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Cómo nace el mito de que existe un hemisferio del cerebro dominante y eso determina si somos más racionales o creativos

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Una falsa creencia que se repite con frecuencia es que las personas tienen un hemisferio del cerebro que usan más que el otro y que esa dominancia determina características de su cognición y habilidades. 
  • Sin embargo, se trata de un mito.  Que cada hemisferio del cerebro esté especializado en algunas funciones no implica que las personas usemos predominantemente uno de ellos y menos que eso determine nuestras habilidades y capacidades cognitivas. 
  • Te contamos de dónde nace este mito y su impacto negativo en las prácticas educativas.

Hay muchos mitos acerca del funcionamiento del cerebro (generalmente englobados con el término “neuromitos”). Uno que se repite particularmente -y que, como veremos tiene impactos relevantes en las prácticas educativas- es el de los hemisferios cerebrales que sostiene lisa y llanamente que todo el mundo tiene un hemisferio dominante del cerebro (un “lado” que usa más que el otro) y que esa dominancia determina características de su cognición y habilidades. 

Así, en los casos en los que domina el hemisferio izquierdo, supuestamente las personas son lógicas y se desempeñan bien con las matemáticas y el lenguaje, mientras que en aquellos casos en los que supuestamente el lado derecho es el dominante, las personas son más creativas y artísticas. 

Cerebro dividido

En 1865, en una reunión de la Sociedad de Antropología de París, el médico y cirujano Paul Broca, tras una serie de investigaciones, hizo una famosa declaración: “Hablamos con el hemisferio izquierdo“. Casi una década después, en 1874, el neurólogo John Hughlings-Jackson propuso un papel complementario para el hemisferio derecho: su especialización en el “reconocimiento de objetos, lugares y personas.”, lo que hoy llamaríamos funciones visuo-espaciales.

Para ese momento, se sabía que una lesión cerebral, aún pequeña, si estaba localizada en una región particular del hemisferio izquierdo incapacitaba selectivamente a una persona para leer y lo mismo pasaba con la comprensión de las palabras habladas cuando se dañaban otras zonas. 

La acumulación de muchas observaciones de este tipo -en las que un daño localizado en el hemisferio izquierdo, pero no el derecho, influía en la expresión y comprensión del lenguaje- forjó la llamada visión clásica de un hemisferio dominante del lenguaje, el izquierdo, y un hemisferio subordinado, el derecho, no lingüístico que, además de no vincularse con el habla y la escritura, -se dedujo por extrapolación que- también carecía de las facultades cognitivas superiores asociadas al lenguaje y al procesamiento simbólico. 

Esta visión clásica de la dominancia cerebral se vio reforzada por hallazgos en simultáneo sobre la apraxia, es decir la dificultad para hacer movimientos coordinados voluntarios -aún cuando una persona entiende órdenes y quiere llevarlas a cabo- porque el cerebro no puede generar ni enviar las “instrucciones de movimiento” adecuadas. 

Esto hizo que el hemisferio izquierdo también pasara a considerarse el principal responsable para la dirección y el control de los movimientos voluntarios superiores. Más adelante, las pruebas de la dominancia izquierda se extendieron también al cálculo y al razonamiento aritmético. 

Casi cien años más tarde, en la década de 1960, Roger Sperry fue el primero en mostrar que algunas funciones cerebrales están más “lateralizadas” o controladas principalmente por regiones cerebrales de un hemisferio. Esta investigación le valió la mitad del premio Nobel de Medicina de 1981. Su trabajó, junto a Michael Gazzaniga, se centró principalmente en el tratamiento de pacientes con esquizofrenia mediante la técnica del “cerebro dividido”, es decir cortando el cuerpo calloso, el haz de fibras nerviosas principal responsable de la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro. Para esa época, ya se sabía que esta pérdida no causaba incapacidades graves en las personas. 

Al experimentar con estos pacientes, encontraron que cada hemisferio funcionaba como una entidad separada, con procesos de razonamiento diferentes. En el izquierdo se encontraban las funciones del lenguaje, la matemática y la lógica; en el derecho la percepción espacial, el reconocimiento de caras y la música. También encontraron que el hemisferio derecho parecía más emocional que el izquierdo. 

Entonces, ¿por qué es un mito?

Que cada hemisferio del cerebro esté especializado en algunas funciones no implica que las personas usemos predominantemente uno de ellos y menos que menos que eso determine nuestras habilidades, emocionalidad y capacidades cognitivas. 

En 2003, se realizó un meta-análisis cuantitativo de 65 estudios de neuroimágenes con especial énfasis en la lateralización de la función cerebral en las emociones. Los investigadores no encontraron evidencia que respaldara la hipótesis. Por otra parte, respecto a las supuestas diferencias entre el cerebro de varones y mujeres, un análisis de la evidencia disponible indica que “el cerebro no tiene más género que el hígado, los riñones o el corazón”. 

En 2013 se publicó un estudio de dos años de duración en el que se escanearon los cerebros de más de mil personas de entre 7 y 29 años y se midieron procesos mentales específicos que tienen lugar en cada hemisferio. Los investigadores dividieron el cerebro en 7 mil regiones y, aunque confirmaron que ciertas funciones están más lateralizadas, no encontraron pruebas de que los participantes tuvieran una red cerebral más fuerte en uno de los lados.

Además, en 2017, un consorcio de neurocientíficos del Proyecto Multilateral Europeo estudió la asimetría de una región cortical llamada planum temporale, típicamente tomada como marcador de la lateralización del lenguaje en el hemisferio cerebral izquierdo. 

Los primeros estudios realizados a mediados del siglo XX revelaron que el planum temporale (localizado en el área de Wernicke, considerada el “centro de procesamiento” del lenguaje en el cerebro) era una de las regiones más asimétricas: hasta 10 veces mayor en el hemisferio cerebral izquierdo. Pero pese a esta notable diferencia, la principal conclusión de este nuevo estudio es que el tamaño del planum temporale de una persona no está directamente correlacionado con el lado del cerebro utilizado de manera dominante para procesar el lenguaje.

Entonces, ¿existen diferencias individuales en la especialización hemisférica de las personas? Sí. ¿Son iguales para todas las personas? No. ¿Podemos hablar de personas con “cerebros izquierdos” y “cerebros derechos” como generalidad y extrapolar de allí sus habilidades? No.

Dado que los hemisferios operan de forma un tanto independiente, la cuestión de cómo se combina su procesamiento independiente y/o qué hemisferio “toma el control” del procesamiento para una tarea concreta es algo que recién estamos empezando a comprender. Por ejemplo, hay diferentes tipos de habilidades matemáticas y las investigaciones demuestran que, en general, surgen del procesamiento que tiene lugar en ambos hemisferios. 

Como señala en esta extensa entrevista la doctora Kara Federmeier, directora del Laboratorio de Cerebro y Cognición de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, “la mayoría de las personas utilizamos ambos hemisferios del cerebro casi todo el tiempo” y algo no menor es que “la lateralización de la función cambia con el envejecimiento. Los tipos de patrones lateralizados de actividad cerebral (…) son más comunes en los adultos jóvenes. En muchos tipos de tareas y muchas áreas cerebrales, estos patrones lateralizados tienden a cambiar a patrones bilaterales en los adultos mayores sanos”.

¿Por qué es importante desterrar este mito?

Aunque pueda parecer inofensiva, la falsa creencia de que hay personas que usan más uno de los hemisferios del cerebro y por eso tienen ciertas características no lo es.

En 2007, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advirtió acerca del impacto de este mito en la educación y este artículo de 2019 plantea la importancia de aconsejar a educadores y familias acerca de cómo evitar los programas e intervenciones basados en este mito. 

Sin ir más lejos, esta revisión sistemática de 2021 muestra que el creciente interés por la “neuroeducación” no se corresponde con el uso adecuado de los resultados de la investigación científica. Esto es preocupante porque muchas falsas creencias pueden influir en la manera en la que los docentes enseñan. Se ha visto que profesores entusiasmados con la posible aplicación de los hallazgos de la neurociencia en el aula muestran dificultades para distinguir la pseudociencia de los hechos científicos. 

En este documento de la Unesco, se indica que sostener el mito de los hemisferios cerebrales puede limitar “las oportunidades de aprendizaje y crecimiento de todos los alumnos. Al creer falsamente que hay estudiantes de “cerebro izquierdo” o de “cerebro derecho”, colocamos a los alumnos en casillas que pueden reducir artificialmente sus intereses o impedirles probar cosas nuevas”. 

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Comentarios

  • Karina Gómez17 de abril de 2022 a las 5:55 pmMe pareció sumamente interesante y aclaratorio. Soy Especialista en Educación, Alfabetización y Dificultades de Aprendizaje y estos temas son fundamentales para difundir. Me encantaría escribir en esta web sobre Alfabetización y La enseñanza de la lectura, algo muy desterrado en la educación argentina.
  • Federico Arciniegas2 de mayo de 2022 a las 7:12 pmEn el contexto de formación empresarial este mito, constituye auténticos negocios sin asideros científicos. Por tanto se puede deducir el daño a organizaciones y talentos.

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