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“El Gobierno desafía de un modo indebido a la ley”

No diría, como afirma Santiago Kovadloff, que el actual Gobierno representa a la administración menos respetuosa de la ley, ni creo que su continuación vaya a poner en el riesgo más extremo a la Constitución. Sin embargo, comparto con Kovadloff la impresión de que el Gobierno, sistemáticamente, desafía de un modo indebido a la ley y a los fallos judiciales que, de algún modo, ponen en cuestión lo que el Gobierno hace, o no satisfacen de modo pleno sus exigencias.

Un ejemplo relevante de lo que digo lo ofrece el propio Gobierno, que presenta como uno de los hechos fundacionales, y más importantes para su legitimidad, la reconstrucción de la Corte Suprema, y la formación de una nueva Corte, independiente. El hecho es que, invariablemente, el Gobierno ha desafiado a esa misma Corte de la que se enorgullece, cada vez que la misma lo ha contrariado. Es lo que ocurrió con los casos que involucraron a los aumentos a los jubilados; el referido a los derechos de las organizaciones gremiales disidentes; el relacionado con la obligación de reponer en su puesto al Procurador de Santa Cruz, Eduardo Sosa; o el caso “Perfil”, referido al deber del Ejecutivo de distribuir las pautas publicitarias de modo no discrecional. Estas son claras muestras de los problemas que menciono, en la relación Gobierno-derecho: se trata de ejemplos especialmente importantes, reitero, tanto por la relevancia de los casos citados, como por el lugar que ocupa la Corte en el discurso autolegitimante del propio Gobierno.

En el mismo sentido -y por las dos mismas razones citadas- se destaca el caso de la utilización de decretos de necesidad y urgencia (DNU). Hoy, a pesar de que en sus comienzos el Gobierno se enorgulleciera de no utilizar DNUs, el mismo toma todas sus decisiones más importantes a través de una modalidad directamente inconstitucional, esto es, recurriendo a DNUs. Dicha actitud no sólo demuestra su irrespeto grave hacia el derecho, sino una notable falta de destreza y generosidad políticas. En todo caso, el punto es que, aunque Kovadloff utiliza en su texto un lenguaje tal vez demasiado alarmista, debo señalar que él se apoya en hechos que distan de ser puramente fantasiosos.

*Profesor de Teoría Constitucional de la Universidad Torcuato Di Tella, y de la Universidad de Buenos Aires.

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