Mitos sobre la caída y el corte de pelo
Los años ’70 nos dejaron su legado de pantalones marca Oxford y canciones del jamaiquino Bob Marley marcadas a fuego. Pero quienes vivieron aquella época de cambios y rebeldía, es probable que hoy miren sus fotos con un dejo de melancolía.
Aquellos que cantaron en los fogones “El extraño de pelo largo”, del grupo argentino La Joven Guardia, posiblemente hoy extrañen sus espesas cabelleras. Porque, enfrentémoslo, el paso del tiempo nos hace perder las mañas pero también el pelo.
Por suerte no es algo que se viva en soledad (“mal de muchos…”) ya que más del 60% de los hombres empiezan a mostrar síntomas de calvicie antes de los 35 años. Y seguramente muchos han recibido consejos con la mejor de las intenciones para tratar de recuperar aquella melena que alguna vez despertó el horror de padres y abuelos y los suspiros de las jovencitas y jovencitos.
Un mito (¿o una excusa?) muy arraigado indica que si nos lavamos la cabeza muy seguido favorecemos la caída del pelo. La verdad es que el lavado sólo ayuda a soltar los cabellos que ya están en fase telógena (es decir, de caída) y que se van a perder de cualquier forma. Por lo tanto, por ese lado no hay solución.
Otro mito sostiene que lo que conviene es raparse el pelo para que crezca más fuerte y sano. Y esto no aplica sólo a los adultos sino que también se hace con los bebés recién nacidos. Pues no: cortar el pelo no altera el ritmo de crecimiento, el grosor o la textura del cabello, porque estas son características que vienen determinadas genéticamente.
Sin embargo, no nos autoflagelemos por creerlo, ya que hay varias coincidencias que nos dan la ilusión de que es así. Al tenerlo más corto da la impresión de que crece más rápido, pero es sólo eso, una impresión. Además, nuestros cabellos tienen ligera forma de cono, siendo más fina la punta que la base. A esto también se debe la primera impresión de que se altera el crecimiento del pelo.
Cuando cortamos el pelo (especialmente al ras) tenemos la sensación de que los primeros días parece más abundante y grueso. Pero no, el efecto pronto desaparece. Y algo similar ocurre con el color: el nuevo cabello no estuvo expuesto al sol y por eso muchas veces tiene un color más oscuro, con lo que nos hace creer que es más robusto.
Así que, a tono con la filosofía de la modernidad, es hora de “soltar”. Dejen ir esos cabellos por el desagüe de la pileta, abracen la calvicie y, a la hora de los mitos capilares, no dejen que les tomen el (poco o mucho) pelo que les quede.
Esta nota surgió por un pedido en la plataforma Chequeo Colectivo.
Fecha de publicación original: 28/11/2016
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