Mozart, para bebés más inteligentes
Una creencia muy difundida es aquella que supone que los individuos que toman contacto con las artes –en especial con la música de Mozart- desde bebés, logran desarrollar una comprensión más sofisticada. En 1993, esa idea llevó a la psicóloga estadounidense Frances Rauscher y a su colega Gordon Shaw a poner a prueba a 36 estudiantes de la Universidad de California. El experimento consistió en hacerles escuchar la música de Wolfagang Amadeus Mozart (1756-1791), antes de una serie de pruebas que debían resolver (la pieza elegida fue la sonata para dos pianos en Re Mayor). La conclusión, publicada en octubre de 1993 en la revista científica Nature, fue que la música del compositor austriaco favorecía la resolución de tareas espacio-temporales.
El trabajo tuvo un gran impacto en los medios de comunicación y se popularizó aún más cuando el músico y especialista en “empleo sanador de la música”, Don Campbell, publicó “El efecto Mozart” (1997), un libro que destacaba las bondades para el espíritu y la sagacidad de los individuos que disfrutaban de las creaciones del compositor de Salzburgo. Campbell aprovechó el éxito y editó una serie de ocho cd’s destinados a estimular a los niños, los bebés e incluso a los embriones en el vientre de sus madres.
El presunto contagio de inteligencia mediante la música llevó a que, en 1998, el gobernador de Georgia, Zell Miller, destinara una partida presupuestaria de 105 mil dólares para entregar discos de Mozart a los niños recién nacidos. En el estado de Florida, fueron más allá y votaron una ley para que en las guarderías infantiles se escuche música clásica.
De nada sirvió que los propios autores del trabajo aclararan que la experiencia se realizó con jóvenes estudiantes y no con bebés, y que en el experimento no se midió la inteligencia de quienes participaron. Recientemente (mayo de 2010) se conoció una investigación de la Universidad de Viena (link en alemán) que descarta la validez científica del “Efecto Mozart”. No es el primer estudio que lo desmiente, y es probable que no sea el último. Aún así, la esperanza de las madres de que sus recién nacidos adquieran ciertas habilidades escuchando versiones para bebés de la “Marcha Turca” perdurará, más allá de las refutaciones.
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