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Impacto y posibles soluciones contra la desinformación de salud

Chequeado lanzó un programa conjunto de investigación sobre fact-checking con África Check y Full Fact. En esta guía práctica, la Dra. Dora-Olivia Vicol, investigadora de Full Fact, analiza la desinformación de salud y cómo los chequeadores y el público en general pueden enfrentar las crisis, las conspiraciones y las recomendaciones erróneas.

Cuando comenzamos a trabajar en esta guía, las noticias sobre la aparición de un nuevo virus en la ciudad china de Wuhan recién empezaban. Al terminarla, el nuevo coronavirus se había extendido por la mayor parte del mundo. Mientras enfrentamos información falsa o engañosa sobre la pandemia, revisamos hallazgos de la psicología y la comunicación para explicar cómo viaja la desinformación de salud, y determinar qué podemos hacer chequeadores y lectores para combatirla.

Una larga historia de desinformaciones sobre salud

La COVID-19 puede ser nueva, pero los mitos sobre salud tienen larga data. Hay ejemplos durante el brote de Zika de 2015 o cuando el Ébola se propagó por África occidental entre 2013 y 2016, entre otros. También se puede hablar del argumento contra la vacunación, que involucra mitos persistentes, pero largamente desacreditados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la no vacunación es uno de los 10 principales riesgos de salud pública del mundo.

Crisis, conspiraciones y consejos cotidianos

Es útil distinguir tres escenarios, con diferentes respuestas para cada uno.

Las crisis son momentos particularmente estresantes. Tendemos a buscar activamente información e intentamos dar sentido a las transformaciones que nos rodean. Pero, paradójicamente, somos menos capaces de procesar la complejidad. El estrés, combinado con una aversión bien documentada hacia la incertidumbre, hace que sea más difícil distinguir la información del ruido.

Combatir la desinformación en tiempos de crisis requiere mensajes claros y simples, enviados temprana y regularmente, utilizando fuentes y canales en los que las personas confían.

Las conspiraciones son acusaciones sin fundamento; narraciones de acuerdos secretos e intenciones ocultas, que se extienden desde grupos convencidos al público en general. Los grupos anti-vacunas son uno de los ejemplos más conocidos. A pesar de la abrumadora evidencia de que las vacunas salvan millones de vidas al año, un asombroso 21% de las personas en todo el mundo duda sobre su seguridad.

La investigación experimental ha encontrado que las verificaciones pueden fortalecer la creencia errónea en el tiempo. Incluso en experimentos que encontraron una mejora leve en la creencia, no hay evidencia de mayor voluntad de vacunación. Una explicación es que las correcciones aumentan la familiaridad de los mitos, y con ello, la probabilidad de creerlos (ver esta guía). Otra explicación es que los muy escépticos pueden rechazar información nueva para proteger sus creencias previas. Los psicólogos lo llaman “razonamiento motivado”. Finalmente, las actitudes contra la vacunación también pueden ser difíciles de corregir porque presentan una visión del mundo completa.

La OMS deja en claro que es poco probable que los negadores de vacunas cambien de opinión. Por eso se recomienda concentrarse en la prevención para evitar que las narrativas dañinas ganen exposición.

Por último, está lo que llamamos desinformación cotidiana. El ámbito de los consejos sin respaldo, recomendaciones de tratamientos no probados, o las curas alternativas. Tener la última evidencia médica es solo la mitad de la lucha contra la desinformación de salud. La otra mitad se trata de ganar la confianza del público. Esto requiere tiempo, paciencia y campañas que tengan en cuenta el consumo de medios y los valores del público.

La investigación sobre comportamientos sanitarios encuentra que las intervenciones a largo plazo pueden mejorar prácticas saludables, como caminar, usar preservativos, o llamar a líneas de teléfono para dejar de fumar. Pero requiere una intervención dirigida y sostenida.

Cuidar lo que se comparte

Un experimento realizado en los EE.UU. a principios de 2020 descubrió que los participantes a los que se les pidió elegir qué publicaciones compartirían de una lista de 30 notas sobre el coronavirus, seleccionaron publicaciones falsas y verdaderas con igual frecuencia. Este es un hallazgo preocupante. En el mismo experimento, a quienes primero se les pidió que pensaran si los contenidos eran precisos seleccionaron más publicaciones verdaderas.

Por eso, es importante tomarse un segundo y pensar en lo que compartimos, más en tiempos de crisis cuando los rumores se multiplican. Reemplacemos el “comparto por las dudas” por “por las dudas, no comparto”.

Te invitamos a leer la guía y mandarnos tus comentarios. Las respuestas nos ayudan a precisar las recomendaciones y alinear la investigación con las necesidades de los verificadores. Podés escribirnos a [email protected] o [email protected].

La Desinformacion de Salud en África, América Latina y el Reino Unido impactos y posibles soluciones Actua… by chequeado on Scribd

Comentarios

  • Sergio1 de julio de 2020 a las 12:26 pmBuenas tardes, el documento no está mas disponible en scribd, hay algún otro link para descargarlo? Gracias
  • Ariel Riera10 de julio de 2020 a las 1:04 pmHola, podés encontrar la guía también acá: https://bit.ly/guiasaludchq . Saludos!
  • Marta Valdearenas25 de agosto de 2020 a las 11:30 amSería muy clarificador que explicaran por ejemplo: con el dióxido de cloro que reacciones químicas se van produciendo en el organismo desde que se ingiere por boca y llega al estómago y ahí que sucede al raccionar con el cloruro de hidtrogeno del estomago etc., pienso que así se caería el mito de que es milagroso y toda la charlatanería que han armado de que es sanador.

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