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Hipocresía

Cuando se les pregunta cómo financiaron las campañas que los llevaron al poder, unos pocos eligen dar precisiones, en general insuficientes. Algunos sonríen, nerviosos. Otros, socarronamente. Y hay quienes levantan las cejas, como preocupados, o queriendo decir más de lo que dicen.

Lo que la mayoría de los políticos calla, los expertos en financiamiento político advierten desde hace décadas y la Justicia no se ha ocupado hasta ahora de demostrar con eficacia es que las campañas electorales se hacen con muchos -muchísimos- más fondos “en negro” que declarados.

María Page, de Cippec, asegura que los partidos en la Argentina incurren en “una enorme subdeclaración de ingresos y gastos”, porque las actividades desplegadas en la campaña no pueden cubrirse con los montos que se declaran oficialmente.

“Todo lo que se gasta el día de la elección en el operativo de fiscalización, por ejemplo, se paga en efectivo y rara vez se declara. Hay también causas en las que se detectaron pagos hechos por terceros, como sindicatos, o donaciones en especies no declaradas, como ‘prestar’ un estadio o un teatro para un acto”, sostiene.

¿Entonces? ¿Cómo es la cosa? Lo que se declara es una ínfima parte de lo real y, aún así, parece que no resulta fácil cumplir con la Ley de Financiamiento de Partidos Políticos vigente. Encima, si nada cambia, dadas las desprolijidades e irregularidades detectadas en cada elección, cada vez habrá menos gente dispuesta a donar legalmente para la política.

Antes del ballotage, en Chequeado publicamos que la fórmula que encabezó el candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, había incluido en la lista de aportantes de las elecciones primarias que entregó a la Justicia electoral a funcionarios de ARBA, el organismo de recaudación provincial, sin que pusieran un peso ni su consentimiento.

Ahora, detectamos a directivos de empresas concesionarias del Estado, a quienes la ley excluye de la posibilidad de aportar fondos, dando montos iguales en un mismo momento a la fórmula de Mauricio Macri-Gabriela Michetti, de Cambiemos. Y al menos dos dijeron que la plata no era de ellos sino de las compañías.

El sistema es endeble. Y sus principales actores, hipócritas.

¿Quién si no las empresas van a aportar millonarios montos para la política? ¿Los empresarios y los votantes? ¿O acaso se espera que lo hagan los gobiernos, que siempre buscan quedarse (y también es algo prohibido por la ley)? ¿A quién le conviene que esto sea así? A los políticos que pretenden gobernar sin que los condicionen y a los electores, seguro que no.

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