Aislamiento social: los gobiernos tuvieron distintos discursos, pero tomaron medidas bastante similares

A pesar de que algunos gobiernos tuvieron diferentes discursos sobre las medidas a adoptar frente a la expansión del nuevo coronavirus, casi todo el mundo impuso algún tipo de cuarentena, con más o menos intensidad.

Las restricciones generales

Así lo muestra un análisis realizado por el Oxford COVID-19 Government Response Tracker, un observatorio de la Universidad de Oxford que sigue las políticas implementadas por los países. Este centro desarrolló un “índice de severidad”, que mide el nivel de restricción impuesto en cada caso a nivel nacional o federal. Considera el cierre de colegios, de los lugares de trabajo, la cancelación de eventos públicos, restricciones en el número de personas que pueden reunirse, el cierre del transporte público, obligaciones de quedarse en casa para la población y restricciones para viajes domésticos e internacionales.

Al analizar el mapa de mediados de abril -cuando la pandemia ya se había expandido a todos los continentes-, se advierte que la mayoría de los gobiernos llegaron a niveles altos de restricción. En el mapa, los colores más oscuros implican mayor grado de severidad de las medidas.

Hubo, sin embargo, distintos discursos sobre la estrategia a seguir y ello, quizás, dejó la idea de que hubo países en el mundo que casi no cambiaron sus rutinas por la COVID-19. Ello no fue exactamente así. Un caso fue el del Reino Unido, en el que el gobierno habló al inicio de desarrollar la “inmunidad de rebaño”, es decir lograr que un porcentaje importante de la población se infecte para que así desarrolle inmunidad, y no limitar las actividades drásticamente.

El 12 de marzo, el primer Ministro, Boris Johnson, dijo que no cerrarían los colegios, y sólo le pedía a quienes tuviesen síntomas que no saliesen de sus casas. Sin embargo, algunos días después, el 24 de marzo, el gobierno prohibió las salidas de las casas, salvo excepciones como compras esenciales o hacer ejercicio.

Otro país que tuvo un discurso similar fue Israel. Su ministro de Defensa, Naftali Bennett, señaló el 21 de marzo que lo más importante -más que el aislamiento social general- era separar a los jóvenes de los adultos mayores, que son el grupo de riesgo, y habló también de la importancia de que una parte importante de la población se contagie.

Israel, sin embargo, tuvo luego una política bastante restrictiva o rígida. Implementó paulatinamente diferentes limitaciones y el 25 de marzo prohibió las salidas, salvo en casos excepcionales como comprar comida, ir al médico o participar en demostraciones. El gobierno llegó incluso a aislar una ciudad que tenía una importante cantidad de casos.

Nueva Zelanda, un caso señalado como exitoso hasta este momento, declaró a emergencia y estableció la obligación de quedarse en las casas el 25 de marzo, cuando todavía no registraba en el país ninguna muerte por el virus. Esta semana, la primer ministro, Jacinda Ardern, anunció una mayor liberalización, con la reapertura de escuelas, de restaurantes y tiendas, entre otras cosas.

Un caso excepcional, por su respuesta diferente, es Suecia, donde no se implementaron medidas tan restrictivas como en la mayoría de los otros países (se puede ver más sobre esto acá).

Otro es Corea del Sur, donde se implementó una política masiva de testeo y rastreo de casos, y a pesar de que se cerraron las escuelas, se hicieron elecciones sin sufrir un aumento significativo de contagios.

La obligación de quedarse en casa

En cuanto a las medidas específicas que exigen a la población general no salir de sus casas, como ocurre en la Argentina con el aislamiento social, preventivo y obligatorio desde el 20 de marzo último y aún vigente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la gran mayoría de los países también las implementó, aunque con algunas diferencias. El observatorio de Oxford las separa en cuatro categorías: sin medidas, recomendación de no salir de la casa, requisito de no salir de la casa con algunas excepciones (como hacer ejercicio o compras) y requisito de no salir de la casa con excepciones mínimas (como salir una sola vez cada tantos días o una sola persona por hogar).

En esta escala, la Argentina se ubicó en la cuarta categoría, la más restrictiva, con el requisito de no salir salvo mínimas excepciones, y está en la tercera escala, desde que el 26 de abril se flexibilizó la cuarentena en ciudades de menos de 500.000 habitantes.

Como se ve en el mapa, la gran mayoría de los países se ubicó entre en la tercera y la cuarta categoría, con prohibición de salir para la población, con más o menos excepciones, en distintos momentos de la pandemia.

Por qué las restricciones

A pesar de que tienen efectos muy negativos sobre la economía y el empleo, como advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la mayoría de los países tomaron medidas para restringir la circulación. Dado que no hay por el momento vacuna ni tratamientos probados para combatir a la COVID-19, la cuarentenas una de las medidas que resultó efectiva, al menos para bajar la rapidez de los contagios y evitar colapsos del sistema sanitario.

La pregunta ahora es cómo implementar otras medidas que permitan la reapertura de los países, sin que aumente drásticamente la cantidad de contagios, y si otras medidas de distanciamiento social, que no impliquen la obligación de quedarse en casa, pueden restringir el crecimiento del virus.

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