Qué evidencia hay sobre los beneficios de la ley de alcohol cero al volante
- La Cámara de Diputados de la Nación le dio media sanción a un proyecto que prohíbe conducir en rutas nacionales después de haber bebido alcohol.
- La iniciativa, que ahora debatirá el Senado, fue aprobada por una importante mayoría de votos aunque con una veintena de rechazos, entre los que se cuentan de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos.
- En esta nota te contamos qué dicen los estudios y qué impacto tuvieron las leyes de alcohol cero en algunos países sudamericanos que la implementaron.
Última actualización, 18/04/2023.
Con el objetivo de disminuir los siniestros viales y salvar vidas, el 24 de noviembre último la Cámara de Diputados de la Nación aprobó en sesión una modificación a la Ley 24.449 de Tránsito, para reducir de 0,5 a 0 gramos de alcohol por litro de sangre (gr/l) la tolerancia para conducir en las rutas nacionales. Es decir, que directamente no se pueda beber nada de alcohol para manejar. El Senado la convirtió en ley casi 5 meses después, el 13 de abril último.
En la discusión hubo diputados que rechazaron la propuesta -principalmente de provincias vitivinícolas como Mendoza y San Juan- y pidieron mantener el máximo de 0,5 gr/l, con un incremento de las penas, pero su propuesta no prosperó: el proyecto de alcohol cero obtuvo media sanción por 193 votos afirmativos contra 19 negativos -hubo rechazos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, entre otros espacios-, con 4 abstenciones y 40 ausentes. En el Senado la iniciativa también logró una amplia mayoría: 48 votos afirmativos y 9 negativos.
En esta nota te contamos qué evidencia hay sobre los beneficios de las leyes que no permiten conducir vehículos tras haber bebido alcohol y qué impacto tuvieron estas normas en varios países sudamericanos y en algunas provincias argentinas que las implementaron.
¿Qué consecuencias provoca tomar alcohol al volante?
Para la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la propuesta, que ahora debatirá el Senado, “busca reducir la siniestralidad provocada por conductores que hayan bebido alcohol previo a la conducción, ya que, aun en cantidades mínimas, el alcohol aumenta hasta 3 veces la posibilidad de protagonizar un siniestro vial”.
De acuerdo con datos del Observatorio Vial -que es el área de investigación y análisis de la ANSV-, en 2021 fallecieron en todo el país 3.870 personas en incidentes de tránsito; de ese total, el 42% fueron menores de 35 años, y el alcohol fue uno de los factores determinantes al estar presente en, al menos, uno de cada 4 siniestros viales graves.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), a su vez, subraya que “la conducción bajo los efectos del alcohol afecta gravemente a la capacidad de juicio, la coordinación y otras funciones motrices”, y que “la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol es un importante problema de salud pública que afecta al bebedor y, en muchos casos, a partes inocentes”.
¿A partir de qué nivel de alcoholemia hay riesgo al conducir?
En la Argentina, aunque hay límites más estrictos en provincias y municipios, la Ley Nacional de Tránsito permite 0,5 para automóviles particulares, 0,2 para motos y 0 únicamente para transporte de pasajeros y cargas.
En este documento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicado en 2017 se indica que ya una concentración de alcohol en la sangre de entre 0,1 y 0,5 gr/l produce “aumento del ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria”, “disminución de la actividad de diversas funciones cerebrales centrales”, “comportamiento incoherente al ejecutar tareas”, “disminución del discernimiento y pérdida de inhibiciones” y “sensación moderada de exaltación, relajación y placer”.
Además, la OPS publicó el informe “Beber y conducir. Manual de seguridad vial para decisores y profesionales”, en el que se señala que “los conductores de vehículos motorizados y los motociclistas que tienen una Concentración de Alcohol en la Sangre (CAS) superior a 0 están expuestos a un mayor riesgo de sufrir un accidente que aquellos con una CAS equivalente a cero”.
“En la población general de conductores, cuando la CAS sobrepasa el cero, el riesgo de sufrir un accidente comienza a aumentar considerablemente con una CAS de 0,4 gr/l. Los adultos jóvenes sin experiencia que conducen con una CAS de 0,5 gr/l están expuestos a un riesgo 2,5 veces mayor de sufrir un accidente, en comparación con los conductores más experimentados”, señala el documento.
Existe riesgo extremo de terminar gravemente herido o perder la vida cuando la concentración de alcohol en sangre de quien conduce un vehículo es igual o superior a 1,2 gr/l, señala el Observatorio Vial. También hay riesgo extremo cuando el alcohol se combina con otras sustancias psicoactivas (metanfetaminas, cocaína, etcétera), siendo la probabilidad 200 veces superior a las de un conductor sobrio, de acuerdo con este estudio científico financiado por la Comisión Europea.
¿Quiénes impulsan la ley y qué argumentan?
Además de la ANSV y la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), el proyecto de alcohol cero al volante es impulsado por decenas de organizaciones civiles (ver acá y acá); algunas de ellas, de familiares de víctimas de siniestros de tránsito, como la Asociación Madres del Dolor, cuyo abogado, David Berstein, dijo a Chequeado que la importancia de la iniciativa es “la transformación que puede provocar en la conducta de una sociedad”.
“Esta ley es fundamental porque ayuda a terminar con la especulación, que cuesta vidas. ‘Me tomo una cerveza o 2; total, quizás no llegue al 0,5’. O bien, ‘a mí me pega de una manera, a mí novia de otra; entonces, yo tomo un poco más que ella’. O ‘con una copita de vino nomás seguro estoy debajo del 0,5’. Pero resulta que esa copa de vino, si estás con el estómago vacío, pega más fuerte. No es bueno especular con hasta dónde tomar. Por eso es importante esta ley”, planteó.
Bernstein destacó que “pareciera que se están invadiendo los derechos individuales pero se trata de algo bastante más simple, como el hecho de no poder conducir habiendo bebido alcohol”. Y agregó: “Si hay que conducir, es cuestión de organizarse para que lo haga quien no ha bebido alcohol”.
El abogado de Madres del Dolor señaló, además, que “el tránsito de hoy no es el mismo de hace 40 años, porque hoy hay millones de bicicletas más en las calles, monopatines, motos, peatones y muchos más autos en circulación”, por lo que “se impone un cambio en la ley”.
A su vez, la organización Luchemos por la Vida, que también apoya la ley de alcohol cero, señaló en un informe que ya en 0,3 gr/l se considera un nivel moderado de dificultad para el tránsito, con riesgo medio, porque “disminuye la capacidad de atender a situaciones de peligro” y la respuesta “se comienza a lentificar y se hace más confusa”.
El informe considera que 0,5 gr/l ya es un nivel de dificultad “moderado a severo”, con riesgo alto, porque “se reduce la visión con dificultades de enfoque y esto ocasiona desatención a las señales de tránsito que no pueden ser percibidas adecuadamente”.
En sintonía con Bernstein, Luchemos por la Vida señala en otro informe que el límite actual, de 0,5 gr/l, “no es igual para todos sino que varía en cada persona, según diversas circunstancias personales y, en especial, según el peso y el sexo”.
El documento detalla que “también, otros factores, tales como el cansancio, la ingestión de ciertos medicamentos, enfermedades, etcétera, pueden potenciar los efectos tóxicos, por lo cual en realidad resulta muy difícil decir, con exactitud, si un vaso de bebida alcohólica, en un determinado ser humano y en un momento preciso, lo hará superar o no el límite legalmente tolerado”.
Por su parte, desde la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) plantearon que la ley no resuelve el problema que plantea. “Desde la vitivinicultura apoyamos una ley de seguridad vial pero que abarque la problemática de manera integral, es decir que tome los aspectos educativos, de penalización y de medición, pero no una ley cuyo único artículo declara la tolerancia cero, que afecta la calidad de vida y las libertades de los argentinos”, afirmó José Zuccardi, presidente de la Coviar.
¿Qué pasa en el mundo, la región y nuestro país?
De acuerdo con un informe de la OPS publicado en 2018, la mayoría (97) de los países informaron en 2016 que tenían un límite máximo permisible de CAS de 0,5 gr/l o inferior para evitar la conducción en estado de ebriedad, aunque 37 informaron un límite de CAS de 0,8 gr/l y 31 países directamente no tienen ningún límite.
En Uruguay, la baja del límite de alcohol permitido en sangre fue gradual, de 0,8 a 0 gr/l a fines de 2015. En 2020, la Fundación Gonzalo Rodríguez -una ONG uruguaya dedicada a “eliminar los fallecidos y lesionados graves por siniestros de tránsito en Latinoamérica”- y la OPS realizaron un trabajo conjunto para conocer el impacto de la ley de tolerancia cero en la siniestralidad vial en la experiencia del país.
Entre otras conclusiones, señalaron que la ley no impactó negativamente en las ventas de bebidas alcohólicas, como sostenían sus detractores, y que “la cantidad de siniestros cada 100 mil habitantes presenta disminuciones incluso desde antes de la entrada en vigor de la ley, pero peculiarmente sostenidas luego de enero de 2017”.
El estudio, además, destacó: “Se refuerza la incidencia de la legislación en la baja en la siniestralidad, con cambios que parecieran ser mayormente sobre el comportamiento respecto al manejo luego de consumir alcohol que en las pautas generales de consumo de esta sustancia”.
En el caso de Chile, de acuerdo con este informe del Observatorio Vial publicado en marzo último, se indica que “la tasa de víctimas fatales presenta pequeñas fluctuaciones entre 2007 y 2011 pero a partir de 2012 -año de implementación de la tolerancia cero- desciende drásticamente y permanece estable hasta el presente”.
En Chile, además, rige desde 2014 la llamada “Ley Emilia”, que sanciona con cárcel efectiva de al menos un año a las/os conductoras/es en estado de ebriedad que generen lesiones graves gravísimas o la muerte a otras personas. También, de acuerdo con el mismo informe, se registraron descensos en la siniestralidad en Brasil y en Paraguay.
En la Argentina, algunas provincias y municipios fueron avanzando en dirección a la tolerancia cero al volante. Córdoba fue la primera provincia en reglamentarla, en 2013, para la conducción de todos los vehículos.
“El control en la vía por parte de la Dirección de Policía Caminera fue un factor determinante para lograr en estos últimos 12 años la disminución de más del 35% de víctimas fatales en siniestros viales, cuando el parque automotor crecía en igual período más de un 100%. Sin duda que la Ley 10.181 Programa Alcoholemia Cero contribuyó en gran medida a este logro”, dijo Miguel Rizzotti, director general de Prevención de Accidentes de Tránsito de esa provincia.
A la provincia de Córdoba le siguieron Salta (2014), Tucumán, Santa Cruz, Entre Ríos (2016), Río Negro (2017), Jujuy (2018) y, el 16 de diciembre último, la Provincia de Buenos Aires. También lo hicieron en el último tiempo los municipios de Reconquista, Santa Fe, Pueblo Esther, Rosario, Posadas, Neuquén, Ushuaia, Río Grande, Tolhuin, General Pueyrredón, Ezeiza, General Rodríguez y Moreno, según reseñó el Observatorio Vial.
Un informe de la ANSV reflejó que, en las provincias con alcohol cero al volante, la cantidad de conductores testeados que dio 0 fue notablemente mayor que en aquellas que tienen 0,5 como máximo permitido. Estos datos surgen de un análisis realizado sobre 50 mil casos en todo el país durante los controles de alcoholemia -entre diciembre de 2020 y marzo de 2021- y reflejan que la tolerancia cero al volante “influye positivamente en los conductores para que no tomen alcohol antes de manejar”.
Actualización, 18/04/2023: esta nota se actualizó para consignar la aprobación de la ley por parte del Senado.
Fecha de publicación original: 17/12/2022
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