Chequeo de datos y humor, una buena pareja
En Chequeado trabajamos desde el primer día para hablarle a los no convencidos, a los no necesariamente interesados en las políticas públicas y la información vinculada con ellas. Trabajamos, en rigor, no sólo para hablarles sino para llamar su atención, para interesarlos y para sumarlos de algún modo a la conversación pública.
Sabemos que muchas veces los datos y el rigor que el análisis preciso de ellos supone pueden espantar a muchos. Pero en lugar de quedarnos en la posición más cómoda o usual de producir contenido para un selecto grupo (de expertos, funcionarios y periodistas), nos desafía y moviliza la idea de sumar a otros al debate. Y acercarle a más gente datos abiertos y verificados, para que cualquiera pueda mirarlos, criticarlos y sacar conclusiones a partir de ellos.
Después de algunos años de trabajar en un registro de cierto formalismo y hasta solemnidad -y no sin encendidas discusiones de equipo-, decidimos experimentar con nuestro tono y probar si ello ayudaba a llegar a más gente. Eso no significa haber relajado ni un ápice la seriedad de nuestros contenidos sino más bien haberle sumado un trabajo de curaduría y experimentación de sus formas. Temíamos que la comunidad de Chequeado no lo recibiera del todo bien, porque pensara que nos burlábamos de nuestros líderes cuando ello no era de ningún modo así, por eso, fuimos especialmente cuidadosos en el proceso.
En el evento #LatamChequea, que organizamos por segunda vez en 2016, la periodista y directora del Programa de Medios Independientes de Open Society Foundation, María Teresa Ronderos, hizo una presentación sobre el aporte que el humor puede hacer al periodismo y mencionó la frase que da título a este texto. Ese día terminé de convencerme de que no faltaba mucho para que empezáramos a incluirlo en las producciones de Chequeado.
Luego de charlarlo en conjunto varias veces Pablo M. Fernández, nuestro director de Innovación Editorial, fue quien me acompañó en darle forma y pensar cómo lo haríamos. Así nacieron los GIFs de Chequeado, que recibieron el apoyo de Shuttleworth para su desarrollo y que este mes ganaron el premio TruthBuzz, que nos permitió compartir con otras organizaciones de fact-checking la iniciativa, su impacto y principales lecciones.
Para hacerlos, Pablo sugirió que nos asociáramos con un nuevo medio, UNO, enfocado en millennials y que en aquel momento ni siquiera había salido. Conocíamos el buen trabajo previo de Ezequiel Apesteguía, a cargo del flamante proyecto, y cuando vimos cómo trabajaba Martín Zalucki, su ilustrador, confirmamos que era un buen partner para este proyecto.
La cautela de la que hablaba en los párrafos iniciales se hizo concreta desde los primeros chequeos que pasamos a este formato. El primer día salimos a las redes sociales con chequeos de idéntica calificación, falso, al presidente, Mauricio Macri, y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Así los dos polos de la discusión política argentina fueron cubiertos con el mismo equilibrio de siempre, pero en un nuevo formato.
Los resultados fueron positivos desde el primer día, con un engagement de las piezas (pensadas para ser consumidas sobre todo en redes) más alto que el usual. Las críticas que temíamos no aparecieron y el formato fue bienvenido por nuestra comunidad. De ahí en más, creyendo que es parte de su éxito, seguimos eligiendo con cautela qué chequeos hacer y decidimos mantener el equilibrio también en el tono de humor descartando ideas en el brainstorming previo que podrían ser malinterpretadas por parte de los ciudadanos.
Con este experimento, que obviamente decidimos continuar y que pronto sumará nuevos formatos con humor, confirmamos algo que en Chequeado repetimos seguido. Innovar supone experimentar y ello implica arriesgarse. ¡Vale la pena!
Comentarios
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