La Argentina adhirió a la Nueva Ruta de la Seda: qué implica y qué resta por conocer
- Con la firma el 6 de febrero último de un memorándum de entendimiento, el país formalizó su incorporación a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), el proyecto más ambicioso de China a nivel global.
- El objetivo es generar acuerdos de financiamiento, donde el centro lo ocuparán las grandes compañías chinas en los sectores de energía, construcción o telecomunicaciones.
- El Gobierno nacional anunció inversiones en el país por un total de US$ 23 mil millones. Lo cierto es que -de momento- ninguna de las partes publicó la documentación al respecto, explicitando los proyectos, plazos y montos específicos.
Con la firma el 6 de febrero último del Memorándum de Entendimiento en Materia de Cooperación realizada por el canciller argentino Santiago Cafiero y el ministro a cargo de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma china, He Lifeng, la Argentina formalizó su incorporación a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), también conocida como “la Nueva Ruta de la Seda”.
En ese contexto, el Gobierno nacional informó la obtención de un financiamiento valuado en US$ 23 mil millones, todo un insumo de cara a los dilemas que el principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional podría suponer para las finanzas del país.
¿Qué es la IFR? ¿La Argentina va a recibir US$ 23 mil millones de dólares? Te lo contamos en esta nota.
¿Qué es la Iniciativa de la Franja y la Ruta?
La IFR toma su nombre de la Ruta de la Seda que, diagramada durante la dinastía Han, supuso la conexión económica y cultural entre China y lo que hoy es Asia Central. Esta lógica, varios siglos después y con una adecuación más cercana a los dilemas y estructuras presentes en la actualidad, fue resignificada bajo la idea de “ir al oeste”, promovida bajo el decenio presidencial de Jiang Zemin (1993-2003).
El presidente chino, Xi Jinping, presentó en 2013 su plan para un “Cinturón Económico de la Ruta de la Seda”. El objetivo era emular los beneficios de la apertura desde China hacia Europa desde la década de 1980 en adelante, proyectando nuevas rutas terrestres sobre el oeste y entendiendo que, como condición territorial y política necesaria, se debía mejorar la conectividad entre los países asiáticos.
Desde Kazajistán primero y apenas un mes después desde Indonesia, Jinping graficó la voluntad de una Iniciativa anclada bajo 2 ejes: la Franja Económica de la Ruta de la Seda (vía terrestre) y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI, las cuales quedarían nucleadas bajo la denominación “Un cinturón, una ruta” para prontamente ser denominada la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Los “cinturones” referían a los ferrocarriles y la infraestructura (autopistas, cableado de fibra óptica o Internet, entre otros) destinados a conectar China desde Europa hasta Asia Central, transitando Oriente Medio y Rusia en su recorrido; en tanto las “rutas” hacían lo propio con los desarrollos marítimos, con sus múltiples puertos por construir, desde la China Meridional hasta el Océano Índico y Pacífico Sur.
Transcurridos 2 años, en 2015 el Partido Comunista Chino (PCCh) presentó el documento que dentro del 13° Plan Quinquenal 2016-2020 formalizó las iniciativas terrestres y marítimas de la Nueva Ruta de la Seda donde incorpora fuertemente 2 aspectos: el componente tecnológico y la intención de promover el desarrollo de las provincias menos favorecidas en el sostenido crecimiento nacional.
“Los proyectos son de infraestructura y tecnología con financiamiento chino porque esas 3 son las variables que constituyen la oferta exportable china. China va con ese excedente y se despliega por Occidente porque lo necesita para convertir su crecimiento en desarrollo y consolidar el proyecto colectivo que encabeza el Politburó”, explicó a Chequeado Gustavo Girado, economista y director del Posgrado Estudios en China Contemporánea de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
A partir del traslado de estas variables y una mayor conectividad, el objetivo inmediato de China con la IFR está en generar acuerdos de financiamiento, donde el centro lo ocuparán las grandes compañías chinas en los sectores de energía, construcción o telecomunicaciones, para así diversificar la demanda interna energética y reorientar en este proceso sus compromisos ambientales.
“China trata de incrementar su capacidad para establecer normas y patrones globales, para lo cual invierte tanto en infraestructura física como en esfuerzos para diseñar nuevos esquemas de gobernanza global moldeados a su interés”, señaló Girado, también autor del libro Un mundo made in China.
El rechazo de Washington y aliados a la IFR
La Argentina se convirtió en el vigésimo país de la región y primera economía de América Latina en incorporarse a la IFR, con el antecedente de haber ingresado al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), una institución que -si bien desde su estatuto no demanda ser parte de la IFR- es vista como parte central de este proyecto.
“El AIIB y la IFR están fuertemente relacionados. El AIIB es la herramienta de carácter institucional para otorgar gran parte del financiamiento que luego se deriva a proyectos en el marco de la IFR”, dijo a Chequeado Sebastián Schulz, sociólogo e investigador del Centro de Estudios Chinos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
En este sentido, Schulz planteó: “China tiene una estrategia dual de, por un lado, intentar ser parte de las organizaciones internacionales tradicionales como el FMI, donde es parte de una manera crítica reclamando reformas que democraticen esas instituciones pero, además, también ha empezado su política de crear nuevas instituciones que materialicen la nueva situación en el escenario internacional, la nueva correlación de fuerzas”.
“La postura de los EE.UU. y otras potencias aliadas frente a la mayor presencia de China en materia de financiamiento y en materia comercial es de suma preocupación porque la presencia china ha mejorado el acceso a recursos que en otras épocas solo proveían EE.UU. o las instituciones que comandaba (…) La novedad está planteada en que EE.UU. puede cuestionar pero ya no puede vetar. El hecho de que 145 países del mundo hoy sean parte de la IFR habla de la imposibilidad de limitar el margen de maniobra”, afirmó Schulz.
De hecho, por fuera del respaldo occidental a los intereses de Washington, en la última década China ha encontrado en el incremento de la inversión en el continente europeo una manera de vincularse con potencias como Francia, Reino Unido o Alemania, así como con aquellos países menos favorecidos de la Unión Europea.
¿La Argentina va a recibir US$ 23 mil millones de dólares?
Tras la firma del Memorándum de Entendimiento entre la Argentina y China, el Gobierno encabezado por Alberto Fernández anunció haber concretado inversiones en el país por un total de US$ 23 mil millones.
Ahora bien, lo cierto es que -de momento- ninguna de las partes publicó la documentación al respecto, explicitando los proyectos, plazos y montos específicos.
La única información al respecto de este punto proviene de la Cancillería, desde donde se resalta que el financiamiento se instrumentará en 2 etapas, entendiendo que el segundo de ellos resta por ser aprobado. Chequeado contactó al embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, para pedirle precisiones sobre este punto, pero no obtuvo una respuesta.
En concreto se habla de 2 tramos: “Uno ya aprobado por US$ 14 mil millones, bajo el mecanismo del Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica (DECCE); y un segundo paquete, por US$ 9.700 millones, que la Argentina presentará en el Grupo Ad Hoc creado (…) tras la adhesión a la Franja y la Ruta de la Seda”.
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