Dólar en alza y tasas volátiles: ¿cuáles son las causas de este fenómeno y cómo afectan a la economía?

- En la última licitación de deuda en pesos del Tesoro, el Gobierno convalidó un aumento en las tasas de interés con títulos a corto plazo, pero no logró renovar todas sus obligaciones. En paralelo, el dólar oficial subió 7% en una semana y se ubicó en $ 1.380, cerca del techo de la banda de flotación.
- La volatilidad en las tasas comenzó el 10 de julio, luego de que el Banco Central dejara de ofrecer instrumentos de deuda a corto plazo a los bancos, generando un aumento de la liquidez que desplomó el costo del dinero en una primera etapa.
- Analistas económicos señalan una encrucijada: un incremento en las tasas para contener el dólar y la inflación podría generar un freno de la actividad económica. Por el contrario, un escenario de tasas más bajas beneficiaría al consumo y la producción, pero con el riesgo de un aumento inflacionario.
En la última licitación de deuda en pesos del Tesoro, el gobierno de Javier Milei (La Libertad Avanza) convalidó un aumento en las tasas de interés con títulos a corto plazo, pero no logró renovar todas sus obligaciones.
Esta operación se dio luego de semanas de volatilidad en las tasas de interés, y en medio de un aumento en la cotización del dólar oficial, que se acercó al techo superior de la banda de flotación establecido por el Gobierno, al cerrar en $ 1.380 el 31 de julio.
¿Por qué se produjo este fenómeno y qué consecuencias podría tener en la economía?
Tasas de interés más altas y deuda a muy corto plazo
En la licitación de deuda del 29 de julio último, la Secretaría de Finanzas de la Nación renovó títulos de deuda por $ 9 billones. Esto implica un rollover (es decir, el refinanciamiento del capital adeudado a través de la emisión de una nueva letra o bono) del 76% de los casi $ 12 billones que vencían en esa fecha.
Para lograr estos resultados, el Gobierno convalidó tasas de hasta el 4,3% mensual (65% anual), lo que implicó un incremento en el costo del dinero, que venía reduciéndose de forma permanente a la par de la desaceleración de la inflación, y promediaba el 30% a fines de junio.
En este sentido, la consultora Ecolatina destacó en un informe que “la novedad estuvo en las elevadas tasas de interés con respecto al mercado secundario que convalidó Finanzas en el marco de una licitación en la que no se logró renovar la totalidad de los vencimientos”.
Por otro lado, la mayor parte de la nueva colocación de deuda se hizo en instrumentos de muy corto plazo: la consultora PxQ (que dirige Emanuel Álvarez Agís, ex viceministro de Economía en la gestión de Cristina Kirchner) indicó que “casi 90% del total adjudicado se distribuyó entre instrumentos que vencen en los próximos 60 días”.
La consultora estimó que sólo en agosto de 2025 el Tesoro afrontará vencimientos por $ 37,4 billones, el triple del volumen que vencía esta semana. Además, antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre vencen otros $ 30 billones.
¿A qué se debió la volatilidad de las tasas de interés?
El episodio de volatilidad de las tasas de interés comenzó el 10 de julio, cuando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) dejó de ofrecerle a los bancos la suscripción de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI).
Estos instrumentos de deuda a corto plazo eran ofrecidos únicamente a los bancos con el objetivo de absorber la liquidez (dinero que los clientes depositaban pero no lograban prestar) para evitar una presión sobre la inflación o la cotización del dólar. Al tener vencimientos cortos (incluso de un día), les permitía a las entidades financieras rescatarlos ante un eventual aumento de la demanda.
El objetivo del Gobierno con la eliminación de las LEFI (que había sido anunciada por el BCRA con un mes de anticipación) era que redirigir ese stock de fondos hacia otros instrumentos, como las Letras de Capitalización (Lecaps, de plazos más largos) y migrar hacia un esquema de tasas de interés endógena (es decir, que la tasa sea fijada por el mercado y no por el BCRA o el Tesoro).
Pero los bancos no siguieron este camino: según estimaciones de la consultora EcoGo (que dirige Marina Dal Poggetto) el 10 de julio quedaron en el sistema $ 10 billones (sobre un total de $ 15 billones de las LEFI) sin colocar en ningún instrumento, lo que provocó un desplome de las tasas de interés por un exceso en la oferta de dinero y aumentó la presión sobre la cotización del dólar.
El ministro de Economía Luis Caputo reconoció esta situación, al sostener en su cuenta de X que “los bancos, temerosos de perder la liquidez diaria, no fueron con todo”.
Ante esta situación, el BCRA buscó rescatar una parte de esos fondos a través de la colocación de pases pasivos (un instrumento que había reemplazado por las LEFI en 2024) y el Tesoro lanzó una licitación de emergencia (“a pedido de los bancos”, según aseguró Caputo) con la que terminó de absorber el excedente generado.
Como resultado de este proceso de emergencia, EcoGo estimó que las tasas de corto plazo en pesos (que habían caído al comienzo por el desarme de las LEFI) se ubicaron en el 50% anual, por encima de los valores previos. Ese incremento en las tasas se confirmó con la última licitación, como se explicó al principio de esta nota.
¿Qué pasó con el dólar en las últimas semanas?
El dólar oficial cerró julio en $ 1.380 según la cotización del Banco Nación, lo que implicó un incremento del 7% en la última semana y del 14% en todo el mes. La divisa se ubicó así apenas un 4% por debajo de la banda de flotación superior establecida por el Gobierno (que llegó a $ 1.442 en julio).
De acuerdo con el análisis de EcoGo, la agudización del proceso de dolarización es la “contracara” de la volatilidad de las tasas de interés.
En este escenario, el Gobierno aumentó la intervención en el dólar futuro con el objetivo de amenguar el aumento de la cotización. “La posición abierta de futuros se elevó en más de US$ 1.500 millones en la semana y asciende en total a US$ 6.045 millones”, analizó EcoGo.
¿Qué consecuencias sobre la economía podría tener este escenario?
Analistas coinciden en destacar que un incremento en las tasas de interés para intentar contener al dólar y la inflación podría generar un freno de la actividad económica. Por el contrario, un escenario de tasas más bajas beneficiaría al crédito, potenciando el consumo y la producción, pero con el riesgo de un aumento inflacionario.
Justina Gedikian, analista senior de la consultora Cohen y Asociados, señaló que “el desarme abrupto de las LEFI derivó en un contexto de mayor incertidumbre y volatilidad, antes que en una convergencia ordenada hacia nuevos niveles de tasa de interés”.
En el mismo sentido, Ecolatina advirtió que “si las tasas bajan demasiado, el carry trade perdería atractivo y la liquidez podría volcarse nuevamente hacia el dólar en un contexto de mayores presiones cambiarias dada la previa electoral y la baja oferta estacional del agro. Si el tipo de cambio retoma su tendencia alcista, el sendero de desinflación podría verse bajo amenaza”.
Por su parte, la consultora Invecq (que dirige el economista Esteban Domecq), sostuvo que “la persistencia de este escenario de tasas reales altas por más tiempo podría resultar una complicación en dos sentidos: por un lado, el encarecimiento del crédito pone mayor presión a la actividad económica en general y por otro lado, un nivel de tasas altas supone una mayor presión fiscal de cara a la próxima licitación”.
Finalmente, PxQ estimó que el Gobierno deberá elegir entre 2 caminos: “Un equilibrio con altas tasas de interés, dólar anclado e inflación estable o a la baja, pero actividad económica en caída; o un equilibrio con una tasa de interés más baja, un dólar más cerca del techo de la banda, pero un crédito que puede seguir siendo motor de la actividad”.
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