Cinco claves para hablar con amigos y familiares que tienen dudas y todavía no se vacunaron contra el coronavirus
- Muchos les reprochamos su conducta, los atiborramos de información o, lo que es peor, los discriminamos, aunque no sepamos muy bien si esto los va a ayudar a cambiar de opinión.
- Es clave escuchar sin juzgar ni enojarse para intentar indagar cuál es el origen de las inquietudes de la persona que es renuente a vacunarse.
- Dialogar en cambio de sermonear, brindar la información justa, ayudar a encontrar el motivo propio para vacunarse y protegerse de la desinformación, el resto de los consejos.
En una juntada con amigos, en el trabajo o por uno de los tantos grupos de WhatsApp nos enteramos que tal amigo o familiar todavía no se vacunó contra el coronavirus o sólo se dio la primera dosis y no volvió por la segunda o sí se aplicó las 2 dosis, pero no vacunó a sus hijos. Muchos le reprochamos su conducta, lo atiborramos de información o, lo que es peor, lo discriminamos, aunque no sepamos muy bien si esto lo va a ayudar a cambiar de opinión.
La semana última se hizo viral un video que muestra una discusión entre la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, y un joven de Chubut que cuestionaba la eficacia de las vacunas y su rápido desarrollo. “Vos sos preparador físico, nosotros estudiamos durante 20 años la estrategia de vacunación”, le responde Vizzotti. El tenso cruce puso en debate un tema que preocupa en todo el mundo: cómo convencer de vacunarse a quienes todavía no lo han hecho porque no quieren o tienen dudas.
¿Cómo hablar con amigos y familiares indecisos acerca de las vacunas contra el coronavirus? A continuación, una breve guía sobre lo que hay (y lo que no hay) que hacer.
1- Evitar emitir juicios de valor
Lo primero es no asumir que solo porque alguien no ha recibido la vacuna COVID-19 está en contra de la vacunación en general, es un militante antivacunas o suscribe a teorías conspirativas. La realidad muestra que la gran mayoría de los argentinos acepta la vacunación contra el coronavirus (y pudo acceder a la vacuna) -el 88,25% de la población mayor de 18 años cuenta con esquema completo- y sólo una pequeña minoría (muy presente en redes sociales) se opone activamente.
Sin embargo, también hay 4.822.439 personas -la mayoría jóvenes entre 18 y 29 años- que recibieron la primera dosis, pero no volvieron por la segunda. Como contamos en esta nota, las razones son varias y van desde barreras para acceder a la vacunación (falta de movilidad, horario restringido de los vacunatorios, por ejemplo) hasta dudas acerca de la efectividad, seguridad y necesidad de las vacunas contra el coronavirus.
La renuencia a la vacunación; es decir, la reticencia o negativa a vacunarse a pesar de la disponibilidad de vacunas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un fenómeno complejo y varía según el tiempo, el lugar y las vacunas. Existen diversos factores sociopsicológicos que influyen a la hora de tomar la decisión de vacunarse y van desde las actitudes, las experiencias previas y los sesgos cognitivos, hasta la confianza, las normas sociales, las creencias e incluso la ideología y los valores morales (ver acá, acá y acá).
Entonces, es importante entender que existe una amplia gama de actitudes e intenciones con respecto a las vacunas y que es clave escuchar sin juzgar ni enojarse para intentar indagar cuál es el origen de las inquietudes de la persona que es renuente a vacunarse.
2- Dialogar en cambio de sermonear
Antes de exigir a amigos y familiares que se vacunen, hay que tener en cuenta que diversas investigaciones (ver acá, acá y acá) muestran que muchos estilos persuasivos comunes (ordenar, aconsejar, sermonear y/o avergonzar) no sólo no funcionan sino que a menudo pueden resultar contraproducentes.
“Es muy poco probable que la comunicación unidireccional de la ciencia sin entablar un diálogo genere confianza en la seguridad, importancia o eficacia de las vacunas”, señala Mohammad Razai, médico e investigador de la St. George’s University, en Reino Unido. Y agrega: “La clave es tener diálogo y escuchar las preocupaciones”.
El especialista propone un abordaje conocido como ‘preguntar-compartir-preguntar’, en el cual se hacen preguntas abiertas a la otra persona para identificar sus inquietudes y ambivalencias y tras reconocer y empatizar con las preocupaciones, se comparte la propia experiencia sobre esta inquietud y se intenta acercar información confiable.
Por ejemplo, si alguien dice que le preocupan los efectos secundarios de las vacunas, lo ideal no es decirle que eso es una tontería o que está equivocado sino preguntarle qué le da temor específicamente. ¿Qué información te preocupa? ¿Qué te convencería de vacunarte? Una vez que una persona se siente atendida, validada y comprendida, es mucho más probable que escuche y sea más receptiva a recibir información.
Otra estrategia utilizada en salud desde hace décadas es la entrevista motivacional cuyo objetivo es ayudar a las personas a manejar los sentimientos contrapuestos y a encontrar su propia motivación intrínseca para avanzar hacia un cambio de comportamiento saludable. Esta técnica se ha aplicado con éxito también para alentar a las personas a vacunarse como muestran algunos estudios (ver acá y acá).
Para conocer qué tipo de preguntas hacer y cómo es mejor responder, el pediatra canadiense Arnaud Gagneur desarrolló este chatbot (en inglés) y también los Centros de Control y Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) tienen una herramienta interactiva.
3- A veces dar mucha información no es lo mejor
Una vez que hayamos establecido una conversación y tengamos claro cuáles son las preocupaciones de nuestro familiar o amigo, preguntémosle si podemos brindarle información, compartir una nota o sugerirle páginas web con datos basados en evidencia científica.
Si está de acuerdo, estará más dispuesto a escuchar en lugar de sentir que le estás imponiendo información no deseada. Después podemos chequear si leyó esa información y qué le pareció para continuar nuestra conversación.
Pero cuidado, atiborrar de datos o evidencia a nuestro interlocutor no sería lo mejor. Estudios sugieren que dar mucha información o evocar hechos o imágenes dramáticas no son la mejor herramienta para motivar conductas como la vacunación. Por ejemplo, una investigación publicada en diciembre último examinó datos de alrededor de 750 mil menores elegibles para recibir la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), que previene el cáncer de cuello de útero, en los Estados Unidos.
Las conclusiones sorprendieron a los científicos: las niñas y niños cuyas madres padecieron cáncer cervical no mostraron mayor probabilidad de estar vacunados contra el VPH que otros niños cuyas madres no habían padecido la enfermedad.
“Si haber padecido cáncer cervical al parecer no motiva a las madres a vacunar a sus hijos contra el VPH, tal vez no debería sorprendernos que los estadounidenses vacilantes no encuentren ningún motivo para vacunarse a pesar de haber tenido a un familiar hospitalizado, o incluso muerto, a causa de la COVID-19. Es posible que los relatos de médicos de salas de emergencias sobre casos desgarradores que ven en el hospital, por desgracia, no tengan ningún efecto significativo en las tasas de vacunación”, señalan los autores del estudio.
4- Ayudarlos a encontrar su propio motivo para vacunarse
Las vacunas contra la COVID-19 son fundamentales para hacer frente a la pandemia y protegen contra la enfermedad grave y la muerte. Se ha demostrado, además, que son seguras y eficaces y que salvan vidas. Sin embargo, algunas personas que ya se recuperaron de COVID-19 pueden argumentar que no necesitan la vacuna. Este es un punto muy común entre los jóvenes.
Es importante tratar de transmitir el mensaje de que recibir una vacuna COVID-19 es un acto solidario, es algo que cada uno de nosotros puede hacer para protegernos no sólo a nosotros mismos, sino también a nuestras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo y nuestras comunidades.
Después de abordar las inquietudes de mi amigo o familiar con empatía y compartir datos reales, la recomendación de los especialistas es encauzar la conversación partiendo del “por qué no” hasta los motivos que más les importan: “Por qué sí se vacunarían”. Todos tenemos un motivo por el cual vacunarnos, ya sea porque queremos cuidar a nuestra familia o cursar en forma presencial en la facultad o mantener nuestro trabajo. En algunos países, también se han implementado incentivos con diversos resultados (ver acá, acá y acá).
Una vez que pongamos en común los motivos para vacunarse, podemos ayudar a esa persona a que se comprometa a hacerlo y colaborar para que el proceso de vacunación sea más corto, más sencillo y lo menos estresante posible. Por ejemplo, averiguando qué pasó si perdió su turno para aplicarse la segunda dosis (en algunas provincias es libre), acompañándolo a la cita si le dan miedo las agujas u ofreciendo cuidar a sus hijos si no tiene tiempo libre.
Es poco probable que alguien cambie de opinión en una conversación. Es un equilibrio difícil, pero tener conversaciones sucesivas, en las que uno exprese un interés genuino por la otra persona, es la forma más saludable de hablar con nuestros seres queridos sobre cómo vacunarse contra la COVID-19, señalan los CDC.
5- Protegernos contra la desinformación
La pandemia por el coronavirus ha sido tierra fértil para la propagación de información falsa o incorrecta que puede ser tan peligrosa como el propio virus. Circulan cientos de desinformaciones que erosionan la confianza pública en una de las herramientas más efectivas que la humanidad ha desarrollado para prevenir enfermedades: las vacunas.
Se ha demostrado que la verificación o la corrección de información errónea basada en buenas prácticas y recomendaciones es eficaz para combatir la desinformación relacionada con las vacunas, a pesar de que cabe esperar que la desinformación sobre las vacunas sea resistente a las correcciones que puedan entrar en conflicto con las emociones y los valores morales de las personas (ver acá y acá).
Si tenés un familiar o amigo que constantemente comparte desinformación sobre el coronavirus o las vacunas en WhatsApp, en esta nota te contamos cómo hablar con él.
También te podés proteger contra la exposición a desinformaciones. Esto se puede conseguir conociendo las estrategias de argumentación engañosas o manipuladoras, una técnica conocida como “inoculación” o “prebunking” que hace que la gente sea resistente a los intentos de manipulación posteriores (ver acá, acá y acá).
La refutación preventiva de la información errónea debilita la desinformación, al igual que una vacuna previene enfermedades, al dejar en evidencia las técnicas generales de desinformación que regularmente se utilizan para engañar al público. Por ejemplo, apelar a falsos expertos, tener expectativas imposibles (como que las vacunas sean 100% efectivas o no produzcan efectos adversos) o confundir correlación con causalidad.
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Fecha de publicación original: 01/02/2022
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