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Los resultados de las elecciones vs. las encuestas previas

Mauricio Macri (Cambiemos) fue electo ayer Presidente de la Nación, al obtener el 51,4% de los votos válidos afirmativos, contra el 48,6%, que eligió a Daniel Scioli (Frente para la Victoria). Además, hubo un 1,19% del total de votos en blanco. La diferencia registrada entre ambos candidatos fue de 2,8 puntos, menor a la que calculaban las encuestas previas al balotaje.

Chequeado hizo una revisión de los sondeos publicados en medios durante noviembre (antes del debate presidencial) y la diferencia con los números oficiales. Se trata de las encuestas que realizaron una proyección de los votantes indecisos, y que calcularon qué porcentaje iba a obtener cada candidato sin importar el voto en blanco, la forma de definir los resultados de acuerdo con la Constitución Nacional y el Código Electoral Nacional.

En los tres casos incluidos se preveía que Macri iba a obtener un resultado mayor al que finalmente consiguió, algo inverso a lo que sucedió con las encuestas de la primera vuelta (ver esta nota).

Además, hubo otras consultoras que no proyectaron a los indecisos y que no excluyeron el voto en blanco, por lo que sus resultados no son comparables con los anteriores, aunque también estimaban una diferencia mayor entre ambos candidatos, por ejemplo de 8,5 puntos en el caso de Poliarquía.

Más allá de la diferencia, casi todas coincidieron en predecir la victoria de Macri, a excepción de la Universidad Nacional de San Martín, que aclaró que sus cifras respondían a ejercicios para la construcción de un “modelo de análisis de opinión pública” y que, por esto, podían tener muchas variaciones.

Una de las cuestiones que hay que tener en cuenta al momento de leer una encuesta es el margen de error. Los sondeos incluidos en el cuadro poseen una brecha de entre +-2% y +-3%, lo que quiere decir que cada candidato podía sacar entre 2 y 3 puntos más o entre 2 y 3 puntos menos de lo previsto según sus proyecciones. En algunos casos los resultados se encontraron dentro de dicho margen, como los de la consultora Giacobbe y Asociados, aunque no en todos.

María Page, coordinadora de Instituciones Políticas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), agregó como dificultad en el caso del balotaje que se trata de una elección donde buena parte del electorado tiene que elegir entre dos opciones que inicialmente no había elegido al tener un menú más amplio. “Esto genera una mayor proporción de indecisos y un incentivo a ocultar a los encuestadores a quién votarían por incomodidad”, señaló a Chequeado.

Otras de las cuestiones que pueden influir es la cantidad de encuestados (tamaño de la muestra), la zona geográfica en la que se realizaron, el hecho de ser personales o telefónicas, o quién es el que encargó y/o pagó el estudio (más información acá).

Al ser consultado por la brecha entre la encuesta realizada y los resultados, el consultor Federico González, de González y Valladares, destacó a este medio que su medición fue previa al debate y los últimos días de campaña, donde Scioli hizo hincapié en la posibilidad de que Macri realizara un ajuste económico. En su análisis, este tipo de acusaciones “no alcanzó para torcer el resultado final de la elección, pero quizás sí sirvió para achicar la brecha”.

González además precisó que “las encuestas son aproximaciones basadas en evidencias en relación a futuros comportamientos de los electores que no pretenden ser oráculos, ni proyecciones que inexorablemente se comportarán dentro de los límites del margen error estadístico”. Por esto, señaló que las “encuestas seguirán produciendo aciertos, aproximaciones y errores relativos en la medida en que son aproximaciones razonables para despejar incertidumbres, pero no métodos precisos que garanticen su eliminación”.

Fecha de publicación original: 23/11/2015

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Comentarios

  • Pepe Parada25 de noviembre de 2015 a las 7:19 pmEs obvio que una encuesta no puede evaluar el porcentaje de fraude que puede ocurrir en una compulsa electoral realizada con una metodología anticuada que hace dificultoso, por decir lo menos, lograr que la voluntad de los votantes sea perfectamente transmitida a las autoridades que realizan el recuento. Si los rumores, algunos bastante fundamentados, de operaciones fraudulentas fueran ciertos, los resultados serían más aproximados a los de las encuestas que aquí se muestran. Lamentable.

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