Pinedo: “No hubo ninguna sesión ordinaria, y tuvimos tres sesiones especiales para tratar lo que querían los kirchneristas”
“No hemos tenido una sola sesión ordinaria en todo el año”, criticó el diputado por el PRO, Federico Pinedo, en una entrevista en Radio Vorterix, y agregó que “estamos en el mes de junio, mitad del año, y tuvimos tres sesiones especiales para tratar lo que querían los kirchneristas. No se puede tener así la Cámara de Diputados”. Su bloque fue uno de los que no participó de la sesión que brindó el jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, el miércoles de la semana última.
Efectivamente, en lo que va del año no hubo ninguna sesión ordinaria en la Cámara baja. De las cinco sesiones que se hicieron, dos fueron visitas de Capitanich a Diputados (de acuerdo con lo que dispone el artículo 101 de la Constitución Nacional); y, las tres restantes, sesiones especiales impulsadas por el oficialismo, que no dio quórum cuando los partidos de la oposición pidieron tratar algún tema en este tipo de sesiones.
En el período actual no hubo ninguna sesión ordinaria en la Cámara de Diputados de la Nación, pero sí hubo tres sesiones especiales impulsadas por el oficialismo: una para tratar el convenio con Repsol, la segunda para aprobar la baja de las retenciones a los biocombustibles y, la tercera, para debatir y dar media sanción a la ley sobre trabajo no registrado, todas impulsadas por el Poder Ejecutivo. Los datos son oficiales y provienen de las versiones taquigráficas de la Cámara baja.
Las sesiones ordinarias son aquellas en las que se agregan distintos proyectos a un temario, y la Comisión de Labor Parlamentaria define que se va a tratar en el día. Esta Comisión “agrupa periódicamente a las autoridades de la Cámara de Diputados y de los bloques políticos que la integran, con el objetivo fundamental de preparar planes de labor, de proyectar el orden del día de las sesiones”, entre otras cuestiones, precisa en un artículo Guillermo Schinelli, ex director de Información Parlamentaria del Congreso.
Las sesiones especiales, en cambio, se realizan a petición del Poder Ejecutivo o de al menos diez diputados, para tratar un tema particular o un conjunto de temas puntuales. En este tipo de sesiones “se omite el mecanismo de la Comisión de Labor Parlamentaria, por lo que no hay negociación en los temas a tratar, y se ponen en pausa el funcionamiento y los trámites regulares, para ocuparse de un tema específico prefijado por el que se convoca”, explicó Andy Tow, politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
“El problema es que todos los temas que tienen estado para tratarse en el recinto quedan a la espera”, agregó Tow, también autor del blog Atlas Electoral. “Que el Congreso funcione con más cantidad de sesiones especiales en lugar de sesiones ordinarias hace que se restrinja la agenda legislativa”, apuntó Ana María Mustapic, profesora del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
Luego de que el Presidente de Diputados haya convocado a una sesión especial, es necesario el quórum en el recinto. Si no se consigue, fracasa la sesión y se elaboran las llamadas “manifestaciones en minoría”, un registro de la expresión de los solicitantes. También, se emiten manifestaciones de minoría cuando se convoca a una sesión ordinaria y no hay quórum.
Precisamente, la oposición impulsó este año distintas sesiones para tratar sobre todo la modificación del Impuesto a las Ganancias, pero el oficialismo no bajó al recinto en ninguna de ellas. Por eso hay cinco de estas manifestaciones en el período actual.
Además, este año hubo dos sesiones informativas, es decir, las visitas periódicas en las que el Jefe de Gabinete responde preguntas y comunica a los legisladores informaciones sobre la marcha del gobierno, como lo establece la Constitución.
“Detrás de la convocatoria a sesiones, tanto especiales u ordinarias, hay un juego de negociación política. En estos momentos la oposición insiste con algunos proyectos sensibles al oficialismo, como la modificación del mínimo no imponible, y convocar a sesiones ordinarias puede implicar que estos temas se filtren en el temario de la sesión”, analizó Lorena Zapata, politóloga (UBA) y directora del área de Actualidad de la Fundación Directorio Legislativo.
Para Zapata, si bien el kirchnerismo tiene mayoría y podría votar en contra de los temas que impulsan los partidos de la oposición, esto puede tener un mayor costo político a que directamente no se traten estos proyectos por la restricción del temario en las sesiones especiales. “Que se recurra a este tipo de sesiones en lugar de convocar a sesiones ordinarias no es nuevo, y sucedió bastante durante este Gobierno”, recordó.
En 2012, por ejemplo, hubo 11 sesiones especiales contra siete sesiones ordinarias, y en 2013, año de elecciones, los números fueron menores: seis especiales contra cuatro ordinarias (ver datos).
“Para analizar la falta de actividad del Congreso hay que ver las distintas coyunturas. Si el Gobierno no tiene mayoría, una causa de la parálisis puede ser un contexto polarizado que vuelva difícil el trabajo legislativo, como ocurrió entre 2009 y 2011. Otro escenario es el de hoy en día cuando el oficialismo tiene mayoría, y donde lo más probable es que solo se quieran tratar los temas puntuales por los que se convoca a una sesión especial, y no se quieran discutir ciertos temas que podrían incomodar a sus filas”, concluyó Mustapic.
Fecha de publicación original: 11/06/2014
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