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Mujeres en ciencia: aunque son mayoría acceden menos a los cargos jerárquicos y están subrepresentadas en las áreas de ingeniería y tecnología

Aún persisten barreras que permitan un acceso pleno e igualitario de las mujeres a la ciencia. Solo el 22% de los puestos directivos de los organismos de ciencia y tecnología están ocupados por investigadoras y continúan subrepresentadas en las áreas de ingeniería y tecnología. Los datos surgen del informe “Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología” que dio a conocer el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación con motivo de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer y la Niña en Ciencia.

De acuerdo con las estadísticas que el propio ministerio viene realizando y publicando desde hace unos años, la mayoría de quienes investigan en la Argentina son mujeres (59,5%), cifra que se mantiene casi en los mismos valores desde 2015. Sin embargo, otra situación que se sigue manifestando y que aún no se ha revertido en el sistema nacional de ciencia y tecnología es el “efecto tijeras”.

A pesar de que las mujeres son mayoría, acceden en menor medida que los varones a las categorías más altas de la carrera de investigación (la categoría “A” que aglutina los cargos de investigador/a principal y superior del Conicet y las categorías I y II del Programa de Incentivos a los Docentes Investigadores de las Universidades Nacionales). 

El informe señala que la disparidad en términos de espacios de liderazgo y toma de decisiones entre varones y mujeres es notable al interior del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación argentino (SNCTI), si bien ha mejorado respecto de años anteriores. A mayor nivel jerárquico de los puestos de trabajo, mayor masculinización de la alta gerencia científica y tecnológica. 

Las mujeres se encuentran bajo el techo de cristal, ya que solo el 22% de los puestos directivos de los organismos de ciencia y tecnología son ocupados por ellas. A nivel de política universitaria, es auspiciosa la representatividad mayoritaria de las mujeres en el caso de las secretarias académicas (59%). Asimismo, las secretarías de ciencia y tecnología tienen una representación cercana a la paridad (46%). 

Sin embargo, la brecha se amplía al enfocarse en puestos de vicerrectoría (30%) y, sobre todo, en los puestos de rectoría donde el número se reduce notoriamente a un 11%, valores que se sostienen similares respecto de años previos.

No solo se observa el efecto de tijeras o el techo de cristal en la carrera científica sino que también se puede apreciar la segregación horizontal o por disciplina al menos en algunos campos del conocimiento. Si se observa al personal de investigación según el área del conocimiento de innovación y desarrollo en la que se desempeña, se advierte que las mujeres están subrepresentadas en las áreas de ingenierías y tecnologías y en las ciencias naturales y exactas; y, como contracara, sobrerrepresentadas en las áreas de las ciencias sociales, las humanidades y las ciencias médicas y de la salud.

Se advierte que el 31,6% de las mujeres trabaja en las áreas de las ciencias sociales, un 26,9% lo hace en ciencias naturales y exactas, un 15% en humanidades y un 8% en las ingenierías; mientras que, entre los varones, la principal área de trabajo son las ciencias exactas y naturales (27,7%), seguidas por las ciencias sociales (27,6%), las ingenieras (16,5%) y las ciencias médicas (8,5%). 

En lo que respecta a la brecha en el acceso al financiamiento para la investigación, en términos generales, las mujeres directoras de proyectos de innovación y desarrollo solicitan y reciben un 33% menos que sus pares varones en términos medianos. Según el área del conocimiento, la brecha más grande entre varones y mujeres se registra en primer lugar, en el caso de las ciencias médicas y de la salud, en segundo lugar en las ciencias agrícolas, seguida por las ciencias exactas y naturales en tercer lugar.

El informe también señala que se han concretado diferentes iniciativas en el campo científico y tecnológico tendientes a priorizar, jerarquizar e institucionalizar la temática de la igualdad de géneros en la ciencia y la tecnología, como por ejemplo la creación del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en Ciencia, Tecnología e Innovación y el desarrollo de protocolos, programas y observatorios contra la violencia de géneros.

 

 

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