¿Qué pasó con la carga de los datos en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires?
Noche de elecciones en la Provincia de Buenos Aires. Comienza el recuento de votos y el PRO pica en punta, mostrando números impresionantes y con una ventaja considerable sobre Cristina Fernández de Kirchner…. o era sobre Daniel Scioli. Conforme avanza la noche los especialistas esperamos que las autoridades incrementen la carga de la Primera y la Tercera Sección, buscando que los números se estabilicen para predecir el resultado final. Sabemos que la diferencia entre Esteban Bullrich y CFK se va a achicar, o era Scioli y Mauricio Macri, quizá Aníbal Fernández y María Eugenia Vidal; y comenzamos a anticipar el resultado final al llegar al 50% o 60% de la carga. Los mensajes por WhatsApp vuelan, “gana CFK por 0,1”, “pierde CFK por 0,05”.
Mientras los especialistas tratamos de medir las distorsiones de la carga, los medios periodísticos y la imaginación popular vuelan. Las noticias falsas circulan, denunciando robos de boletas, falta de fiscales, manipulaciones de todo tipo que primero explican las diferencias enormes entre los candidatos y, más adelante, el cambio brusco en la tendencia. Se habla de negociaciones secretas, pactos políticos, acuerdos de gobernabilidad.
Este ritual, repetido en dos elecciones consecutivas, tiene motivos estadísticos, pero da cuenta de la política profunda de la Provincia de Buenos Aires. Una política signada por diferencias sociales, culturales y políticas, expresada en múltiples sistemas de partidos en sus ocho secciones electorales. También explica las dificultades que se avecinan en el peronismo, el cual mira un 2019 en el que sus grietas internas difícilmente lograran cerrarse.
Detrás de las paradojas estadísticas de la carga en la Provincia, por tanto, se oculta una tensión socio-política entre dos modelos de construcción del peronismo. El peronismo está sólido en los distritos del conurbano, pero enfrenta cuellos de botella importantes para crecer en las otras secciones electorales. En la lucha por el corazón de este espacio político, la solidez del Frente para la Victoria (FpV) en el Gran Buenos Aires es tan clara como la debilidad de este espacio político en el resto de la Provincia. El peronismo disidente no puede con CFK en el GBA ni tampoco logra hacer pie donde ella no es competitiva.
Las idiosincrasias estadísticas de la carga en la PBA
Distritos electorales como el territorio bonaerense están caracterizados por una alta heterogeneidad económica, social y política. Cuando los partidos crecen o se achican, por tanto, difícilmente lo hacen de modo homogéneo. Hay partidos que, como la marea, crecen y declinan en todas partes. Otros, como el peronismo y el laborismo inglés, pierden muchos votos en momentos de baja en áreas peri-rurales y en las ciudades chicas, pero logran concentran sus fuerzas en bastiones electorales, ya sea del norte y centro en Inglaterra o del GBA en la Argentina.
La concentración territorial del voto peronista de la Provincia, en momentos de debilidad electoral, tiene una impronta estadística que lo asemeja con el laborismo británico. Como se ve en los gráficos 1 y 2, la mayor concentración territorial del voto hace que, aun cuando hubo paridad entre ambas fórmulas, Fernandez de Kirchner ganó por mayores márgenes en las mesas que controla el FpV que Bullrich en las mesas que controla Cambiemos.
Una toma aleatoria de mesas de la provincia encontraría una mayor frecuencia de mesas en las cuales gana Bullrich por poco margen y, a su vez, un número limitado de mesas donde CFK arrasa. Por supuesto que, si tomáramos mesas al azar en toda la provincia, el sesgo de carga no existiría. Sin embargo, en cualquier situación en la cual existen diferencias territoriales en la carga de las distintas secciones, Fernández de Kirchner comenzaría perdiendo por paliza o ganando por afano.
En el conteo provisorio, Bullrich (derecha) obtiene un 35,48% de votos en la PBA y un 35,32% en la mesa mediana. Por su parte, CFK (izquierda) obtiene un 35.14% de votos en la Provincia, pero tan sólo un 33,68% en la mesa mediana. La concentración territorial del voto en el conurbano hace que la carga de votos esté sesgada. Con mayor probabilidad, CFK viene “de atrás”, dado que Bullrich pierde por mayores márgenes en un menor número de mesas. El histograma describe la frecuencia de voto por mesa para ambos candidatos. Fuente: datos oficiales del escrutinio provisorio a nivel de mesa.
Otra forma de mirar los sesgos de la Provincia. La distribución girada a la izquierda muestra que Bullrich pierde en un número limitado de mesas, pero por mayores márgenes. En el conteo final hay que agregar otras características socio-demográficas que explican que la carga en circuitos de menores ingresos y con menor nivel educativo sea más lenta.
Por supuesto existen también elementos socio-demográficos que explican porque se ha acentuado esta distorsión en la carga. El voto en la Argentina está más estratificado por clase que hace diez años, generando sesgos en la carga que dan cuenta del mayor voto de clase baja del FpV y el mayor voto de clases medias y altas en el PRO.
De la Estadística a la Política
La concentración territorial del FpV en el conurbano es más que una idiosincrasia estadística que afecta la carga de datos en las elecciones. En aquellos distritos en los que CFK gana, lo hace por afano. El FpV está consolidado y fuerte en esos distritos, mientras que sufre en el resto de la provincia. El peronismo disidente, mientras tanto, no logra sentar cabeza en distritos que han sido indiferentes o abiertamente hostiles al partido desde la crisis del campo en el 2009.
Mientras CFK gana en el conurbano, Randazzo y Massa no logran hacer pie para competir en la interna del partido. Es decir, en aquellos lugares en los cuales Unidad Ciudadana compite, lo hace bien. Donde no compite, falta oxígeno para que otro peronismo haga pie. Como resultado, los votos de Fernández de Kirchner golpean contra el techo en los distritos que gana mientras sus potenciales aliados no logran crecer en el resto de la Provincia.
Estos problemas de crecimiento en la Provincia se replican también en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, dejando al peronismo embotellado en un faccionalismo interno que carece de salida. Mientras la periferia del peronismo carece de líderes capaces de ponerse el partido al hombro, el empate técnico entre CFK y Esteban Bullrich abre interrogantes sobre la viabilidad presidencial del FpV. La diferencia entre CFK y Randazzo le dice al peronismo que no hay nuevos líderes. La paridad de CFK con Bullrich, sin embargo, no garantiza ganar las elecciones presidenciales del 2019.
Aun cuando el PRO quiera celebrar la paridad en esta última elección, el voto de Cambiemos en la Provincia de Buenos Aires no creció entre 2015 y 2017. Más importante aún, no está claro que puede crecer sin incorporar integralmente al sector del massismo que voto por Macri en la segunda vuelta de 2015. El 35% de CFK no está por debajo del 35% del PRO en la Provincia. Por tanto, tanto para Cambiemos como para el FpV, el camino al 2019 precisa del peronismo disidente, falto de brújula o líder.
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El autor es profesor asociado de Ciencia Política de la Universidad de Maryland.
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Fecha de publicación original: 22/08/2017
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