¿Qué es una silobolsa y por qué resulta tan fácil destruirlos?
- La técnica de cubrir granos o heno con capas de polietileno empezó en Europa. Para romperlos, basta con pincharlos con algún objeto punzante.
- Este año se necesitaron un total de 450 mil silobolsas. El recipiente ayuda a los productores a no perder contra los tipos de cambio y a evitar la venta acelerada de su mercadería a la industria agroexportadora concentrada.
- El Gobierno cree que no hay intencionalidad política. Muy pocos de los casos denunciados han sido esclarecidos por las fuerzas de seguridad y no se detuvo a nadie.
Los ataques o roturas de silobolsa han sido una noticia recurrente en los últimos días y provocaron la reacción de altas personalidades de la política. ¿Sabotajes por razones ideológicas? ¿Peleas entre vecinos? ¿Simples casos de vandalismo? El único dato objetivo es que los episodios son reales y lastiman severamente la economía de los productores que los sufren.
¿Qué es una silobolsa?
Algunos dicen que es un invento argentino, pero no es tan así. La técnica de cubrir los granos o el heno con capas de polietileno, para poder así mantenerlos en el campo a salvo sobre todo de la lluvia o el viento, ya se aplicaba en los establecimientos ganaderos de Europa desde hace bastante tiempo.
Lo que se hizo en la Argentina fue convertir esa cobertura plástica en un bolsón cerrado con forma de chorizo, para poder así aislar por completo los granos y extender los tiempos máximos de almacenamiento.
El origen de esta innovación tuvo mucho que ver con la crisis económica y social de 2001, tras la cual el sistema financiero cayó en un profundo descrédito, y también entre los productores agropecuarios, que empezaron a buscar formas alternativas de financiamiento por fuera de los bancos.
En esa época, a la par, la Argentina ingresaba en un proceso de intensificación agrícola muy acelerado, originado especialmente en la aprobación unos pocos años antes, en 1996, de la soja transgénica resistente al glifosato.
A partir de esta tecnología, este cultivo abarató bastante sus costos de implantación y la producción se multiplicó. Si en la campaña agrícola 2001/02 se sembraban solo 11 millones de hectáreas de la oleaginosa y se producían 29 millones de toneladas, 15 años después se llegaba a una siembra de 19,8 millones de hectáreas y una cosecha récord de 61 millones de toneladas en el ciclo agrícola 2014/15, según datos del Ministerio de Agricultura.
Curiosidad y casualidad
La posibilidad de utilizar coberturas plásticas para la guarda de esas mayores cosechas fue un desarrollo entre público y privado. Cristiano Casini, un ingeniero agrónomo que trabajaba en el INTA Manfredi, en Córdoba, fue uno de los pioneros.
En esta entrevista de la revista El Federal contó que el desarrollo “en realidad fue producto de la curiosidad por la innovación y también de la casualidad”. “En aquel entonces estábamos estudiando una tesis de la Maestría de Semillas relacionada a los sistemas de almacenamiento herméticos y que expulsaran al oxígeno del ambiente del silo, como una forma de disminuir el deterioro de los granos. Es así que en una revisión de bibliografía encontré una revista de agronómica de los Estados Unidos donde se contaba la experiencia de unos agricultores que habían almacenado granos de sorgo en una bolsa plástica. Era 1994 o 1995”, contó.
También fue clave la decisión de una empresa llamada IPESA, de incursionar en esa posibilidad. “Mi padre trabajaba en Buenos Aires con la industria del plástico pero siempre estuvo muy vinculado con el campo, y pensaba en cómo hacer para que el campo y el plástico se unieran -contó Mariano Klas, gerente de esa firma, en una nota de Bichos de Campo-. Entonces empezó a colocar el pasto cortado adentro de las bolsas y, como se mantenía, las vacas podían comerlo fuera de término”.
Luego, en 2001, lanzaron la silobolsa. “La gente guardaba el cereal para esperar y sacar mejor resultado. Los vecinos empezaron a verlo y el boca a boca hizo que se expandiera. Desde entonces no paró de crecer”, añadió.
Cuántas toneladas de granos pueden guardarse en la Argentina
No existe una estadística permanente sobre la capacidad de almacenaje de granos en la Argentina, pero Mario Camarero, técnico del Ministerio de Agricultura, calculó que en 2001 los silos disponibles alcanzaban para guardar 57 millones de toneladas de granos, el 89% de una cosecha que entonces era de 63 millones.
En ese momento la participación de las silobolsa era minúscula, de solo 4%. En la campaña 2015/16, Camarero repitió el cálculo y la situación había empeorado mucho. Las posibilidades de almacenar la cosecha habían crecido poco, a 74 millones de toneladas, frente a una cosecha que prácticamente se había duplicado y llegaba a 116 millones. Pero los productores se las habían ingeniado bien. Y ya el 35% de la capacidad de almacenaje eran estos bolsones plásticos de gran tamaño.
Los granos se pueden almacenar hasta 2 años
En una nota del INTA sobre esta innovación, el técnico Ricardo Bartosik, de la Estación Experimental de Balcarce, comentó que lo más usual es que esas enormes bolsas plásticas, de 3 capas de polietileno expandido más un filtro contra rayos ultravioetas, “tengan unos 60 metros de largo y puedan guardar aproximadamente 200 toneladas de trigo, maíz o soja”.
Si la confección del silo ha sido bien realizada, los granos pueden llegar a mantenerse allí hasta 2 años sin perder calidad comercial.
El uso de silobolsa también se ha ido imponiendo en los establecimientos “mixtos” que hacen ganadería o tienen tambo, pues también permiten guardar el maíz picado (toda la planta, no solo el grano) que se utiliza como reserva forrajera para alimentar a los animales en el invierno, cuando faltan pasturas naturales.
Esta técnica de guardado tiene numerosas ventajas para el productor, entre las que se destacan su bajo costo y sencilla confección, que se ha facilitado mucho con la aparición de maquinaria específica (las embutidoras) y de equipos de contratistas que se dedican especialmente a esa tarea.
Cuánto cuesta una silobolsa y qué ventajas comerciales tiene
Cada una de estas bolsas cuesta unos US$ 200 y además se estima, según la Revista Márgenes Agropecuarios, un costo adicional de unos US$ 8 por tonelada por la confección de estos “chorizos”.
Parece mucho dinero, pero hay que tener en cuenta que si lo que se almacena allí es soja, que ahora cotiza a unos US$ 350 por tonelada, la mercadería almacenada tiene un valor cercano a los US$ 70 mil.
Además, el productor se ahorra los altos costos de enviar esos granos a un acopio cercano, que le cobraría por ese servicio, y puede evitar una venta acelerada de su mercadería a la industria agroexportadora concentrada en los puertos, que además impone cupos y maneja los ritmos de entrega.
Un dato no menor es que entre el 60 y el 70% de la superficie que todos los años se siembra en el país, es decir cerca de 20 millones de hectáreas de campos, se realiza bajo la figura de un arrendamiento, es decir bajo un contrato de alquiler que usualmente debe renovarse todos los años.
Esta situación explica 2 cosas. La primera es que los productores no suelen invertir en instalaciones fijas para almacenar sus propios granos porque las tierras finalmente son ajenas, y las mejoras no podrían trasladarse. La segunda es que apelan a estos sistemas de almacenaje flexible justamente para conservar su capital de trabajo, el dinero necesario para poder volver a sembrar y pagar el anticipo del alquiler de la campaña siguiente.
Un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) con los datos finales de la campaña 2018/19 confirmó que la mayor finalidad de las silobolsas es conservar el capital de trabajo de los productores, que muchas veces se proveen de los insumos que necesitan a través de “planes canje”. Es decir que adquieren agroquímicos, semillas, gasoil y fertilizantes a cambio de soja.
Según este cálculo, un 30% de las ventas totales de granos se hicieron bajo esa modalidad, sumando negocios por unos US$ 5.200 millones hacia agosto de 2019. Por el encarecimiento de los créditos bancarios registrada a partir de la crisis económica, esa cifra resultó ser muy superior a la de otros años.
En 2018/19 los productores destinaron 24,7 millones de toneladas de su cosecha a pagar insumos, mientras que en años anteriores rondaba las 14 millones de toneladas. Según estos cálculos de la BCR, el 34% de la soja se comercializó bajo esa modalidad de trueque.
Estos datos de fondo explican la proliferación de bolsones en el campo. Desde 2001 a la fecha, su utilización no ha parado de crecer, a punto tal que la propia BCR estimó que en la campaña agrícola que acaba de concluir, la 2019/20, se almacenaron bajo este sistema nada menos que 75 millones de toneladas, unos 60 millones de granos y otras 15 millones de reservas para forraje. Representa casi el 55% de toda la cosecha.
Este estudio de la Bolsa de Rosario afirma que, si se calcula un promedio de 180 toneladas por bolsón de polietileno, este año se necesitaron un total de 450 mil silobolsas. La cifra es récord, ya que en la campaña 2018/19, que alcanzó un volumen histórico de 147 millones de toneladas, la demanda total había sido de 420 mil unidades. Es decir que de un año a otro el uso se incrementó cerca de 10%.
Los tipos de cambio y el temor por Vicentin
Hay varios elementos, además de las necesidades financieras de los productores, que permiten entender este nuevo salto en el uso de silobolsas.
Por un lado, por la multiplicidad de tipos de cambio que operan ahora en la economía, existe una visible brecha entre el precio al que venden sus granos los productores (el valor oficial mayorista, cercano a $ 70) y el valor del dólar al que usualmente deben comprar sus insumos (de $ 90 a $ 120).
Esto resulta toda una invitación a retener los granos en su poder hasta el momento en que no les quede más remedio que utilizarlos.
Por otro lado, muchos productores quedaron recelosos a partir de lo sucedido con el grupo Vicentin, que en diciembre pasado se declaró en default y quedó debiendo cerca de US$ 400 millones a sus proveedores de soja, unos 1.800 productores.
En ese caso, mucha de esa mercadería había sido entregada a la empresa “a fijar” precio. Es decir que los chacareros habían cedido el control de sus granos esperando cobrarlos más adelante, lo que no sucedió. Aquí corre bien el refrán: “Quien se quema con leche ve la vaca y llora”.
Por qué rompen las silobolsas y qué daño representa
En este contexto es que se vienen produciendo los ataques a silobolsas que denuncian los productores y que las autoridades han prometido enfrentar con una serie de medidas.
Según un mapa del delito rural presentado esta semana por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), este año se han producido más de 60 casos de roturas de silobolsas, ubicando esta modalidad en segundo lugar entre los casos de inseguridad rural, detrás del robo de ganado.
“En los 60 casos, aproximadamente, de roturas de silobolsa, de acuerdo con la información del Departamento Económico de CRA, se estima que en total son 5.700 toneladas las que han sido dañadas. Además, en cada intento de recuperar el grano se pierde un 15% del mismo. Alrededor de 870 toneladas quedan sin poder recolectarse nuevamente”, explicó la entidad en un comunicado.
Qué acciones tomó el Estado contra estos actos vandálicos
En los últimos días, los ministros de Agricultura, Luis Basterra, y de Seguridad, Sabina Frederic, mantuvieron reuniones con las entidades del sector agropecuario y prometieron activar un protocolo especial a través del Consejo Federal de Seguridad, ya que son las provincias las que tienen injerencia directa sobre este tipo de delitos.
A la vez, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, presentó un proyecto de ley para tipificar este delito en el Código Penal e imponer de 3 a 5 años de prisión a quienes lo cometieran. Una iniciativa parecida presentó el diputado radical Ricardo Buryaile, ex ministro de Agricultura e integrante de la bancada de Juntos por el Cambio.
Desde el Gobierno nacional se intenta quitar el asunto de la esfera política para circunscribirla a la policial. Este sábado, el ministro Basterra, declaró en Radio La Red: “Estamos haciendo lo imposible para despejar cualquier duda de que acá hay una intencionalidad política. En la práctica no hay una sola denuncia concreta de alguien involucrado con algo político en estos hechos. El delito rural es un delito complejo que requiere la articulación de todos los sectores, tanto públicos como privados”.
Además, Frederic reconoció en la reunión del jueves último con la Mesa de Enlace que había 16 denuncias en Santa Fe, 12 en Entre Ríos, 14 en Provincia de Buenos Aires y 17 en Córdoba, pero de todo tipo de delitos rurales y no se aclaraba cuántos estaban esclarecidos, es decir que oficialmente se reconocen 59 denuncias hasta el jueves (y no todas con silobolsas) y las entidades rurales actalizaron a 69 ataques a silobolsas con los que se sumaron hasta hoy mismo.
Por lo pronto, muy pocos de los casos denunciados por el sector han sido esclarecidos por las fuerzas de seguridad, que además todavía no detuvieron a nadie por alguno de estos sucesos que son muy fáciles de perpetrar. En la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, solo fueron esclarecidos 7 casos, según el Ministerio de Seguridad de la Provincia.
Por razones de logística y comodidad, estos enormes bolsones suelen ser confeccionados en las zonas más altas de los campos (para evitar el riesgo de inundaciones) y cerca de los caminos y las tranqueras, por el movimiento de maquinaria necesaria para su confección.
No suelen contar con seguros (recién hace algunos meses las compañías aseguradoras incorporaron la cobertura contra vandalismo) y mucho menos con medidas adicionales de seguridad, ya que en el medio rural no suele haber instalaciones adecuadas y muchas veces los campos también carecen del servicio eléctrico y de conectividad.
Por otro lado, resulta muy sencillo producir la rotura de la cobertura plástica que protege a los granos almacenados: basta con disponer de un objeto puntiagudo que ni siquiera necesita tener filo. Esto se debe a que, al confeccionar los silos, los granos se embuten con bastante presión, para evitar todo lo posible la presencia de oxígeno. Alcanza con hacer suficiente presión sobre la superficie de la silobolsa para que todo estalle.
Fecha de publicación original: 07/07/2020
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