El 80% de los jugadores compulsivos en la Provincia son adictos a las tragamonedas y la ruleta electrónica
Desde este verano, los apostadores bonaerenses contarán con menos opciones para jugar en la Costa atlántica. La semana pasada, la gobernadora María Eugenia Vidal anunció el cierre definitivo de tres casinos (los ubicados en Necochea, Mar de Ajó y Valeria del Mar) y del bingo de Temperley, a los que se decidió no renovarles la licencia para operar. En paralelo, autorizó un llamado a licitación pública para la explotación de máquinas tragamonedas en casinos de la provincia.
La decisión deja a la Provincia de Buenos Aires con nueve casinos y 45 bingos, la mayoría ubicados en el Conurbano y en la Costa. Desde hace tiempo, la consecuencia social de este estado de situación son miles (ver Recuadro II) de bonaerenses jugadores compulsivos (ludópatas) que en ocho de cada diez casos son adictos a las diferentes variantes de las “maquinitas” (tragamonedas y ruleta electrónica).
Si bien la Gobernación aseguró que “reforzará la asistencia” a las personas que padecen ludopatía o adicción al juego, los especialistas consultados por Chequeado piden mayor cantidad de centros de atención.
Cómo funcionan los centros
En septiembre de 2005, bajo la gestión del entonces gobernador Felipe Solá, comenzó a funcionar en la Provincia el Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo, formado por un equipo de profesionales en salud mental que ofrece asistencia a los jugadores y a sus familias.
De acuerdo con datos provistos por el Instituto de Lotería de la Provincia a este medio, el programa lleva atendidas 7.724 personas por cuestiones vinculadas al juego patológico. Esto es así a pesar de que solo existen diez Centros Asistenciales en toda la provincia, ubicados en Avellaneda, Bahía Blanca, La Plata, Mar del Plata, Morón, Necochea, Olavarría, Pergamino, Tandil y Vicente López. “Esa situación provoca que quien se quiera tratar tenga que recorrer largas distancias si no encuentra uno cerca”, explicó el diario La Nación en esta nota.
En mayo de 2017, el gobierno de Vidal sugirió que derivaría las consultas por ludopatía de los diez Centros Asistenciales hacia los Centros de Prevención de Adicciones (CPA), que se encuentran más extendidos en la provincia y que dependen del Ministerio de Salud bonaerense. “La idea es que los CPA vayan absorbiendo a los centros de ludopatía”, dijo por entonces Juan Martín Malcolm, vicepresidente del Instituto.
La medida fue resistida por los trabajadores de los centros, ya que los CPA “lamentablemente vienen con muchas falencias respecto a infraestructura y operatividad”, explicó Ezequiel Navarro, secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) de General Pueyrredón. En el mismo sentido se expresó el Observatorio de Adicciones y Consultas Problemáticas de la Defensoría del Pueblo de la Provincia, que en su informe de 2017 aseguró que los CPA se encuentran “desbordados, producto del crecimiento exponencial de adictos al paco y la pasta base, y otras sustancias tóxicas” y que “varias unidades (sedes) ni siquiera funcionan”.
Ante la consulta de Chequeado, Malcolm aseguró que “jamás se habló de cerrar los centros de atención” y que la idea, por el contrario, es “tener más bocas de atención en la Provincia”, logrando así una mayor cobertura territorial. En la misma línea se había expresado el presidente del Instituto, Matías Lanusse, durante la Tercer Clínica del Juego Compulsivo que se desarrolló en Buenos Aires en septiembre.
Malcolm explicó que el organismo incorporó información sobre ludopatía al programa “El estado en tu barrio” en Morón, La Plata y Mar del Plata, y que el Instituto se propone capacitar a los profesionales de los CPA para que también puedan atender a ludópatas. Además, se buscará ampliar el horario de atención de la línea de ayuda 0-800-444-4000, que actualmente funciona de 8 a 20 horas.
Para Walter Martello, defensor del Pueblo Adjunto bonaerense, estas medidas son insuficientes. “Teniendo en cuenta los altos porcentajes de consultas y las encuestas realizadas por instituciones y organismos públicos, deberían volcarse más recursos a la atención de la ludopatía”, dijo ante la consulta de este medio.
Martello también lamentó que las únicas estadísticas oficiales sobre juego compulsivo provengan de las personas que consultan la línea telefónica para ludópatas y, por extensión, la falta de relevamientos territoriales “que permitan determinar la complejidad del fenómeno, discriminando aspectos zonales, regionales y radios de influencia de las salas” (ver Recuadro II).
Débora Blanca, psicóloga especialista en ludopatía y autora del libro La adicción al juego, ¿no va más?, dijo a este medio que el programa de los Centros Asistenciales “funciona bien y es absolutamente necesario para muchos familiares (de adictos al juego), que si no tienen atención gratuita quedan muy complicados”, y que lo ideal es “propiciar lugares de tratamiento bien específicos” en lugar de hacer foco en centros asistenciales generales.
“El jugador compulsivo gracias si pide ayuda en un lugar específico de ludopatía, no va a ir nunca a un centro de adicciones en general porque no se identifica con el toxicómano”, ilustró.
El juego más adictivo: las máquinas tragamonedas
De acuerdo con datos del Instituto de Lotería bonaerense, el 65% de las personas asistidas entre 2005 y 2017 llegaron por problemas con las máquinas tragamonedas (5.022), cifra que asciende a más del 79% si se suman los adictos a la ruleta electrónica (1.050) y al hipódromo electrónico (64). Es decir que ocho de cada diez ludópatas bonaerenses son adictos a las diferentes variantes de las “maquinitas” y no a los juegos bancados como la ruleta o las cartas.
Por otra parte, el 90% de los jugadores compulsivos son empleados, el 5% jubilados y el 2% amas de casa. Siete de cada diez ludópatas tiene deudas y la mitad asiste diariamente a una sala de juego.
La Gobernadora cumplió hasta ahora con su promesa de no permitir ni una sola máquina más. No obstante, la semana pasada, al tiempo que promocionaba el cierre de cuatro salas, Vidal también anunciaba un llamado a licitación para que empresas privadas puedan continuar explotando el parque de tragamonedas en casinos bonaerenses por 20 años más, negocio que hoy se encuentra en manos de la empresa Boldt.
El pliego de condiciones que acompaña al Decreto Nº 944 firmado por Vidal incluso exige una cantidad mínima de máquinas tragamonedas por casino y establece que, “en caso de requerirse incrementar la cantidad de máquinas electrónicas de juegos de azar”, el adjudicatario “deberá contar con la previa conformidad del Instituto”. Según informó el Instituto, existen 22.400 máquinas tragamonedas en bingos y casinos de la provincia de de Buenos Aires, el doble de máquinas que en todo Chile (ver informe, en inglés).
Fecha de publicación original: 17/01/2018
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