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Prebunking: mejor prevenir que curar

El fact checking es una herramienta fundamental para combatir la desinformación. Tenemos evidencia de su efectividad, pero enfrenta un desafío importante: hacer el chequeo a medida que se viraliza una desinformación se vuelve una carrera contra el reloj. Por ello, una estrategia complementaria consiste en generar instancias de formación preventivas, antes de que la desinformación se viralice, o incluso antes de que surja. Esta práctica   se conoce como prebunking porque, a diferencia de los chequeos (debunking), se realiza previamente a la circulación de desinformaciones.

¿Pero cómo es posible adelantarse al surgimiento de la desinformación?

En realidad no es que nos adelantamos a detectar una desinformación puntual, sino que buscamos fortalecer las habilidades para identificar narrativas engañosas. Por ejemplo, mostrando cuáles son las tácticas o estrategias que usan los desinformantes para hacernos caer en ellas o bien cuáles son las narrativas desinformantes más comunes sobre determinados temas. Al conocer las características que toma la desinformación, es más fácil detectar nuevas variantes cuando surjan.

El prebunking se basa en la Teoría de la inoculación que, como un paralelismo a la inmunidad que generan las vacunas, propone que si exponemos a las personas a dosis de desinformaciones, con el tiempo, desarrollan inmunidad a las próximas que se encuentren. 

Tipos de prebunking

Existen diferentes estrategias para abordar el prebunking, y se complementan entre sí. Algunos tipos son:

El que cubre vacíos informativos

Los vacíos informativos aparecen cuando no hay información clara, accesible y fácil de encontrar sobre un tema. En estos casos, las personas se vuelven más permeables a la desinformación: cuando buscan algún dato y no encuentran buena información rápidamente, es más probable que crean lo primero que aparece aunque sea falso.

Un caso  común ocurre durante las elecciones, donde las normas y procedimientos pueden ser bastante complejos. Por ejemplo, suelen circulan desinformaciones sobre qué documentación es válida para votar, cómo emitir el voto correctamente o quiénes están habilitados para hacerlo. Aunque la información oficial suele estar disponible, muchas veces se encuentra en documentos extensos y que no aparecen fácilmente en una primera búsqueda. 

Para prevenir esto, es clave identificar las dudas más frecuentes y generar materiales informativos que sean claros, accesibles y fáciles de compartir.

El que advierte sobre las narrativas desinformantes más comunes sobre un tema o ciertos eventos

Muchas desinformaciones sobre un mismo tema pueden parecer diferentes, pero en realidad repiten la misma idea general, una narrativa que las engloba

Por ejemplo, cuando ocurre una catástrofe natural, es común que circulen falsos contenidos que afirman que fue provocada por grupos de poder manipulando el clima. Aunque los detalles cambian —puede ser una foto de un barco que supuestamente lleva máquinas para alterar el clima o videos de aviones que “provocan” lluvias—, todas refuerzan la misma teoría conspirativa.

Para prevenir la difusión de cada desinformación puntual, una estrategia útil es señalar por qué estas grandes narrativas (en este caso teorías conspirativas) no son ciertas antes de que cada desinformación particular se haga viral.

El que señala los métodos y formatos más comunes de desinformación

Así como ciertas narrativas se repiten en determinados eventos, también lo hacen algunos formatos de desinformación. El prebunking en este caso consiste en señalar cómo, por ejemplo, en conflictos armados o protestas sociales es común el uso de imágenes que son reales (fotos o videos) pero que corresponden a otros eventos. Por ejemplo, un caso típico es la difusión de fotos de manifestaciones ocurridas en otros países para afirmar que hubo incidentes en una protesta local. O durante las campañas electorales, un formato recurrente de desinformación es la creación de placas gráficas que imitan el estilo de los medios de comunicación (reproduciendo su fondo, tipografía y logotipo) reproduciendo declaraciones falsas atribuidas a los candidatos.

El que expone las estrategias de los desinformantes

Este tipo de prebunking está en auge y es uno de los más estudiados para evaluar su efectividad. La idea es capacitar a las personas para reconocer las estrategias más utilizadas en la desinformación, sin enfocarse en un tema específico.

Por ejemplo, señalar que una táctica común es apelar a emociones fuertes, como el miedo o la indignación, que dificultan el pensamiento crítico y aumentan la probabilidad de compartir información falsa. Otra estrategia es el uso de falsos expertos: personas sin credenciales reales que se presentan como autoridades para dar credibilidad a teorías engañosas. También se recurre a falacias lógicas, como usar un caso aislado para intentar probar una idea general, entre muchas otras.

Al igual que los tipos de prebunking mencionados anteriormente, este enfoque puede desarrollarse a través de diferentes abordajes como la Alfabetización Mediática Informacional y la creación de  materiales y recursos educativos, o la producción de notas informativas. Para que estos recursos sean realmente efectivos, es clave que sean claros, atractivos y accesibles, utilizando formatos visuales, ejemplos cercanos y un tono que capte el interés de la audiencia en lugar de exponer muchísima información. En esta línea, una de las formas más innovadoras es la gamificación, es decir, el uso de juegos diseñados para que la gente aprenda a detectar estrategias de manipulación mientras juega. Algunas iniciativas que probaron ser efectivas son Bad News (creado por la Universidad de Cambridge)  y Go Viral!, (desarrollado junto a la OMS), que se enfoca en detectar desinformaciones sobre salud. En estos juegos el usuario se pone en el rol del desinformador y debe aprender a usar las tácticas desinformantes para ganar, como la manipulación emocional, la fabricación de teorías conspirativas o el uso de falsos expertos. La idea es que, al jugar y entender cómo se construyen las noticias falsas, los usuarios desarrollen una mayor resistencia a caer en ellas en la vida real.

¿Cuán efectivo es?

La efectividad del prebunking ha sido evaluada en varios de sus aspectos en una serie de estudios académicos (ver bibliografía abajo), y se ha encontrado que: 

  • Si se presenta información precisa sobre un tema específico, las personas pueden, luego, detectar mejor las desinformaciones relacionadas con ese tema.
  • Si se exponen las estrategias de persuasión que suelen utilizar los desinformantes, las personas reducen su credibilidad en las desinformaciones que encuentran luego del “entrenamiento”. Este enfoque es efectivo cuando la exposición se hace mediante videos explicativos o a través de juegos donde los jugadores se ponen en el lugar de un desinformante.

Si bien el prebunking ha demostrado ser efectivo en diversas situaciones, no está exento de limitaciones. Su impacto varía según diversos factores como la edad o la ideología de las personas, y la temática desinformante. En algunos casos no es efectivo por sí sólo sino que debe potenciarse con otras estrategias. Además, se ha cuestionado la durabilidad de sus efectos, ya que para lograr una protección a largo plazo se requieren refuerzos periódicos. Una de las principales críticas es que, aunque entrenar a las personas para identificar estrategias de desinformación fortalece su pensamiento crítico y las hace más resistentes a la manipulación, también puede generar un escepticismo excesivo, incluso ante información veraz y basada en evidencia. Además, hasta el momento, existen discrepancias sobre la efectividad de algunas estrategias de prebunking para reducir la intención de compartir desinformación.

Estas limitaciones destacan la necesidad de seguir perfeccionando los métodos de inoculación. El prebunking no funciona por sí sólo si no que es complementario al fact checking y la alfabetización mediática, pero se presenta como una estrategia prometedora para combatir la desinformación. Cuantas más personas aprendan a detectar y resistir los intentos de manipulación, menor será el impacto de las campañas desinformantes, reduciendo su alcance antes de que logren arraigarse en la opinión pública.

 

BIBLIOGRAFÍA

Inoculation and accuracy prompting increase accuracy discernment in combination but not alone

Gordon Pennycook, Adam J. Berinsky, Puneet Bhargava, Hause Lin, Rocky Cole, Beth Goldberg, Stephan Lewandowsky & David G. Rand. (2025)

 

Prominent misinformation interventions reduce misperceptions but increase scepticism

Emma Hoes, Brian Aitken, Jingwen Zhang, Tomasz Gackowski & Magdalena Wojcieszak. (2024)

 

Psychological Inoculation for Credibility Assessment, Sharing Intention, and Discernment of Misinformation: Systematic Review and Meta-Analysis

Chang Lu , Bo Hu , Qiang Li1, Chao Bi, Xing-Da Ju. (2023)

 

Psychological Inoculation against Misinformation: Current Evidence and Future Directions

Cecilie S. Traberg, Jon Roozenbeek, and Sander van der Linden. (2022)

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