Salud mental: cómo está afectando la segunda ola a las personas y qué recomiendan los especialistas para afrontarla
- Los niños y adolescentes, las personas mayores y el personal sanitario son de los grupos más afectados en términos de salud mental por la pandemia.
- Existe evidencia que sugiere que el coronavirus produce secuelas psicológicas y neurológicas en aquellas personas que padecieron la enfermedad.
- Un punteo por recomendaciones de especialistas para afrontar la segunda ola.
A más de un año y medio de la llegada del coronavirus a la Argentina y frente la continuidad de las restricciones para enfrentar la segunda ola en el país, la salud mental de la población sigue siendo el foco de muchos especialistas que reclaman por su cuidado.
Carla Vizzotti, ministra de Salud nacional, incluso se refirió al tema en diálogo con el programa “Desde el llano” en el canal de cable Todo Noticias (TN), y dijo que “problemas de salud mental vamos a tener todos, porque estamos viviendo una situación crítica, humanitaria, que no hay precedentes en el siglo”.
¿Qué ocurre con la salud mental durante esta segunda ola, qué datos hay sobre el tema y qué recomiendan los especialistas para cuidarla?
La salud mental en la segunda ola
La sobreinformación, la aparición constante de nuevas variantes, la incertidumbre de la economía, todo agobia y preocupa. No sólo existió un 2020 en cuarentena, sino que 2021 deja entrever que las restricciones no serán la excepción, y eso afecta, de una manera u otra, la salud mental de las personas.
“La segunda ola nos afecta a todos, en distintos niveles y en lo singular de cada caso en nuestro estado mental. No podemos generalizar, pero lo que podemos decir es que hay agotamiento en los sistemas psíquicos. Este agotamiento marca una diferencia con el año pasado”, señaló Gabriela Goldstein, psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“Pero, y esto es importante, hoy, a diferencia del año pasado, sabemos más sobre la pandemia y el virus. Tal vez demasiado para poder desintoxicarnos de ‘realidad’ sin por ello descuidarse. La ciencia sabe más y cada vez disponemos de más recursos”, agregó Goldstein.
“Hay evidencia que sugiere, aunque no confirma, que el malestar psicológico y los trastornos mentales se asocian a los niveles de confinamiento. No es concluyente porque la pandemia es un problema multidimensional, implica otros factores, como los económicos, que a su vez pueden implicar mayor convivencia familiar, los grandes niveles de pobreza, entre otros factores”, explicó a Chequeado Martín Etchevers, secretario de Investigaciones de Psicología de la UBA e integrante del equipo de investigación del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la UBA.
De todos modos, cuando las restricciones pasen, “tenemos que estar especialmente pendientes de un grupo de personas vulnerables que podrían requerir auxilio, porque podrían desarrollar algún tipo de secuela producto de la cuarentena, como las personas mayores y los chicos más jóvenes”, enfatizó Marcelo Cetkovich, director Médico de la Fundación del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
El especialista también participó en la elaboración de un preprint (es decir, una investigación no revisada por pares) que demostró que la soledad, el estrés diario y ciertos factores específicos como la edad fueron los vehículos conducentes a la depresión y la ansiedad, a lo que se sumó la fatiga mental y las fallas cognitivas durante 2020.
En referencia a los más jóvenes, según cifras de Unicef de abril y mayo de 2021, la pandemia los afectó particularmente. Cerca de la mitad de los hogares consultados en los que viven niñas y niños de hasta 6 años manifestaron que los chicos y las chicas sufrieron alteraciones con las comidas en los últimos 6 meses, y que un 27% tuvo dificultades en la comunicación. En ambos casos los valores son mayores a julio y octubre de 2020, cuando se hizo el mismo relevamiento. Además, un 39% indicó que tuvieron alteraciones en el sueño.
En el caso de los adolescentes, manifestaron que se sienten angustiados (33%), asustados (25%) y deprimidos (18%), todos indicadores que aumentaron respecto de las encuestas anteriores.
Cetkovich apuntó, por otro lado, que otro de los grupos más afectados es el personal sanitario. Diversos estudios (acá, acá y acá) documentan una mayor prevalencia de angustia psicológica entre el personal de salud, asociada con el estigma y el miedo a la enfermedad. Además, algunos trabajos indican que tienen un alto riesgo de desarrollar resultados de salud mental desfavorables, como trastorno por estrés postraumático.
También existen datos locales. Según múltiples encuestas realizadas por el grupo de investigación GPS Salud -formado por el Conicet, en conjunto con las universidades de Buenos Aires (UBA), Adventista del Plata (UAP), Austral (UA) y de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES)- a lo largo del 2020 y hasta abril último (cuyo trabajo no finalizó y es una encuesta que aún puede responderse acá), los indicadores de depresión, ansiedad e intolerancia a la incertidumbre han ido en aumento.
Además, según señaló María Cristina Richaud, investigadora superior del Conicet y quien coordina la investigación, la preocupación por la posibilidad de contagiar a seres queridos (85%), y la preocupación ante la posibilidad de contagiarse ellos mismos (65%) se mantienen altas, ante la aparición frecuente de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Sólo un 22% de ellos dicen tener un equipo de contención y apoyo psicológico.
La preocupación por los que ya tuvieron coronavirus
Otro especial grupo de investigaciones pone el foco en las personas que ya padecieron COVID-19. Según un reciente estudio publicado en la revista científica The Lancet con resultados no concluyentes, 1 de cada 3 personas que padecieron la enfermedad y sobrevivieron recibieron un diagnóstico neurológico o psiquiátrico, como ansiedad o demencia, dentro de los 6 meses posteriores a la infección.
A nivel local, una investigación del OPSA puso atención en este grupo. “Nuestro hallazgo muestra que la severidad de las secuelas psicológicas está asociada a la severidad del cuadro que tuvieron. Por otro lado, los sectores de ingresos más bajos o condiciones sociales menos favorecidas reportaron puntajes más altos en las escalas que miden tanto ansiedad como depresión, como riesgo suicida y deterioro neurocognitivo”, resaltó en diálogo con Chequeado Etchevers.
Además, 1 de cada 3 personas infectadas por COVID-19 realiza tratamiento psicológico y el 67% de quienes no lo hacen, considera necesitarlo. En esa línea, el trabajo recomienda realizar un especial seguimiento del estado psicológico de las personas que sufrieron COVID19.
Cómo afrontar la segunda ola y a quién pedir ayuda
“Es importante tratar de que el foco cotidiano no esté puesto en las restricciones sino que esté puesto en acciones que permiten mantenerse bien. No focalizar en lo que no podemos hacer, sino en lo que podemos hacer para cuidarnos, y en la medida de lo posible mantener nuestras actividades rutinarias, la actividad física y los contactos sociales, aunque sean virtuales”, recomendó Cetkovich.
Etchevers hizo foco en no emprender proyectos desafiantes, mantener las rutinas, cuidar el sueño, la alimentación, mantener actividades de ocio y no incrementar el estrés laboral. También resaltó la importancia de “remitirse a medios confiables, en horarios programados y reducidos y evitar información permanente, y el contacto constante con medios de comunicación y, en el caso del teletrabajo, mantener horarios laborales estables”.
En el caso de los niños y adolescentes, Unicef recomienda, entre otros puntos, promover la continuidad de los vínculos con familiares y amigas y amigos (respetando las medidas de cuidado de cada fase) y favorecer espacios lúdicos o artísticos donde las niñas, niños y adolescentes tengan posibilidades de expresar y elaborar las emociones que puedan experimentar frente a la incertidumbre que conlleva la pandemia.
Por otro lado, existen recursos a los que asistir en caso de necesidad. Tanto la línea “Salud Responde” del Ministerio de Salud de la Nación (0800-222-1002), como “Salud Mental Responde” al 0800-333-1665 en la Ciudad y el 0800-222-5462 en Provincia de Buenos Aires están disponibles en caso de necesitar apoyo psicosocial. En este link, se puede acceder a teléfonos de otras jurisdicciones. APA también puso a disposición una vía de atención gratuita a la que se puede acceder en este link.
Para pedir ayuda:
Si vos o algún allegado sienten que están atravesando una crisis emocional de cualquier tipo, que nada tiene sentido o se encuentran atrapados en una situación a la que no le encuentran salida, llama a la línea gratuita 135, desde Capital y Gran Buenos Aires, o al (011) 5275-1135, desde todo el país.
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Fecha de publicación original: 20/06/2021
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