Cómo observar el eclipse de Sol sin poner en peligro la vista
- Este martes podrá observarse un eclipse total de Sol en el país.
- Los especialistas destacan la importancia de cuidarse los ojos para ver dicho espectáculo.
- En qué zonas se verá mejor, por qué ocurre y cuáles son los cuidados que hay que tener en cuenta.
El martes 2 de julio, alrededor de las 17.40, los argentinos seremos testigos de uno de los espectáculos más asombrosos que puede depararnos el cielo: un eclipse total de Sol, algo que ocurre cada aproximadamente 18 meses, pero que raramente puede verse dos veces seguidas desde una misma zona del planeta.
Si bien en la gran mayoría del territorio nacional se tratará de un eclipse parcial profundo, existe una privilegiada franja de unos 200 kilómetros de ancho que recorre el país de oeste a este, empezando por San Juan y terminando muy cerca de Chascomús, en la que el eclipse será total: esto significa que el Sol quedará oculto por la Luna en un 100% durante aproximadamente dos minutos y medio. Dos minutos y medio en los que podremos disfrutar de un fenómeno inolvidable.
La buena noticia es que, además, a este próximo eclipse le seguirá otro el 14 de diciembre de 2020 al mediodía, con epicentro en la localidad balnearia de Las Grutas, en Río Negro. Pero no hay que acostumbrarse demasiado ni pensar que esta frecuencia se repetirá en el futuro: el siguiente eclipse total de Sol visible desde nuestro país ocurrirá recién el 5 de diciembre de 2048 alrededor de las 15, y tocará el sur del territorio nacional. Afortunadamente, habrá otros eclipses solares parciales y anulares para matizar la espera.
Pero atención: para poder disfrutar de este fenómeno sin riesgos es fundamental tomar algunas medidas de precaución. Salvo en los breves instantes de la totalidad, cuando el Sol está cubierto por la Luna en un 100% –algo que, por otra parte, sucederá en muy pocas localidades de nuestro país y durante apenas dos minutos–, no debe observarse el eclipse a simple vista bajo ningún concepto.
Cómo cuidarse los ojos
Nuestros ojos son demasiado delicados y valiosos; no los pongamos en peligro. No se trata de que el eclipse en sí sea especialmente riesgoso, sino de que siempre, en cualquier circunstancia, mirar al Sol sin protección provoca daños irreparables para la vista (ver acá y acá). Por eso existe el encandilamiento: es una defensa natural que desarrollamos a lo largo de miles de años de evolución para evitar quedar ciegos frente a una luz intensa.
En este caso, como lo que queremos ver es justamente cómo el Sol se va ocultando detrás de la Luna, es imprescindible utilizar anteojos especiales, confeccionados con láminas de un material de alta densidad desarrollado en laboratorios para este fin. Ni hablar de mirarlo con binoculares o telescopios sin filtros: en ese caso, el daño puede ser aun mayor, ya que las lentes concentran la luz solar y la dirigen hacia los ojos, aumentando la exposición de la retina, según explicó el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires “Galileo Galilei”.
Es importante saber que ninguna de las “recetas caseras” sirve en estos casos: ni radiografías, ni vidrios ahumados con velas, ni anteojos negros comunes, ni piedras de obsidiana, ni máscaras de soldar (excepto que sean de densidad DIN 14 o superior) protegen adecuadamente la vista. Todos estos sistemas filtran algo de luz visible, pero no alcanzan para frenar los dañinos rayos ultravioletas que emite nuestra estrella y que son los que realmente pueden dañar la retina si se la expone durante largos períodos, provocando retinopatía e incluso la pérdida total de la visión.
Los lentes y filtros especiales para ver el eclipse que se consiguen en ópticas y negocios especializados no solo reducen la luz solar visible, sino que también bloquean la radiación solar ultravioleta e infrarroja. Al adquirirlos, hay que revisar que cuenten con la etiqueta de certificación ISO 12312-2, que estén en perfectas condiciones (sin rayaduras ni perforaciones visibles) y que no tengan una antigüedad mayor de 3 años. Por último, hay que tener en cuenta que, si se van a utilizar otros instrumentos de observación indirecta o fotografía, también deben protegerse con un filtro especial para evitar que se arruinen.
Qué es un eclipse y por qué pasa
Habiendo hecho estas aclaraciones, desempolvemos los manuales de la primaria para recordar muy brevemente qué son y por qué se producen los eclipses. Básicamente, ocurren cuando el Sol, la Luna y la Tierra se encuentran en una misma línea y suceden gracias a que ambos cuerpos celestes poseen un tamaño aparente muy similar en el cielo: si bien el Sol es 400 veces más grande que la Luna, también se encuentra casi exactamente 400 veces más lejos de la Tierra, por lo que su diámetro visual es prácticamente el mismo… algo muy fácil de comprobar a simple vista (nuevamente, con los recaudos del caso).
Si nuestro satélite se encuentra ubicado entre el planeta y la estrella, en la fase de Luna nueva (cuando generalmente no es visible para nosotros) se produce un eclipse de Sol, que puede ser parcial, total o anular según cuánta superficie quede cubierta. Si, por el contrario, es la Tierra la que se ubica en el medio, tapando la luz que la Luna recibe del Sol durante la fase de Luna llena, se trata de un eclipse de Luna. En ese caso nuestro satélite adquiere un color cobrizo o anaranjado: se trata de la famosa “Luna roja”.
Ahora bien: si cada 28 días la Luna pasa entre la Tierra y el Sol, y también cada 28 días se encuentra del lado opuesto, ¿por qué no se producen eclipses de Sol y Luna todos los meses? Muy sencillo: porque la órbita de la Luna se encuentra ligeramente inclinada respecto de la Tierra y su sombra pasa por “arriba” o por “abajo” del planeta la mayoría de las veces.
Durante la tarde del martes, entonces, podremos apreciar en todo su esplendor este “baile cósmico”. Cerca de las 16.30, la Luna empezará a “ocultar” al Sol. A lo largo de una hora, su silueta oscura avanzará sobre el luminoso disco solar, disminuyendo ligeramente su brillo hasta llegar, aproximadamente una hora después, al máximo del eclipse. Alrededor de las 17.40, y dependiendo del lugar en el que nos encontremos, podremos ver un disco solar oculto parcialmente (entre un 60 y un 99,9%) o cubierto por completo.
Dónde se va a ver mejor
Claro que este último fenómeno solo podrá apreciarse en la “franja de totalidad”, una línea de no más de 200 kilómetros de ancho que cruza el centro de la provincia de San Juan, el sur de La Rioja, el norte de San Luis, el sur de Córdoba y Santa Fe y el norte de la provincia de Buenos Aires, llegando casi hasta las mismísimas puertas de la ciudad de Buenos Aires: uno de los últimos lugares en donde se podrá apreciar la totalidad del eclipse será la localidad de Luján.
Es importante tener en cuenta que, como el fenómeno astronómico ocurrirá casi al atardecer, los últimos sitios en los que será visible corren con cierta desventaja. En primer lugar, para poder apreciarlo será imprescindible contar con una vista absolutamente despejada hacia el oeste. Por otra parte, y dada la época del año en la que nos encontramos, es altamente probable que exista algo de nubosidad sobre el horizonte. Es por eso que muchos “cazadores de eclipses” organizaron viajes a San Juan, La Rioja y San Luis para poder disfrutar mejor del espectáculo: cuando más al oeste se encuentre el observador, más alto estará el Sol en el cielo, y por lo tanto habrá más posibilidades de verlo y de apreciar todos los fenómenos asociados.
Eclipse: fenómeno único
Porque, y acá se encuentra la verdadera clave del asunto, no se trata “solo” de ver cómo el Sol se oculta brevemente detrás de la Luna: durante un eclipse total se producen una serie de cambios muy rápidos y notables. Tal como señaló a Chequeado Mariano Ribas, coordinador del área de divulgación científica del Planetario de Buenos Aires, durante la totalidad del eclipse pasan muchas cosas al mismo tiempo. “La luminosidad del cielo disminuye de manera evidente, aparecen las estrellas más brillantes, la temperatura desciende varios grados, comienza a soplar el viento, los animales se muestran desconcertados o asustados, y hasta las mismísimas sombras que proyectamos cambian, volviéndose más ‘filosas’. Es un fenómeno único”, agregó Ribas.
Además, durante los pocos minutos que dura la totalidad del eclipse se puede ver la “corona solar”: la tenue, irregular y extendida atmósfera solar externa, imposible de apreciar normalmente a simple vista debido a que brilla aproximadamente un millón de veces menos que el mismo Sol. También se puede observar la cromósfera: una fina capa rojiza ubicada inmediatamente por encima de la superficie solar. Solo durante estos breves instantes, y únicamente en los lugares ubicados dentro de la franja de totalidad, se puede disfrutar del fenómeno natural a simple vista sin protección de ningún tipo, debido justamente a que toda la luz del Sol se encuentra “tapada” por la Luna que se interpone en nuestra visual. Antes, después y por fuera de esa franja, es peligroso mirar al Sol sin lentes especiales.
El momento cúlmine del show astronómico durará apenas dos minutos y fracción: luego, la Luna seguirá su camino en el cielo y comenzará a “destapar” a nuestro astro… que, al mismo tiempo, estará ocultándose bajo el horizonte. Un verdadero “final a toda orquesta” para un evento que, seguramente, será inolvidable para todos los que puedan disfrutarlo sin poner su vista en peligro.
El eclipse es un espectáculo único: es importante que lo sea por las razones correctas y no porque provoque un daño irreversible.
Fecha de publicación original: 01/07/2019
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