¿Qué es lo que debe enseñarse en las escuelas según la Ley de Educación Sexual Integral?
En los últimos días circularon por redes sociales y WhatsApp mensajes críticos sobre la Educación Sexual Integral (ESI) que está prevista por ley en la Argentina, algunos sin firma, otros vinculados con agrupaciones religiosas. Algunos de ellos difunden información falsa y otros son opiniones sobre los contenidos que se dan en estas clases.
Desde la Secretaría de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación nacional señalaron a Chequeado que “es falaz que la ESI presente material pornográfico y que dicte talleres de masturbación como se enuncia en algunos contenidos que circulan por redes sociales”. Además, confirmaron que no recibieron denuncias formales de que hayan existido casos de este tipo en algún establecimiento educativo.
Pero, ¿qué es lo que debe enseñarse en las escuelas según la Ley de ESI? A continuación, todos los detalles.
La ley que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral fue sancionada por el Congreso nacional en 2006. Esta norma establece que todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir una educación de este tipo tanto en los establecimientos de gestión estatal como en los de administración privada sin importar la orientación religiosa. Es decir, en todos los jardines de infantes, colegios primarios y secundarios del país.
El Programa tiene en cuenta un concepto amplio de sexualidad que considera “aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Entre sus objetivos, la ley aspira a “promover actitudes responsables ante la sexualidad”, “prevenir los problemas relacionados con la salud” y “procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres”, entre otros.
A partir de 2009, el Ministerio de Educación de la Nación elabora y distribuye materiales educativos, cuyos principales ejes son el ejercicio de los derechos, el respeto por la diversidad, el cuidado del cuerpo, la equidad de género y la valoración de la afectividad. Estas líneas se van adaptando a cada etapa educativa y se incluyen de manera transversal en diferentes materias.
En la etapa inicial, obligatoria entre los tres y los cinco años, a través de distintos juegos en el aula se propician “hábitos de cuidado de uno mismo, de los y las demás”, “la expresión de sentimientos y emociones” y “la construcción de valores de convivencia”, según detalla el material didáctico elaborado por el Ministerio de Educación.
“Se trabaja algo muy importante que es la conciencia sobre la propia intimidad y la noción de que nadie tiene que tocarles las partes íntimas a los niños y niñas salvo en alguna situación de higiene específica”, explicó a Chequeado Eleonor Faur, doctora en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) e investigadora de relaciones de género, familias y políticas públicas. Y, además, agregó: “En la medida en que los chicos vayan identificando que tienen derecho a su intimidad y que cualquier contacto o propuesta que les incomoda pueden señalarla, también se está trabajando en prevención del abuso”.
Por su parte, durante la primaria, los contenidos se enfocan en el conocimiento de los derechos vinculados con el respeto por los demás y la convivencia; el respeto por la diversidad a través de la identificación de prejuicios vinculados al género; y el reconocimiento de distintos modos de vida, como las distintas organizaciones familiares.
A su vez, en el contexto de la pubertad, la ESI propicia “el conocimiento sobre los cambios del cuerpo humano y la identificación de sus partes íntimas en el marco de la promoción de hábitos de cuidado de uno mismo, de los demás y de la salud en general”.
Por último, en la secundaria se enseña sobre “la sexualidad humana desde la perspectiva científica”, con información sobre los órganos sexuales y su funcionamiento, la salud sexual y el embarazo; y también desde su vínculo con la afectividad y los diferentes sistemas de valores y creencias.
Además, entre otros contenidos, las actividades buscan reconocer y reflexionar sobre “situaciones de violencia en las relaciones interpersonales, específicamente afectivas y sexuales”; y dar a conocer “los derechos de las diversidades sexuales y de la responsabilidad del Estado frente a situaciones de discriminación y violación de derechos”.
“Los contenidos de la ESI se van adaptando al ciclo de vida, por eso es muy importante empezar a trabajarlos desde la infancia. Cuando entramos recién en el nivel secundario con algunos de estos contenidos muchas veces llegamos tarde. Ya sea para prevenir alguna situación de violencia o abuso, o para desarmar algunos estereotipos. Sobre todo, cuando llegamos tarde postergamos el sufrimiento de los chicos cuando viven situaciones que vulneran sus derechos”, explicó Faur.
Desde su creación, la efectiva implementación del Programa de Educación Sexual ha enfrentado varias barreras: problemas presupuestarios y falta de capacitación docente, como explicamos en esta nota, y también la resistencia cultural de distintos grupos y sectores a llevar estos contenidos a las aulas.
Días atrás, en un plenario de comisiones en la Cámara de Diputados de la Nación, obtuvo dictamen un proyecto de reforma de la ESI que busca reforzar la obligatoriedad de que estos contenidos sean impartidos en las escuelas de todo el país, además de que siempre sean laicos y científicos. Entre otros puntos, ordena declarar la ley de “orden público” y elimina la posibilidad de que cada escuela adapte los contenidos a su “ideario institucional”.
Fecha de publicación original: 20/09/2018
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