Investigan en Brasil la muerte de 200 personas en el marco del ensayo clínico de un medicamento experimental contra el coronavirus
- Se trata de la proxalutamida, un fármaco no aprobado que se viene investigando también como tratamiento contra el cáncer de mama y de próstata.
- El Consejo Nacional de Salud de Brasil junto con la Comisión Nacional de Ética denunciaron irregularidades en el desarrollo del estudio, así como transgresiones de las normas vigentes sobre ética en investigación con seres humanos.
- En la Argentina, hay un protocolo aprobado por la ANMAT para realizar un ensayo clínico con este medicamento, pero aún no comenzó, según pudo verificar este medio.
La Fiscalía General de Brasil investiga la muerte de 200 personas en el marco de un ensayo clínico de un medicamento experimental contra el coronavirus. Se trata de la proxalutamida, un antiandrógeno (es decir, un inhibidor de las hormonas masculinas) desarrollado por la compañía farmacéutica china Kintor Pharmaceuticals. El fármaco no está aprobado en casi ningún país del mundo (la excepción es Paraguay) y se viene investigando desde antes de la pandemia de la COVID-19 como tratamiento contra el cáncer de mama y de próstata.
El ensayo clínico -dirigido por el médico endocrinólogo Flávio Cadegiani y patrocinado por la red de hospitales privados Samel- fue aprobado por las autoridades brasileñas a finales de enero último. En la Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó un protocolo para investigar la proxalutamida en pacientes con COVID-19 leve a moderada, pero el estudio aún no comenzó, según pudo verificar Chequeado.
El Consejo Nacional de Salud de Brasil (CNS) junto con la Comisión Nacional de Ética (CONEP, por sus siglas en portugués) presentaron el 3 de septiembre último una denuncia ante la Fiscalía General de Brasil por “indicios de irregularidades en el desarrollo del estudio, así como transgresiones de las normas vigentes sobre ética en investigación con seres humanos”.
La primera irregularidad detectada fue el número de personas que participaron, ya que se había autorizado a 294 voluntarios en Brasilia, pero la muestra se amplió, sin permiso previo, a 645 participantes y se cambió la ubicación a Amazonas.
Además, según la CONEP, durante la realización del estudio hubo una alta tasa de eventos adversos graves, como muertes. La investigación no realizó un análisis crítico de la causa de muerte de 200 participantes, lo que hace “poco probable descartar la posibilidad de muerte por toxicidad de fármacos o procedimientos de investigación”.
La CONEP señaló que la causa de las muertes indicadas fue la insuficiencia renal y hepática, lo que sería de esperar en pacientes con síntomas de COVID-19 grave ingresados a salas de terapia intensiva. Sin embargo, la investigación con proxalutamida se había autorizado sólo en pacientes con enfermedad leve y moderada.
En el informe se indicó también que el comité independiente de seguimiento de la investigación estuvo encabezado por un investigador que pertenece al directorio de la empresa estadounidense Applied Biology, que está entre los patrocinadores del estudio, lo que “constituye un conflicto de intereses”.
“No se nos explicó qué medicamento era ni que se trataba de un estudio. Solo nos dieron un papel que firmamos porque confiamos en los médicos”, relató al diario El País de Brasil Alessandra Mota, cuya tía Zenite formó parte del ensayo clínico y fue una de las 200 personas fallecidas.
En un comunicado, la Red Latinoamericana y del Caribe de Bioética de la Unesco consideró que este “podría ser uno de los episodios de infracciones a la ética en investigaciones y de violación de los derechos humanos de los voluntarios más graves y serios de la historia de América Latina”
El ente regulador de medicamentos de Brasil, Anvisa, decidió el 2 de septiembre último suspender la importación y el uso de productos que contengan la sustancia proxalutamida en el contexto de investigación científica en Brasil.
Un investigador polémico
El responsable del estudio cuestionado es el médico endocrinólogo Flávio Cadegiani, acusado junto con el presidente brasileño Jair Bolsonaro de crímenes contra la humanidad por la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI). Cadegiani es señalado como uno de los integrantes del llamado “gabinete paralelo” del Ministerio de Salud de Brasil, un grupo de especialistas cercanos a Bolsonaro que promovieron tratamientos sin evidencia científica contra el coronavirus, como la ivermectina y la hidroxicloroquina.
De hecho, Bolsonaro habló de la proxalutamida como posible nuevo medicamento eficaz contra la COVID-19 el 18 de julio último, cuando fue dado de alta tras un tratamiento por obstrucción intestinal en São Paulo.
Tras las acusaciones, el doctor Cadegiani afirmó que la CONEP usó informaciones no verídicas y distorsionadas y que las 200 muertes ocurrieron en el grupo placebo ya que “el medicamento en prueba no produjo eventos adversos graves”. Según el médico, la CONEP intentó invalidar el estudio “tras el interés que demostró el presidente Jair Bolsonaro en la proxalutamida”.
En un comunicado, el Consejo Federal de Salud aclaró que la investigación fue interrumpida por incumplimiento de la normativa y no por motivos políticos: “Tanto es así que otros estudios como el de la misma medicina continuarán o seguirán adelante por cumplir con los estándares éticos en investigación del país”.
Sobre las muertes ocurridas en el estudio, el investigador afirma que la mayoría ocurrieron en el grupo placebo y, por tanto, sin vinculación a la proxalutamida. “Es una conclusión que no se pudo anticipar durante la ejecución de la investigación, pues el estudio fue ciego, es decir, la medicación proporcionada a los participantes (proxalutamida o placebo) era desconocida para el investigador”, sostuvo.
Demasiado bueno para ser verdad
En febrero último, Cadegiani y su equipo informaron un hallazgo temprano alentador: la proxalutamida ayudaba a los pacientes hospitalizados con síntomas leves a moderados a eliminar el virus mucho más rápido que los que recibieron un placebo.
El 22 de julio último, el investigador y su equipo publicaron un preprint (estudio no revisado por pares) donde concluyeron que la proxalutamida reducía un 77% el riesgo de muerte en pacientes hospitalizados por COVID-19. La comunidad científica reaccionó con escepticismo.
“Estos resultados son demasiado buenos para ser verdad”, dijo a la revista Science Eric Topol, vicepresidente ejecutivo de Scripps Research Translational Institute. Y agregó: “Casi no hay intervenciones médicas en la historia de la medicina que tengan esta magnitud de beneficio, y menos con COVID-19”.
Con la excepción del ensayo brasileño, no hay estudios que hayan encontrado beneficios de los medicamentos antiandrógenos en pacientes con COVID-19.
“Los resultados de 4 ensayos clínicos muestran que, en pacientes con enfermedad de leve a moderada, la proxalutamida podría reducir la mortalidad, la necesidad de ventilación mecánica y mejorar el tiempo de resolución de los síntomas. Sin embargo, la certeza en la evidencia es muy baja por riesgo de sesgo muy serio, imprecisión e información indirecta. Se necesita más información para confirmar o descartar estas conclusiones”, sostuvo la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estudio en la Argentina
En nuestro país, la ANMAT aprobó el 28 de julio último un protocolo para investigar la proxalutamida en pacientes ambulatorios de sexo masculino con COVID-19 de leve a moderada.
La investigadora a cargo del estudio, Vanina Gorosito, del Sanatorio de la Mujer de Rosario (provincia de Santa Fe), explicó a Chequeado que el estudio hasta el momento no arrancó a reclutar pacientes. “Hace un mes tuvimos la visita de inicio al Sanatorio. La droga tardó en entrar, llegó recién hace un par de semanas, pero falta recibir todos los kits de laboratorio y en ese momento me van a dar el ok para poder ingresar pacientes”, sostuvo.
Desde el Ministerio de Salud de Santa Fe confirmaron a este medio que la investigación aún no está autorizada por la provincia, ya que no se había expedido el Comité de Ética.
Consultado por lo sucedido en Brasil, desde la ANMAT aseguraron a Chequeado que “hasta el momento no hay información sobre esa problemática en los estudios que se llevan adelante en el país, pero todos los estudios poseen monitoreo constante de todo el proceso para, en caso de ser necesario, tomar alguna medida”.
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