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Coronavirus en la infancia: preguntas frecuentes y algunos mitos que es mejor derribar

Cada día sabemos un poco más sobre el coronavirus SARS-CoV-2. Aunque desde el comienzo de la pandemia tuvimos muy claro que se contagia a través de las vías respiratorias, todavía hay mucho que no sabemos sobre el virus, la enfermedad que causa, sus efectos posteriores y otros aspectos clave que la ciencia está investigando en este momento.

Sobre sus efectos en la infancia circuló información errónea, incompleta, o incluso falsa. Es por eso que vale la pena examinar qué es lo que sabemos, hasta ahora, sobre el coronavirus en los niños y niñas, qué es lo que no sabemos, y qué podemos hacer para cuidarlos.

Antes de empezar, aclaremos algunos términos:

Coronavirus: es una familia de virus que se conoce desde hace tiempo y que, en el microscopio, tienen la forma de una corona.

SARS-CoV-2: es el nombre técnico de la última variedad conocida de coronavirus, la que está causando la pandemia actual.

COVID-19: es el nombre de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, un síndrome respiratorio agudo que puede causar la muerte.

Carga viral: es la cantidad de virus que se puede hallar en las células de los tejidos que se examinan, la faringe, sangre, etcétera.  Permite saber qué capacidad de replicarse tiene el virus y es clave para su comprensión.

¿Los niños y las niñas se contagian?

Sí.

De los 359.638 casos confirmados de COVID-19 en nuestro país (con datos hasta el 25 de agosto), 22.892 casos corresponden a niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años, y 14.363 a lactantes y menores de 9 años. Es decir que aproximadamente el 10% del total de casos corresponde a menores de edad. En esta población se confirmaron 11 fallecimientos desde el inicio de la pandemia. Esto significa que este grupo de edad tiene una tasa de letalidad del 0,069%, menor que la media poblacional, cuya tasa de letalidad es del 2%.

Teniendo en cuenta que la población menor de 19 años en nuestro país es de alrededor del 25%, esta cifra está indicando un menor nivel de contagios, y un menor nivel de letalidad, que en el resto de la población. Los motivos para este hecho, sin embargo, todavía no están claros: ¿se trata de una característica orgánica?, ¿es producto de hábitos y costumbres?, ¿es porque este grupo mantiene mayor distanciamiento social que el resto?

¿Los niños y niñas sólo tienen una forma leve de la enfermedad?

No. Aunque con menor incidencia que en otras franjas de edad, se han reportado casos graves entre menores de 19 años. Hasta el 21 de julio, 61 menores requirieron internación en unidades de cuidados intensivos y, de ellos, 22 necesitaron asistencia respiratoria mecánica. Sólo la mitad de estos pacientes tenían problemas de salud previos (“co-morbilidades”), lo cual significa que la otra mitad desarrolló un cuadro muy grave solamente a causa de la COVID-19.

¿Los niños y las niñas contagian menos que las personas adultas?
Se sabe que contagian, aunque todavía no sabemos exactamente en qué medida. La evidencia más sólida hasta el presente indicaría que contagian al menos igual que las personas adultas.

Un estudio muy reciente del Departamento de Pediatría del Hospital General de Massachusetts, de los Estados Unidos, concluyó que los niños y niñas llevan una carga viral superior a la de las personas adultas hospitalizadas, incluso a pesar de tener infecciones leves o asintomáticas. Para esta investigación, los casos más severos fueron producto de problemas en la respuesta inmune. El trabajo descubrió, además, que los niños y niñas más susceptibles a la infección provenían de hogares con menores recursos, con mayores niveles de hacinamiento y en convivencia con personas de distintas edades. Resultados parecidos fueron obtenidos en una investigación realizada en Chicago, también en los Estados Unidos. Allí se observa que pacientes de 5 a 16 años tienen una carga viral muy parecida a la de las personas adultas enfermas; sin embargo, los niños y niñas menores de 5 años presentan una carga viral significativamente mayor.

Los resultados de este estudio se contraponen, en cierta medida, con un trabajo publicado al inicio de la pandemia por un equipo de la Universidad de Ginebra, en Suiza. En esa investigación, muy temprana, se afirmaba que raramente son los niños o niñas quienes contagian a la población adulta, puesto que en el 79% de los casos relevados, las personas de más edad declararon síntomas antes que las más jóvenes. Sin embargo, este trabajo tiene muchas limitaciones en el tamaño muestral (es decir, en la cantidad de personas estudiadas, que fue apenas de 39 menores de 16 años). Además, dado que se realizó en marzo de este año, todavía se sabía poco sobre los síntomas, y es probable que muchos pacientes con síntomas leves no hayan sido diagnosticados ni registrados.

Un tercer estudio importante, publicado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC, por sus siglas en inglés), estudia el contagio de un grupo de niños y niñas de entre 6 y 19 años. Eran asistentes a un campamento que incluía pernoctar en cabañas, y actividades en espacios abiertos y cerrados. Del total de 597 asistentes, 260 resultaron positivos. Se detectó que la infección asintomática era frecuente y contribuía a la diseminación no detectada. Aunque el personal adulto del campamento usaba tapabocas, y se mantuvieron medidas de higiene y distanciamiento social, su uso no era obligatorio entre los menores, y se considera que esto contribuyó al brote.

Por todo esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF recomendaron recientemente el uso de tapabocas en mayores de 12 años de forma equivalente al uso en adultos.  Para menores de entre 6 y 11 años también se recomienda en las siguientes condiciones: capacidad para su uso autónomo (es decir, poder quitar y poner sin asistencia), áreas con muchas transmisión viral y potencial contacto con personas en grupos de riesgo. Señalan, además, que se debe tener en cuenta el posible impacto en su desarrollo físico-social y en el aprendizaje, en entornos escolares. En todos los casos, es imprescindible mantener una correcta higiene y recambio de tapabocas.

Algunos mitos sobre el tapabocas pediátrico 

Es lógico que cuidemos a nuestros niños y niñas, y que tengamos tanto temor al virus como a equivocarnos en su cuidado. Sin embargo, el miedo alimenta mitos -que muchas veces circulan en audios y videos falsos por Whatsapp y  redes sociales- y es importante combatirlos con información, en este caso proveniente de la Academia de Pediatría de los Estados Unidos.

Como siempre, ante cualquier duda debe consultarse al médico o médica pediatra de cabecera.

¿El tapabocas puede dificultar la respiración?
Muchas personas temen que los tapabocas y barbijos afecten la cantidad de oxígeno respirado, generando así hipoxia. Sin embargo, y especialmente los barbijos caseros, están hechos de material poroso y respirable, de manera que la mayoría de los niños y niñas mayores de 2 años pueden usarlos por periodos extensos de tiempo sin que esto afecte su oxigenación, capacidad de concentración o aprendizaje.

Para el caso de menores de 2 años, no se recomienda el uso de mascarillas o barbijos caseros, puesto que no son capaces de colocarlos o retirarlos sin ayuda. Lo mismo sucede con niños o niñas que tengan patologías respiratorias u otras condiciones previas que puedan verse potenciadas negativamente por su empleo.

¿El tapabocas puede interferir en el desarrollo pulmonar?
No, no interfiere en el desarrollo pulmonar de un niño o niña sana, puesto que el oxígeno fluye a través y alrededor de la máscara, mientras que bloquea los spray de saliva y microgotas que pueden contener el virus. Al contrario: la enfermedad COVID-19 sí es un riesgo para un sistema respiratorio en desarrollo.

¿Los tapabocas atrapan el dióxido de carbono y pueden provocar una intoxicación?
No. Existen falsos reportes que indican que los barbijos producirían hipercapnia, es decir, intoxicación por dióxido de carbono, pero eso no es cierto. Las moléculas de ese gas son tan pequeñas que atraviesan el material respirable del que están hechos. Es más, el personal de salud utiliza diariamente mascarillas ajustadas fuertemente sin presentar problemas de hipercapnia.

¿Puede el uso de tapabocas debilitar el sistema inmunológico al poner el cuerpo bajo estrés?
No. Los barbijos, clínicos o caseros, no debilitan el sistema inmunológico ni aumentan las chances de contraer la COVID-19. Por el contrario, el uso del barbijo disminuye la diseminación viral aun en el caso de portadores asintomáticos.

Es posible que en ciertos casos de padecimientos mentales el uso de mascarillas genere un estrés o ansiedad mayores a la media. En esos casos, deberá consultarse con el o la profesional a cargo del tratamiento.

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