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Preguntas y falsas creencias sobre el alcohol y el alcoholismo

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • El alcohol puede generar una adicción que, en contextos de estrés y ansiedad como los que estamos viviendo durante la pandemia, se vuelve más fuerte y más frecuente.
  • El consumo temprano tiene consecuencias graves en niños, niñas y adolescentes, y se debe evitar en todas las circunstancias.
  • Si te preocupa la cantidad de alcohol que vos o alguien cercano consume, consultá con un o una profesional de la salud para evaluar un tratamiento.

Desde el inicio de las medidas de aislamiento y distanciamiento social en nuestro país aumentó el consumo de bebidas alcohólicas. Estas son malas noticias, porque el panorama de los efectos del alcohol en la salud es preocupante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que 3,3 millones de personas murieron a causa del consumo de alcohol en 2012: 6 personas por minuto. El 5,1% de todas las lesiones y enfermedades que ocurren cada año son consecuencia de este consumo, que provoca especialmente enfermedades digestivas y cardiovasculares (40%), y violencia interpersonal y siniestros viales (33%).

¿Es realmente tan nocivo? ¿No conocemos casos de personas que tomaron alcohol toda la vida, se emborracharon mil veces y ahora llevan vidas productivas, felices y sin problemas? Muchas veces se pone el ejemplo de una persona concreta como ejemplo de que el cigarrillo no es tan malo (“Mi tío fumó siempre y vivió hasta los 90 años”) o que el alcohol se puede controlar sin problemas. La verdad de los datos muestra otra cosa: una persona que comienza a consumir a los 14 años tiene muchísimas más probabilidades de desarrollar un consumo problemático, además de consecuencias físicas inmediatas. 

También se ha demostrado que el inicio temprano al consumo de alcohol aumenta el consumo de otras sustancias psicoactivas, como la marihuana. Esta manera de pensar se debe al llamado “sesgo del superviviente”, un tipo de razonamiento en el que prestamos atención a las personas que superan un evento adverso, o una conducta riesgosa, pero no tenemos en cuenta a aquellas que no lo hicieron. Se trata de un razonamiento incorrecto que, en definitiva, nos dice lo que queremos oír.

En esta situación, es clave contar con información basada en evidencias, confiable y de calidad, no sólo para entender el fenómeno, sino también para mejorar nuestra vida y la de quienes nos rodean. ¿El alcohol mata neuronas? ¿La cerveza ayuda a las embarazadas a producir más leche? ¿Es mejor que los y las adolescentes hagan la previa en casa? En lo que sigue, respondemos 5 preguntas y analizamos 5 falsas creencias sobre el alcohol y el alcoholismo.

5 preguntas sobre el alcohol y el alcoholismo

1. ¿El alcohol mata las neuronas?

Hay discusiones entre los científicos acerca de si el consumo de altas cantidades de alcohol, concentradas en una misma ocasión, pueden dañar o destruir neuronas, fenómeno que se conoce como “excitotoxicidad”. Sí se ha comprobado que el alcohol causa degeneración neuronal y dificulta la comunicación entre las neuronas, alterando los axones y la mielina que los recubre. No sólo eso, el alcohol altera los procesos de incorporación de oxígeno, que a su vez pueden llevar a la degeneración y la muerte.

Es cierto que muchos de estos estudios fueron hechos en ratas o ratones. Sin embargo, los estudios en humanos no son más alentadores, y muestran que los alcohólicos tienen un volumen reducido de varias áreas del cerebro, o engrosamientos patológicos en partes del cerebro que son relevantes para las emociones y las adicciones, como el grupo de neuronas llamado “núcleo accumbens”.

Es especialmente nocivo el consumo de grandes cantidades en poco tiempo. Se han observado alteraciones cerebrales muy significativas en jóvenes estudiantes universitarios que habían consumido al menos 5 medidas de alcohol (una medida es la cantidad de alcohol que hay en una lata de cerveza de 330 cm3, o en un vaso de vino) en 2 horas o menos, al menos una vez por mes en el último año. 

2. ¿La cerveza ayuda a las embarazadas a producir más leche?

No. Es completamente falso que la cerveza -o cualquier bebida alcohólica- ayude a producir más leche a las mujeres durante la lactancia. Se sabe que el alcohol altera la acción de las hormonas que permiten el pasaje de la leche, produciendo lo contrario: si la mujer bebió antes de amamantar, aunque fuera una cantidad muy pequeña, generará menos leche. No sólo eso, el alcohol que toma la madre pasa a la leche y afecta al bebé, por ejemplo alterando sus patrones de sueño y descanso.

3. ¿Puedo tomar algo de alcohol de vez en cuando durante el embarazo, aunque sea un sorbito?

Cualquier cantidad de alcohol durante el embarazo puede afectar la salud del bebé. En grandes cantidades, el consumo de alcohol está asociado a un síndrome en el que el niño o la niña presenta alteraciones faciales, retraso de peso y altura y alteraciones neuropsicológicas.

También hay formas parciales del síndrome en las que el niño tiene sólo algunas de estas graves consecuencias o muestra mayor riesgo de tener consumo riesgoso de alcohol cuando sea adolescente. Ninguna cantidad de alcohol es segura durante el embarazo. Si estás embarazada, estás buscando o podés quedar embarazada, no tomes nada de alcohol. Y si sos profesional del sistema de salud, comunicá esta información a tus pacientes. 

4. ¿No es mejor que los adolescentes hagan la previa con alcohol en casa?

Muchas veces, los padres y las madres prefieren que sus hijos e hijas menores de edad se reúnan en su propia casa antes de salir, las famosas “previas”, para controlar qué bebidas alcohólicas consumen y asegurarles un espacio “controlado” de consumo.

La verdad es que varias investigaciones, algunas realizadas en la Argentina, indican que la “previa” es un contexto de consumo riesgoso de alcohol. En efecto, quienes asisten a esos eventos ingieren cantidades elevadas en la previa (4-5 medidas de alcohol, donde una medida es la cantidad que hay en una lata de cerveza de 330 cm3 o en un vaso de vino) y, al salir, consumen nuevamente una cantidad significativa de alcohol. 

Un trabajo realizado en la ciudad de Córdoba observó, entre un grupo de jóvenes que asistían regularmente a previas, que a mayor frecuencia de asistencia a previas mayor cantidad de consecuencias negativas del consumo de alcohol.

En síntesis: no, lo mejor es que los y las adolescentes no hagan ningún tipo de previa con bebidas alcohólicas, porque eso puede llevar a un consumo mayor, con consecuencias mucho más peligrosas.

5. ¿Le puedo dar un poquito de alcohol a mis hijos o hijas menores de edad para que se acostumbren y así no tengan problemas de grandes?

No, de ninguna manera puede ser algo bueno. Todo lo contrario: se ha demostrado que el inicio temprano en el consumo de alcohol está directamente relacionado con el consumo problemático, incluso desde edades muy tempranas. En este tema, el rol de los adultos y sus actitudes es clave para generar un consumo responsable futuro. En efecto, si los niños y niñas adquieren la creencia que sus padres desaprueban el consumo de alcohol y desaprueban intoxicarse con alcohol, es menos probable que ellos mismos tomen

5 falsas creencias sobre el alcohol y el alcoholismo

1. “Yo no tengo problemas con el alcohol, puedo aguantar un montón; tomo mucho y no me pasa nada”.

En realidad, es al revés. El hecho de que el consumo de una misma cantidad de alcohol te genere cada vez menos y menos efectos; o viceversa, que necesites tomar cada vez más para emborracharte (o alcanzar los efectos que estás buscando del consumo) indica que tenés un problema. En efecto, el desarrollo de “tolerancia al alcohol” (como se denomina técnicamente a este fenómeno) es uno (entre otros) de los criterios clínicos del alcoholismo

Es importante considerar también que el sentirse subjetivamente intoxicado es también sólo una parte de los efectos del alcohol. Vos podés sentirte bien y, como no percibís los efectos, seguir tomando. Ese alcohol que ingerís llega eventualmente al cerebro y allí puede, aunque vos creas que “no sentís nada”, causar degeneración neural u otras consecuencias negativas, como alterar procesos cognitivos que necesitás para, por ejemplo, manejar un auto correctamente. 

2. “En invierno siempre me tomo un whisky para combatir el frío”.

Al tomar un vaso de whisky, u otra bebida de alta graduación alcohólica, podés sentir que se “quema” la garganta, y pensar que eso genera calor en tu cuerpo. Sin embargo, al llegar al cerebro el alcohol activa unos centros que causan caída en la temperatura corporal; por eso, la hipotermia es una de las consecuencias más rápidas y contundentes del consumo de alcohol. Los efectos de este mito pueden ser muy graves en personas que sufren otras enfermedades o trastornos de salud; por ejemplo, quienes tienen infección por HIV, que también causa alteraciones térmicas. 

3. “El alcoholismo es genético. Como yo no tengo familiares alcohólicos, no me va a pasar nada”.

La herencia genética explica una parte del consumo problemático de alcohol en las personas. Quienes tienen antecedentes de alcoholismo en familiares cercanos sienten más los efectos estimulantes del alcohol y sufren menos sus efectos adversos inmediatos, como la resaca. En cambio, quienes no tienen parientes alcohólicos sufren más la resaca y la intoxicación.

Sin embargo, la explicación genética es limitada, puesto que el alcoholismo puede desarrollarse en personas sin riesgo genético, simplemente por la participación en situaciones y conductas de consumo frecuente. En otros casos, la explicación puede ser mixta; por ejemplo, una persona genéticamente predispuesta al estrés comienza a aumentar el nivel de consumo de alcohol para manejarlo. En cualquier caso, aunque la existencia de alcoholismo en la familia es un factor de riesgo, las conductas riesgosas pueden llevar al alcoholismo sin herencia genética. 

4. “El alcoholismo es signo de debilidad de carácter; yo puedo abandonar el alcohol cuando quiera”.

El alcoholismo es una patología compleja, que afecta al sistema nervioso central y puede producir recaídas incluso mucho tiempo después de haber dejado de tomar. Es decir, no se trata solamente de una cuestión de voluntad, sino que tiene también un componente físico.

El “síndrome de abstinencia” es lo que sucede cuando una persona que sufre de alcoholismo deja súbitamente de consumir, incluyendo alteraciones bruscas en la temperatura del cuerpo, sudoración, taquicardia, temblores, pérdida de apetito, irritabilidad y, en los casos más graves, delirios y convulsiones. Este síndrome de abstinencia, si no es tratado, puede llegar a ser muy grave. 

Trabajos muy recientes de la India indican que la instauración de la cuarentena para mitigar los efectos del COVID-19 ha causado un pico en la cantidad de personas que ingresaron con síndrome de abstinencia al alcohol en salas de emergencia de hospitales, y que este aumento se asoció a un aumento en el número de suicidios, en los que la abstinencia tuvo un papel importante.

En definitiva, si tenés un problema con el alcohol y querés resolverlo, lo mejor es que concurras a profesionales de la salud para empezar un tratamiento que puede incluir tanto terapias psicosociales como farmacológicas.

5. “El alcohol destruye el virus que causa el COVID-19 porque te desinfecta la boca y las vías respiratorias. Además sube las defensas”.

No, esta es una creencia falsa y, además, peligrosa. El alcohol (en una concentración de 70% o más) funciona como desinfectante en la piel, pero no tiene ese efecto cuando se lo ingiere; por el contrario, puede generar una intoxicación aguda en esa concentración. 

Tampoco desinfecta la boca o la garganta y, desde hace muchos años, se sabe que incluso a dosis bajas tiene efectos nocivos sobre el sistema inmunitario. Es decir: no sólo no desinfecta, sino que además te baja las defensas.

Para el caso de COVID-19, se sabe que la enfermedad puede ser significativamente más grave en personas que tienen otras enfermedades, y las investigaciones recientes indican que esto se aplica a los trastornos por uso de alcohol y a patologías comúnmente encontradas en pacientes alcohólicos, como enfermedades del hígado.

En síntesis

Aunque tenga una alta aceptación social, y su venta y consumo sean legales para mayores de 18 años en nuestro país, el alcohol puede generar una adicción que, en contextos de estrés y ansiedad como los que estamos viviendo durante la pandemia, se vuelve más fuerte y más frecuente.

El consumo temprano tiene consecuencias graves en niños, niñas y adolescentes, y se debe evitar en todas las circunstancias. Más allá de las disposiciones orgánicas o genéticas, las conductas y el ambiente también son causas muy importantes de alcoholismo.

Si te preocupa la cantidad de alcohol que vos o alguien cercano consume, o las consecuencias que esta situación genera, consultá con un o una profesional de la salud para evaluar un tratamiento. Siempre estás a tiempo de mejorar tu calidad de vida y la de tus seres queridos.

Si querés estar mejor informado sobre la pandemia, entrá al Especial Coronavirus.

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Comentarios

  • Luis Camiletti18 de julio de 2020 a las 7:29 pmExcelente exposición frente al alcoholismo...
  • Luis Camiletti18 de julio de 2020 a las 7:30 pmMe deja tranquilo pues no soy consumidor consuetudinario...

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