurre en los bosques tropicales, de los cuales el más grande se encuentra en la Cuenca Amazónica.
Pero casi todo el oxígeno producido por fotosíntesis es consumido cada año por los organismos vivos y los incendios. Los árboles arrojan hojas secas, ramas, raíces y otros residuos constantemente, que alimentan un rico ecosistema de organismos, mayormente insectos y microbios. Estos microbios consumen oxígeno en este proceso.
Las plantas de los bosques producen mucho oxígeno, y los microbios del bosque consumen mucho oxígeno. Como resultado, la producción neta de oxígeno por los árboles -y de hecho, de todas las plantas terrestres- está muy cerca de cero.
El oxígeno producido por los océanos
Para que el oxígeno se acumule en el aire, mucho de este material orgánico que las plantas producen por fotosíntesis debe ser removido de circulación antes de que sea consumido. Por lo general, esto ocurre cuando se sepulta rápidamente en lugares sin oxígeno, más comúnmente en el lodo de las profundidades marinas, bajo aguas donde se agotó el oxígeno.
Esto ocurre en áreas del océano donde los altos niveles de nutrientes fertilizan grandes bancos de algas. Las algas muertas y otros restos se hunden en aguas oscuras, donde los microbios se alimentan de ellas. Como sus equivalentes en tierra, estos consumen oxígeno al hacerlo, quitandolo del agua a su alrededor.
En las profundidades, debajo de donde los microbios han quitado el oxígeno al agua, los restos de material orgánico caen al suelo oceánico y son enterradas ahí. A medida que el oxígeno que el alga produjo en la superficie cuando crecía queda en el aire porque no es consumido por los descomponedores.
Esta materia vegetal enterrada en el fondo del océano es la fuente de petróleo y gas. Un porcentaje menor de este materia vegetal se entierra en condiciones libres de oxígeno en la tierra, mayormente en turberas donde la capa freática evita la descomposición microbiana. Esta es la fuente material del carbón.
Tan solo una pequeña fracción -quizás el 0,0001%- de la fotosíntesis global es desviada por el entierro de esta manera, y así se añade al oxígeno atmosférico. Pero a lo largo de millones de años, el oxígeno residual sobrante por este pequeño desequilibrio entre el crecimiento y la descomposición se ha ido acumulando para formar una reserva de oxígeno respirable del cual toda la vida animal depende. Ha rondado el 21% del volumen de la atmósfera durante millones de años.
Parte de este oxígeno regresa a la superficie del planeta a través de reacciones químicas con metales, azufre y otros compuestos de la corteza terrestre. Por ejemplo, cuando el hierro se expone al aire en presencia de agua, reacciona con el oxígeno en el aire para formar óxido de hierro, un compuesto comúnmente conocido como óxido. Este proceso, que se llama oxidación, ayuda a regular los niveles de oxígeno en la atmósfera.
No contengas tu respiración
A pesar de que la fotosíntesis de las plantas es en última instancia responsable del oxígeno respirable, solo una pequeña fracción del crecimiento de esa planta se agrega al almacenamiento de oxígeno en el aire. Incluso si toda la materia orgánica en la Tierra se quemara a la vez, se consumiría menos del 1% del oxígeno del mundo.
En resumen, el retroceso de Brasil en la protección del Amazonas no amenaza significativamente el oxígeno atmosférico. Incluso un gran aumento en los incendios forestales produciría cambios en el oxígeno que son difíciles de medir. Hay suficiente oxígeno en el aire para durar millones de años, y la cantidad se establece por la geología más que por el uso de la tierra. El hecho de que este aumento de la deforestación amenace algunos de los paisajes más biodiversos y ricos en carbono de la Tierra es razón suficiente para oponerse a él.
Esta nota fue publicada por The Conversation y traducida por Chequeado.
Fecha de publicación original: 05/09/2019
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