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5 consejos para informar sobre extremismo antidemocrático

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Las manifestaciones de extremismos antidemocráticos alimentados por desinformaciones son cada vez algo más común en el mundo.
  • En este artículo pensado para periodistas te recomendamos algunos ejemplos que te pueden servir para hacer la mejor cobertura que puedas sobre estas insurrecciones.
  • Esta nota forma parte de un especial con recomendaciones para periodistas sobre cómo cubrir las elecciones realizado por Chequeado, IJNet, ICFJ y Factchequeado.

El extremismo antidemocrático, alimentado por la desinformación en torno a los procesos electorales, va en aumento en todo el mundo.

Dos ejemplos prominentes: el 6 de enero de 2021, partidarios del expresidente estadounidense Donald Trump asaltaron el Capitolio para interferir en el traspaso pacífico de poderes al presidente electo Joe Biden. En Brasil, videos de lo que ahora se conoce como la insurrección del 8 de enero, durante la cual los partidarios del exmandatario Jair Bolsonaro asaltaron el Tribunal Supremo, las oficinas presidenciales y el poder legislativo del país, fueron un reflejo del intento de golpe de 2021 en Estados Unidos.

Menos violentos pero igualmente preocupantes han sido los ataques contra instituciones democráticas en México y El Salvador, entre otros países.

En momentos en que crece el extremismo antidemocrático, periodistas de todos los países deben hacerse y responder a preguntas similares: ¿Cómo se logrará que los instigadores de las insurrecciones en Brasil y Estados Unidos rindan cuentas? ¿Cómo se lucha contra el enorme flujo de desinformación que rodea esos acontecimientos? ¿Cuál es la mejor manera de comunicar a los lectores la gravedad que estos hechos suponen para la democracia?

Para explorar estas cuestiones, hablé con Meg Kelly, videasta del equipo de video forense del Washington Post, y con Ryan Reilly, periodista especializado en justicia de NBC News, quienes cubrieron los sucesos del 6 de enero en Estados Unidos y sus consecuencias. A continuación, sus consejos.

  1. Crea una cronología visual de los acontecimientos

Sucesos como el del 6 de enero en Estados Unidos y el del 8 de enero en Brasil suelen ocurrir de repente y sin aviso, lo que supone un desafío a la hora de comunicar a las audiencias exactamente lo que ha ocurrido.

Una forma de abordar la situación es mediante la creación de una cronología visual de los acontecimientos, como hizo el equipo de video forense de Kelly tras el intento de golpe de Estado del 6 de enero. Utilizaron imágenes publicadas en Internet y tomadas por periodistas en el lugar para secuenciar lo ocurrido, verificando las marcas temporales de los videos para saber exactamente cuándo irrumpieron los manifestantes en el Capitolio y cuánto pudieron acercarse a los legisladores.

Más tarde, Kelly y su equipo trabajaron en documentación visual de mayor complejidad, como la forma en que las fuerzas de seguridad intentaron contener los disturbios. En una cobertura de seguimiento, Kelly accedió a las comunicaciones policiales del día de la insurrección, que revelaron fallas de planificación que permitieron la irrupción en el Capitolio.

Disponer de pruebas concretas también reforzará tu cobertura, sobre todo entre quienes confían menos en los medios de comunicación. Por ello es deseable “basarse en pruebas de video con marcas temporales específicas; en fotos que tengan metadatos claros; y ser capaz de unir todas esas piezas para entregar evidencias que no sean el recuerdo de alguien o algo que una fuente de inteligencia te dijo”, explica Kelly.

“He descubierto que utilizar esas pruebas bien concretas es una forma de conectar realmente con la gente”, dice.

  1. Sigue los procedimientos penales

En NBC News, Ryan Reilly se ocupó de la respuesta del sistema judicial. “Algo que quedó claro desde los primeros días, y que yo tendría en cuenta si estuviera investigando lo que pasó en Brasil, es que desconocíamos el alcance total de cuántas personas podrían estar involucradas en una posible investigación criminal”, señala.

Por ejemplo, inmediatamente después de la insurrección se calculaba que habían entrado en el Capitolio unas 800 personas, cuando en realidad las cifras superaban las 2.000. En Brasil, la magnitud fue aún mayor: el gobierno brasileño calcula que el número de manifestantes que irrumpieron en edificios gubernamentales fue de unos 5.000.

Informar sobre estos procesos penales también puede ayudar a determinar quiénes están y quiénes no están siendo responsabilizados por los eventos. ¿Están siendo juzgados los organizadores e instigadores, o solo aquellos con menos poder y responsabilidad?

La mayoría de los acusados en Estados Unidos fueron declarados culpables de delitos menores, como alteración del orden público. Entretanto las investigaciones sobre los autores intelectuales aún no han dado lugar a ninguna acusación penal.

  1. El papel de los militares y de las fuerzas de seguridad

Los periodistas también deberían investigar el papel desempeñado por las fuerzas del orden y el Ejército. Muchos de los manifestantes estadounidenses pertenecían a uno de dos grupos. “Hubo marines en servicio activo que fueron al Capitolio. Hay policías —actuales y retirados— que también participaron en el ataque del 6 de enero”, afirma Reilly.

En Brasil, numerosos policías permanecieron impasibles mientras la turba atacaba el Tribunal Supremo y el Congreso. “Eso es algo que me interesaría saber: si la Policía restó importancia a la amenaza debido a cuestiones políticas, o si, básicamente, se puso del lado de los manifestantes porque compartía su mismo punto de vista”, se pregunta.

En Brasil, se acusó a la Policía de carreteras de bloquear ilegalmente el acceso a las urnas en el noreste del país, tradicionalmente un bastión del Partido de los Trabajadores del presidente Lula. Mientras tanto, miembros de alto rango del Ejército de Brasil hicieron campaña abiertamente para reelegir a Bolsonaro, y permitieron que manifestantes contrarios a Lula que apoyaban un golpe militar acamparan frente a los cuarteles del ejército entre las elecciones y la asunción presidencial.

A pesar de todo esto, en Brasil no se han tomado medidas contra los militares implicados en los disturbios del 8 de enero.

  1. Utiliza un lenguaje preciso contra la desinformación

La desinformación fue el motor que inspiró el intento de golpe del 6 de enero en Estados Unidos, y también proliferó en Internet tras la insurrección, en el intento de generar confusión sobre lo que realmente pasó. “Lo que llamamos 6 de enero surgió de esas teorías conspirativas”, dice Reilly. “Y ahora hay un montón de teorías conspirativas sobre el propio 6 de enero”.

Acusaciones falsas de que los llamados “actores del Estado profundo”, como el FBI, eran responsables, e insinuaciones de que la insurrección fue en realidad organizada por los antifa, fueron comunes en los días y semanas siguientes. En Brasil hubo intentos similares, con cadenas de televisión pro-Bolsonaro, como Jovem Pan, que dieron tiempo de aire a figuras que difundieron desinformación sobre los responsables de la insurrección del 8 de enero.

Una medida que los periodistas pueden tomar para combatir la desinformación es clasificar a los insurrectos de acuerdo con sus acciones de ese día. “Nos sentimos cómodos diciendo que las personas que entraron en el Capitolio participaron en la revuelta”, señala Kelly. 

Pero ser más específicos con el lenguaje es igual de importante. “No creo que podamos decir que todas esas personas tenían creencias extremas. Así que solemos decir, por ejemplo, ‘un partidario de Trump’ o ‘persona que considera que hubo fraude electoral'”.

  1. Céntrate en los máximos responsables

Para prevenir futuras acciones antidemocráticas es necesario que los responsables de organizar estas insurrecciones rindan cuentas. Y los periodistas pueden desempeñar un papel clave en este sentido. “Las fuerzas subyacentes en términos de retórica en redes sociales que pulularon hasta el día anterior al levantamiento son definitivamente algo que sugeriría vigilar”, señala Kelly. “En Brasil es importante verificar quiénes fueron los líderes de los diferentes grupos involucrados en llevar adelante la protesta y en algunos de sus momentos más violentos”.

Por último, mantener la atención de la opinión pública sobre los riesgos que los organizadores de estas insurrecciones suponen para la democracia es fundamental para evitar lo que Reilly describe como una “rana en agua hirviendo”, en la que acontecimientos cada vez más antidemocráticos desaparecen rápidamente de la vista pública.

“Existe la tentación de pasar de página”, dice Reilly. “Pero esto también te muestra lo que el poder es capaz de hacer. Las personas que están en la parte inferior de la jerarquía son las que están soportando el peso de las consecuencias de lo que ocurrió ese día”.

 

Este recurso forma parte de un conjunto de herramientas sobre cobertura de elecciones y cómo detectar la desinformación, elaborado por IJNet en colaboración con Chequeado y Factchequeado, y con el apoyo de WhatsApp.

Fecha de publicación original: 31/07/2023

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