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Qué es la estanflación, término que Javier Milei usó en su discurso de asunción presidencial

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Cuando a una alta inflación se suma un estancamiento de la economía, se produce lo que se conoce como estanflación económica.
  • El término lo acuñó por primera vez, en 1965, el entonces ministro de Finanzas de Reino Unido, Ian McLeod. Pero no fue hasta la década del 70 que se popularizó el fenómeno en el mundo por la llamada crisis del petróleo.
  • En la Argentina, la primera estanflación ocurrió en 1959. Para los especialistas, el fenómeno se repitió en las últimas décadas, salvo periodos cortos.

Durante su primer discurso como presidente, Javier Milei (La Libertad Avanza), dijo que su Gobierno “comienza con una estanflación”; es decir, la combinación de estancamiento o caída de la actividad económica con alta inflación. No es la primera vez que el mandatario se refiere a este término. Antes de asumir, ya había asegurado que el país experimentará una estanflación cuando su gobierno lleve a cabo un ajuste fiscal.

Por su parte, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (Unión por la Patria) subió un video el 30 de noviembre último en su cuenta de TikTok bajo el título “¿Escucharon hablar de estanflación?” en el que aseguró que “estanflación es igual a catástrofe social”.

¿Qué significa este concepto económico y qué consecuencias tiene? ¿Por qué es un fenómeno “viejo conocido” para la Argentina? Te lo explicamos en esta nota.

De dónde viene el término “estanflación” y qué significa

La Argentina ya había sufrido su primera estanflación en 1959, cuando la inflación superó por primera vez el 100% anual (llegó a 113%, según los datos publicados en el libro Dos siglos de economía argentina, de Orlando Ferreres,) y la economía se contrajo 6%, pero la teoría económica aún no había acuñado ese término para denominar el fenómeno.

Lo inventó en 1965 el entonces ministro de Finanzas de Reino Unido, Ian McLeod, en un discurso ante la Cámara de los Comunes (parlamento): “Tenemos ahora lo peor de los 2 mundos: no sólo inflación de un lado y estancamiento del otro. Empezamos una suerte de situación de estanflación”.

Hasta ese momento, en el mundo en general, y el desarrollado en particular, las economías en franco crecimiento y baja del desempleo sufrían subas de precios y aquellas que los aplacaban terminaban enfriando su actividad y elevando su desocupación. Debían buscar un delicado equilibrio en sus políticas económicas para evitar que la receta antiinflacionaria provoque recesión o que el impulso al crecimiento desencadene alzas de precios.

Hasta las palabras de McLeod se creía en la curva de Phillips, un gráfico del economista neozelandés William Phillips, que advirtió en 1958 que durante los 100 años previos en Reino Unido cuando bajaba el desempleo subía la inflación y viceversa.

“Gran parte de la teoría decía que la inflación era por exceso de demanda, hasta que hubo inflación con contracción”, recuerda Roberto Frenkel, presidente del Centro de Estudios Estado y Sociedad (Cedes). Gabriel Caamaño, socio gerente de la consultora Ledesma, agrega: “Hasta ese momento se creía que la aceleración de la inflación se asociaba con que la economía se recalentaba porque la demanda crecía más rápido que la oferta”.

Si bien el término estanflación apareció en 1965, no fue hasta la década del ‘70 que se popularizó el fenómeno en el mundo. Y ocurrió por la llamada crisis del petróleo. En 1973, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la mayoría países árabes, optaron por dejar de venderle a las naciones que apoyaron a Israel en la guerra del Yom Kipur contra Egipto; es decir, Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos, Canadá y Japón.

El crudo triplicó su valor. Ese fue el llamado shock negativo en la oferta. Siempre que lo hay, ya sea transitorio o permanente, provoca un alza de precios. Con el aumento de los precios, en este caso del petróleo, sus derivados, como combustibles y plásticos, caen la demanda y la actividad económica, pero la inflación no se termina aplacando porque el shock continúa impactando.

Los países desarrollados vieron que la estanflación no se resolvía con las recetas tradicionales, pues bajaban el gasto pero la inflación continuaba. La crisis duró toda la década del 70.

En 1979, Paul Volcker asumió como presidente de la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos y para terminar con una inflación que asustaba en su país por rozar el 15% anual -en los países ricos más del 10% se considera alta-, subió como nunca la tasa de interés al 21%, lo que provocó tanto endeudamiento y recesión que afectó a constructores, industriales y agricultores, que terminaron haciendo un tractorazo a Washington.

La economía cayó en 1980 y 1982, pero en 1983 comenzó un periodo de alto crecimiento con baja inflación

La estanflación, un viejo conocido para la Argentina

En la Argentina, la primera estanflación ocurrió en 1959, cuando el ministro de Economía de Arturo Frondizi, Álvaro Alsogaray, aplicó terapia de shock, el mayor ajuste fiscal de la historia -8% del PBI, frente al 5% propuesto por el gobierno de Milei– y una fuerte devaluación del peso, para corregir distorsiones heredadas. “Hay que pasar el invierno”, sostuvo. Pero las estanflaciones se repitieron en 1962, 1963 y 1966.

En 1975 volvieron con el Rodrigazo, la combinación de la devaluación, el tarifazo y la suba de combustibles para corregir distorsiones pasadas que decidió el ministro de Economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo, y que derivó en la primera hiperinflación de la historia argentina (es decir, cuando el índice de precios al consumidor (IPC) supera el 50% mensual, de acuerdo con la definición del economista estadounidense Phillip Cagan, profesor de la Universidad de Chicago).

También fueron estanflacionarios (ver acá y aca) 1976 -con la última dictadura militar el salario arrancó perdiendo 30% de poder de compra-, 1978, 1981 -cuando explotó la tablita de corrección cambiaria del entonces ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz-, 1985 -ante lo cual el gobierno de Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical) reaccionó con el Plan Austral- y 1989, cuando se desató la segunda hiperinflación de la historia argentina.

La estanflación con híper continuó en 1990, ya bajo el mandato de Carlos Menem (Partido Justicialista). “Los 80 fueron una década estanflacionaria para gran parte de Latinoamérica”, recuerda Caamaño. Fue la llamada “década perdida” en la región.

Pero entre 1991 y 2001 la Argentina dejó de sufrir inflación por el régimen de convertibilidad, que ataba el tipo de cambio a razón $1 por US$1 y que colapsó recién en 2002. Así es que cuando cayó la economía argentina en 1995 por el “efecto tequila” y en 1999, 2000 y 2001 por la crisis del uno a uno, no hubo estanflación. “En la convertibilidad no hubo estanflación porque no devaluabas”, observa Frenkel.

En 2002, al estallar la convertibilidad, volvió la inflación (41% anual) y el PBI padeció su peor caída anual de la historia, un 10,9%, peor que el 9,9% de la pandemia. Es decir, regresó la estanflación y se batió un récord de pobreza: 57%.

Después la economía creció hasta que en 2009, por la crisis mundial, se contrajo y el IPC subió 15%. Por la caída económica, la inflación se desaceleró del 25% en 2008 al 15% en 2009, por lo que algunos especialistas consideran que no hubo estanflación ese año.

Tampoco ocurrió en 2020, el año de la pandemia, en que el IPC se ralentizó del 54% en 2019 al 35%. Frenkel, en cambio, considera que tanto 2009 como 2020 fueron estanflacionarios porque siguió habiendo inflación elevada en términos internacionales.

Por el contrario, no hay dudas entre los analistas de que hubo estanflación en 2012 -después de que Cristina Fernández de Kirchner instalara el cepo cambiario y subiera el dólar blue-, 2014 -cuando devaluó el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof-, 2016 -después de que Mauricio Macri (Cambiemos) liberara el cepo y depreciara el peso oficial-, 2018 -cuando le estalló otra devaluación-, 2019 y 2023, ya con Alberto Fernández de presidente, Fernández de Kirchner de vice y Sergio Massa de ministro de Economía.

“Nuestra última década fue en gran parte estanflacionaria porque tuviste aceleración sostenida de la inflación con un serrucho de la actividad, con caídas y recuperaciones, fue otra década perdida para la Argentina”, observa Caamaño. En todos estos años hubo salto del dólar, ya sea en el mercado oficial o en el paralelo. “En países desarrollados, si devaluás, es rápidamente expansivo, porque mejorás la competitividad de las exportaciones, exportás más y se importa menos”, explica Frenkel.

“Pero desde finales de los años ‘50 en la Argentina siempre discutimos con el FMI (Fondo Monetario Internacional) porque cuando devaluás, es contractivo”, advierte el economista del Cedes. Esto se debe a que este es un país con inflación alta y con una economía cerrada, dependiente del mercado interno.

“Acá devaluás y hay más inflación, cae el poder adquisitivo de los salarios, la economía cae. Si además hacés una bruta contracción de ajuste fiscal, hay recontra estanflación”, observa Frenkel. En la Argentina, con una economía tan indexada, cuando el peso pierde valor, hay más inercia inflacionaria y las exportaciones demoran en reaccionar, en parte porque muchas dependen del campo, que no siembra y cultiva de un día para el otro.

“En Chile, si hay devaluación, se beneficia el cobre. Acá, se beneficia la carne, pero también aumenta tu precio interno, porque exportamos lo que se come”, explica el investigador del Cedes. Es decir, la devaluación tiene un suave efecto expansivo en la Argentina si la mejora de la competitividad cambiaria se mantiene al menos unos años, como ocurrió hasta 2008. En cambio, las depreciaciones cambiarias de 2014 o 2016 se revirtieron en cuestión de un año, la de 2018 en tres años y la de agosto pasado, en dos meses.

En 2023 se agregó el shock de la sequía que redujo la producción de alimentos y entonces los encareció, observa Martín Rapetti, director ejecutivo de la consultora Equilibra. “Se destina más dinero a alimentos y menos a otros bienes, por lo que cae la demanda”, añade Rapetti.

“Nuestras estanflaciones son mucho mayores en inflación y contracción de demanda que las del resto del mundo”, observa Frenkel. “Casi todo el tiempo hay estanflación. Por eso es una tonteria decir que ahora viene la estanflación. Ahora estamos como en el Rodrigazo, con shock de precios habrá fuerte contracción de demanda. Estamos al borde de la híper. Cuando hay estanflación, hay caída del empleo”, advierte el economista del Cedes.

“Tiene razón Milei, viene más estanflación porque devaluás, subirás las tarifas, los salarios caen en términos reales y baja entonces la demanda”, explica Rapetti. “Lo típico de las estanflaciones es que baja el sueldo, a las empresas les sube el costo por unidad producida y hay descontento social”, advierte.

Su colega Juan Luis Bour, uno de los economistas jefes de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), señala que en las estanflaciones la desocupación “comienza a subir”, pero aclara por qué bajó desde 2020, cuando trepó al 13% y luego bajó al 6% actual: “La Argentina está estancada desde 2012 y en realidad su PBI por habitante cayó 15% desde entonces. La inflación fue para arriba. Solo el desempleo no creció porque se oculta con empleo de baja calidad, publico e informal. O sea, hace tiempo estamos en estanflación, de hecho, décadas, salvo períodos cortos”.

Fecha de publicación original: 17/12/2023

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