El impacto del hashtag, en una entrevista con su creador
Su creación forma parte de la cultura pop mundial, invade las calles y pantallas de todas las ciudades del mundo, pero no cobra un centavo por eso. El hashtag, esa etiqueta precedida con un símbolo numeral (#), que saltó de Twitter al mundo real fue inventado por Chris Messina un día de verano californiano.
El 23 de agosto de 2007 a las 4: 25 PM de la Argentina Messina tuiteó “Qué opinan de usar # (numeral) para grupos? Como en #Barcamp”. En ese tuit, que luego extendió en una publicación más extensa en su blog, nació el concepto que hoy usan millones.
how do you feel about using # (pound) for groups. As in #barcamp [msg]?
— Chris Messina ☠ (@chrismessina) agosto 23, 2007
Así, gracias a que Messina ya era tenido en cuenta por buena parte de Silicon Valley (región innovadora de la costa oeste de Estados Unidos), nació el concepto al que él llamó tag channels (algo así como canales etiqueta) y, como él mismo recuerda frente a Chequeado, Stowe Boyd los llamó hash tags, dos palabras que el uso terminó unificando.
Su propuesta que Twitter como empresa rechazó por considerarla muy “nerd” fue adoptada por la comunidad de Twitter no solo porque vino a permitir organizar el caos de tuits, sino también para hilar el mundo físico (un cartel, un programa de TV o un político que usa un hashtag) con la conversación en la red, al punto que hoy inclusive Facebook lo ha adoptado como parte de su sistema. Esto en gran parte no habría sido posible si Messina hubiese patentado su obra e intentado cobrar por su uso.
Sin embargo, esto para Messina no es nuevo. Él también es señalado como uno de los impulsores de conceptos como el coworking (compartir un espacio de trabajo alquilando por hora, día o mes) y el de la “des-conferencia” Barcamp, donde cualquiera puede presentarse y dar una charla. Habiendo trabajado en Google, hoy se dedica a la consultoría, a dar charlas, publicar en la plataforma de escritura Medium y a seguir explorando la cultura libre online.
Esta entrevista fue hecha en partes, a lo largo de varios meses, con la última etapa realizada hace unas horas luego de que Chris visitara Buenos Aires para una mezcla de trabajo y vacaciones, lo que le disparó algunos nuevos pensamientos sobre su creación.
– ¿Cómo resumís el nacimiento del hashtag?
Nació en un contexto en el que estaba pensando mucho en cómo canalizar los intereses de diferentes grupos de personas en Internet en general.
Todo nació de ver que en Twitter era muy difícil entender lo que tenías en tu timeline, y el # se me ocurrió como una manera de ir a una habitación virtual para tener una reunión. Creo que esa era una buena manera de hacer Twitter más valioso, evitando el costo de tener que administrar grupos. El viejo sistema de chat IRC, muy utilizado en los primeros años de Internet, tenía esta idea de identificar salas por tipo de conversación. Yo usé el numeral basándome en ese sistema y lo elegí también porque era fácil de usar en los celulares de esa época como Blackberry y Nokia.
– ¿Por qué no lo patentaste?
Decidí no hacerlo porque quería que fuera una idea que fuese abierta y gratis, ya que si es adoptada por más gente funciona mejor. Me pareció que tenía que permitir que si una red social quería usarlo no tuviera que pagarme licencias, ya que a un startup se le complica invertir en estas cosas y seguramente lo descartarían. Eso frenaría la innovación.
– ¿Cuándo sentiste que despegaba?
Unos meses después estaba en California en un lugar lejano de los polos tecnológicos y vi un afiche de una campaña política con un hashtag. Eso me voló la cabeza. En vez de una dirección de Internet había un hashtag. Cuando lo empezaron a poner en las tarjetas de presentación también me sorprendió.
– ¿Cuál fue el uso que más te gustó del hashtag?
Está siendo usado en tantos lugares que es increíble. Lo del sistema de trabajo colaborativo Slack, que arma sala de chat en base a hashtags, me parece interesante. Y también me parece muy interesante cuando lo toman estrellas pop y lo incluyen en sus canciones o videos.
– ¿Seguís sorprendiéndote?
Solo cuando lo veo en algo nuevo como lo vi hace poco en un aviso de Calvin Klein, es parte de la cultura pop.
– ¿Cuál es el uso menos constructivo del hashtag?
El uso más frustrante se da en los sites con contenido generado por usuarios, porque es bastante tonto. Es como spam vía hashtag cuando alguien sube unas fotos y le pone decenas de etiquetas.
– ¿Qué te pasa cuando ves que algo que nació de un tuit es usado en todo el mundo?
Es muy extraño para mi verlo en tan diferentes contextos y lugares. De alguna manera es el mejor ejemplo de lo que quería hacer en relación con las redes sociales aunque en el momento no lo hice con eso en mente.
En 2006 y 2007 estaba trabajando en formatos que apuntaban a permitir más opciones y más competencia como fue OpenID (un standard para ingresar a distintos sitios). Estaba pensando en identidades e interoperabilidad entre distintas plataformas. Por una serie de razones esto no funcionó tanto, pero el hashtag funcionó. Quizás parecía simple y estúpido, pero justamente por eso creo que funcionó.
– También sos creador de Barcamp, una “des-conferencia” que cumple diez años y también tiene su versión en la Argentina. ¿Cómo surgió ese proyecto y qué opinás del impacto que ha tenido?
Surgió cuando me mudé a Silicon Valley hace diez años. Allí existía la conferencia Foo Camp de Tim O’Reily que era muy buena pero era cerrada y con invitación. Para mi eso era contradictorio y entonces hicimos Barcamp, un evento abierto del que cualquiera podía participar no sólo yendo sino proponiéndose como orador.
Luego lo liberamos, como si se tratara de un software de código abierto, y se expandió por el mundo a una velocidad que aún hoy nos sorprende.
– Además sos señalado como uno de los primeros impulsores del concepto de coworking a través de Hat Factory en San Francisco. ¿El eje común entre estos proyectos es la colaboración o para vos hay algo más?
No, es eso. Siento que es la mejor manera de hacer las cosas si se puede. Estoy muy orgulloso de que mucha gente haga esto sin saber que yo fui parte de su lanzamiento. Lamentablemente, aunque existen más aceleradoras e incubadoras de proyectos, he visto menos ideas comunitarias como estas que hablamos en los últimos años.
– ¿Qué le recomendas a los que quieran generar conceptos que otros puedan replicar aunque no ganen dinero directamente por eso?
Que cambien la cabeza. Las historias de éxito que nos contamos tienen que ver con tener cosas, cambiar autos y productos similares, pero yo creo en generar “riqueza cultural” que es algo que tiene un impacto que va mucho más allá de tener un garage de cuatro autos. El impacto en el mundo es mucho mayor. Crear conceptos libres y gratuitos que son plataformas para el crecimiento de personas desconocidas en todo el mundo es muy poderoso y más relevante que cualquier cosa que puedas comprar.
Esta entrevista comienza una serie de notas que Chequeado publicará en el contexto de su nuevo laboratorio de Innovación para mostrar, de primera mano, cómo piensan y trabajan distintos referentes del mundo digital.
Fecha de publicación original: 07/05/2015
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