La ventaja del oficialismo: las elecciones a gobernador cada vez menos competitivas

Durante la campaña en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la cuenta de Twitter de la Casa Rosada difundió mensajes del candidato del Frente para la Victoria en la Ciudad, Mariano Recalde. Es una pequeña muestra del uso de canales oficiales para difundir mensajes partidarios, como por ejemplo la publicidad en los entretiempos del Fútbol para Todos.

No es algo exclusivo del Gobierno nacional, el Gobierno de la Ciudad utiliza el color amarillo, identificado con el partido PRO en sus comunicaciones institucionales (como denunció Poder Ciudadano). O la Provincia de Buenos Aires, que incluye el nombre del gobernador, Daniel Scioli, en los bienes públicos como los patrulleros (ver aquí y aquí).

El uso de los recursos estatales para la difusión de imágenes partidarias o personales es sólo una de las formas que utilizan quienes están en el poder para tener una ventaja en la competencia electoral. Esa ventaja pesa cada vez más, de acuerdo con un informe del Centro para la Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). A tal punto que en 2011 “los oficialismos ganaron en 20 de los 22 distritos que eligieron gobernador”, contabiliza el informe.

La ventaja del oficialismo es un concepto que “hace referencia a un beneficio electoral sistemático del que gozan los partidos y candidatos oficialistas por el solo hecho de ocupar el gobierno. Se trata de un sesgo en las condiciones de la competencia política que hace que el oficialismo, independientemente de su desempeño en el gobierno, tenga más probabilidades de ganar las elecciones que la oposición”.

No se trata, aclara el informe, de un resultado basado en la evaluación del electorado de la gestión anterior, sino de las ventajas que el oficialismo tiene por estar en el gobierno. “La ventaja del oficialismo funciona independientemente de las virtudes de sus candidatos”, aclara.

El informe menciona entre sus principales conclusiones que:

● Los oficialismos obtienen más votos y tienen mayor probabilidad de ganar las elecciones que la oposición.
Las elecciones de gobernador son cada vez menos competitivas: al comienzo de la serie, en 1987, los oficialismos obtenían en promedio un excedente de votos de alrededor del 10 por ciento. En los últimos ciclos, ese excedente casi alcanza el 30 por ciento.

● La ventaja del oficialismo varía entre las provincias
Hay jurisdicciones donde la ventaja es tal que el oficialismo no puede ser derrotado. En Formosa, San Luis, Santa Cruz, Santiago del Estero, Neuquén y La Rioja, la probabilidad de victoria del oficialismo es del 100%, simplemente no puede perder. En el resto de los distritos, la alternancia es todavía una posibilidad.

● El PJ es el partido que más retorno electoral obtiene de estar en el gobierno.
Los datos indican que la ventaja del oficialismo es distinta según el partido de gobierno. El análisis por partido muestra que el PJ es la fuerza que captó más réditos: cuando el peronismo es gobierno, obtiene en promedio un 14% más de votos positivos que la oposición y una probabilidad de victoria 33% mayor.

A los partidos provinciales también les procura buenos réditos electorales ocupar la gobernación, aunque en menor medida que Al PJ: un 10% más de votos y un 25% más de probabilidades de ganar que la oposición. Los datos sugieren que la UCR, en cambio, no logra capitalizar electoralmente el hecho de ser gobierno.

● La ventaja de los oficialismos tiene un fuerte componente personal.
Al analizar por separado las elecciones en las que el gobernador en ejercicio buscó la reelección (ventaja del oficialismo personal) y aquellas en las que el partido de gobierno compitió con otro candidato (ventaja del oficialismo partidaria), los resultados indican que la ventaja personal supera a la que obtienen los partidos de gobierno.

● Cuando la reelección no está permitida esa ventaja disminuye notablemente.
En las provincias en las que la reelección está limitada, la ventaja para el partido de gobierno en porcentaje de votos es algo mayor pero sin llegar a traducirse en una mayor probabilidad de ganar las elecciones: donde hay límites a la reelección, la ventaja oficialista es más tenue.

Sobre los problemas que trae la falta de competitividad, el informe señala que “implica serios riesgos para el buen funcionamiento de las instituciones de gobierno. Cuando un partido tiene una posición hegemónica en el mercado electoral, la concentración de poder que esto implica desdibuja la división de poderes, desvirtúa el sistema de pesos y contrapesos e impide que las elecciones funcionen como un mecanismo de rendición de cuentas”.

Y agrega: “Un poder más repartido no solo genera las condiciones para que funcione el sistema de pesos y contrapesos, sino que tiende a construir acuerdos, permite repartir responsabilidades y resulta más efectivo para contener la disputa de poder dentro de las instituciones”.