El tren bala

Una de las promesas de los Kirchner en el gobierno fue la construcción de un tren de alta velocidad para unir las ciudades de Córdoba, Rosario y Buenos Aires en tres horas. El proyecto inmediatamente se volvió polémico por su alto costo (US$ 4000 millones) y por la decisión de poner en marcha un tren de alta tecnología en un contexto de servicios ferroviarios de pasajeros al borde de la ruina. A pesar de la difusión que se le dio al tema, el proyecto por ahora quedó estancado y hasta podría costarle al país unos US$ 500 millones.

La licitación se abrió en mayo de 2006 y en 2008 se anunció el adjudicatario: Veloxia, un consorcio de empresas liderado por la francesa Alstom. En su discurso, la Presidenta presentó la construcción del tren como algo “emblemático”, que significaría el “ingreso de la Argentina en la modernidad”. La línea debía estar terminada en tres años, pero se desató una crisis económica de alcance global, que complicó las tratativas por el financiamiento de la megaobra y dejó todo en el limbo.

Para el Gobierno, aunque el proyecto sigue en pie, por el momento el asunto está cerrado. El problema es que Veloxia, la adjudicataria francesa, exige por contrato que el Estado argentino tome un préstamo del banco francés Natixis para financiar el emprendimiento. Según el conglomerado galo, el contrato comercial contiene un apartado financiero que obliga a la Argentina a tomar un crédito para financiar el proyecto, siempre y cuando el riesgo país se encuentre por debajo de los 800 puntos. En los últimos meses, el riesgo país se ubicó por debajo de este límite (de hecho, hoy se encuentra por debajo de los 700 puntos). Pero el Gobierno afirma que al no haber contrato financiero, no está obligado a tomar el crédito. La discusión podría endurecerse en un futuro no tan lejano, aunque sin tren bala.