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¿La vitamina C previene los resfríos?

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • La creencia popular es que la vitamina C puede curar o prevenir el resfrío común, por eso se recomienda tomar jugo de naranja antes de la llegada del invierno.
  • Sin embargo, la evidencia científica disponible muestra que este micronutriente no es capaz de prevenir ni curar el resfrío y solo ofrece un ligero beneficio al reducir la duración y/o la gravedad de los síntomas.
  • En esta nota te contamos cómo nace este mito y cuánta vitamina C necesitamos para mantener una dieta saludable.

“Si empezás a comer naranjas en enero, en julio seguro que no te resfriás”.

Todos escuchamos alguna vez el consejo de tomar jugo de naranja cuando estamos resfriados para curarnos, o de consumirlo antes del invierno para prevenir los estornudos y la congestión con la llegada del frío. Incluso se venden sobrecitos de hasta 2 gramos de vitamina C y también ositos de goma que la incluyen, para público infantil. 

Pero, ¿la vitamina C previene o cura los resfríos? Veamos qué nos dice la evidencia científica al respecto.

¿Qué es la vitamina C?

Las vitaminas son micronutrientes esenciales que intervienen en muchas funciones metabólicas y fisiológicas del cuerpo humano. Se han identificado 13 vitaminas que se clasifican según su solubilidad en (i) vitaminas liposolubles (A, E, D y K), es decir solubles en grasas y (ii) vitaminas hidrosolubles (vitaminas del grupo B y vitamina C), es decir solubles en agua. 

A diferencia de las vitaminas liposolubles -especialmente la A y la E-, las vitaminas hidrosolubles no se almacenan en el organismo (con excepción de la vitamina B12 que puede almacenarse en el hígado) y su exceso se excreta por la orina. Por eso es necesario un aporte permanente.

La vitamina C (ácido L-ascórbico) desempeña varias funciones biosintéticas y antioxidantes y tiene un papel importante en la función inmunitaria, entre otras. La deficiencia aguda de vitamina C conduce al escorbuto y justamente esta enfermedad fue la que llevó a su descubrimiento

Los marineros eran quienes más lo sufrían y se estima que, entre los años 1500 y 1800, murieron alrededor de 2 millones por esta causa. En 1747, James Lind realizó un ensayo con 6 tratamientos diferentes y encontró que lo único eficaz era suministrarles naranjas y limones. 

Pasarían más de 150 años hasta descubrirse quién era el responsable: en 1928, Albert Szent-Gyorgi aisló una sustancia hallada en las glándulas suprarrenales y la denominó ácido hexurónico. En 1931, los bioquímicos Joseph Svirbely y Charles King, descubrieron que la vitamina C cristalina obtenida del jugo de limón se correspondía con las propiedades del ácido hexurónico. ¡Bingo!

¿Cuánta vitamina C necesitamos?

Los seres humanos y otros animales somos incapaces de sintetizar vitamina C de forma endógena, por lo que es un componente  esencial de nuestra dieta. Las necesidades diarias de vitamina C según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) oscilan entre 75 y 90 miligramos para las personas adultas llegando a 120 miligramos para las personas que amamantan. 

En el Código Alimentario Argentino, capítulo V, se recomienda una ingesta diaria de 45 mg para la población general, 55 mg durante el embarazo y 70 mg durante la lactancia (para darnos una idea, en promedio, un kilo de naranjas contiene 500 mg de vitamina C y podemos encontrar la misma cantidad en medio kilo de kiwis). 

Por otra parte, las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) utilizan por consenso para la recomendación de micronutrientes, las tablas de ingestas dietéticas de referencia elaboradas por el Food and Nutrition Board de las Academias Nacionales de Ciencia de Estados Unidos (NAS/USA). Los valores para la vitamina C coinciden con los de los NIH.

Aproximadamente entre el 70% y el 90% de la vitamina C se absorbe con ingestas moderadas de 30-180 miligramos al día. Sin embargo, en dosis superiores a 1 gramo al día, la absorción cae a menos del 50% y el ácido ascórbico no metabolizado se excreta en la orina. 

Dicho esto… ¿qué tienen que ver los resfriados?

Todo comenzó con un Nobel

El premio Nobel de Química Linus Pauling dedicó muchos años de su vida a promocionar los supuestos beneficios de la vitamina C en gripes y resfriados. En uno de sus libros, La vitamina C y el resfriado común, concluyó que, en dosis de un gramo por día, podía reducir hasta en un 45% las posibilidades de contagiarse de gripe. 

En otros libros sucesivos siguió sugiriendo dosis mayores, de hasta 12 gramos diarios en circunstancias normales y de 40 gramos frente a los síntomas de un resfriado. Estos libros tuvieron gran éxito y motivaron la comercialización de suplementos de vitamina C.

Pauling ocupaba una destacada posición en la comunidad científica y su defensa del ácido ascórbico llevó a que se tomara en serio su propuesta y se hicieran muchas investigaciones en distintos países. Se observó que los estudios iniciales de Pauling tenían serios problemas metodológicos, como la ausencia de grupos control, la cantidad limitada de personas que estudiaban o, incluso, la manera en la que se interpretaban los resultados. Pauling nunca aceptó esto y murió en 1994 defendiendo su postura hasta el final.

¿Qué sabemos hoy?

Una revisión sistemática de 2013 relevó 29 estudios que incluían a 11.306 participantes con una administración de suplementos de 200 mg o más de vitamina C. Tras el análisis, se encontró que el suministro de dosis altas de vitamina C al comienzo de la aparición de los síntomas no mostró tener efectos consistentes sobre la duración ni la gravedad de los síntomas del resfriado común. 

Por otra parte, la administración regular de suplementos de vitamina C tampoco tiene efectos notables sobre la incidencia del resfriado común en la población (por cada 42 personas a las que se les indica vitamina C por un lapso de tiempo de al menos 3 meses se previene 1 resfrío), pero sí un efecto moderado para reducir la duración de los síntomas: en los adultos se redujo en promedio un 8% y en los niños un 14% (llegando al 18% con 1 a 2 gramos por día de vitamina C). No es muchísimo, pero algo es. 

En quienes sí parece tener un efecto notable es en las personas que hacen ejercicio de manera intensa: en 5  ensayos con 598 participantes expuestos a períodos cortos de estrés físico extremo (incluidos esquiadores y maratonistas), la vitamina C redujo a la mitad el riesgo de resfriado común.

Los autores de la revisión concluyen, entonces, que para la población general “la administración rutinaria de suplementos de vitamina C no está justificada” aunque “puede ser útil para las personas expuestas a períodos breves de ejercicio físico intenso”. 

Una nueva revisión de 2017 encontró que en 3 ensayos la vitamina C tuvo un efecto preventivo frente a la neumonía, entre otros, llegando a la conclusión de que se deben seguir investigando los efectos terapéuticos de este compuesto.

En conclusión, si bien es cierto que la vitamina C está involucrada en los procesos de defensa del organismo, la evidencia disponible hasta el momento muestra que no es capaz de prevenir ni curar el resfrío en la población general y solo ofrece un ligero beneficio al reducir de forma muy moderada la duración y/o la gravedad de los síntomas. 

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Comentarios

  • Daniela26 de mayo de 2022 a las 9:33 pmHola! Hay que ser menos resultadistas. Es bueno COMER naranjas, no solo x resfriados. Y dejar de COMPRAR suplementos

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