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Esta nota tiene más de un año

Es muy poco probable que nos contagiemos coronavirus por el contacto con superficies

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Hay muy poca evidencia de que la transmisión por contacto con superficies sea un modo habitual de diseminación del virus. El medio principal de diseminación es el aire.
  • Muchos de los estudios de sobrevivencia del virus exageraron las detecciones de virus viables depositando una gran cantidad de virus en las superficies, mucho más de lo que es razonable esperar en el mundo real. 
  • Podemos mitigar este riesgo relativamente pequeño perseverando en el lavado de manos y observando los protocolos de limpieza que son más útiles. Todos los detalles en esta nota de The Conversation.

Tantas cosas pasaron el año pasado que estamos perdonados si no recordamos bien cuáles fueron las mayores preocupaciones que enfrentamos al comienzo de la pandemia.

Pero, si hacemos memoria, una de las cosas que más nos inquietaba era qué rol jugaban las superficies en la transmisión del virus. 

Como epidemiólogo recuerdo haber dedicado horas y horas a responder a las preguntas de la prensa que quería saber, por ejemplo, si era necesario lavar los envases de comida o desinfectar el correo. 

Recuerdo también haber visto grupos de gente recorriendo las calles a toda hora limpiando postes y bancos ubicados en la vía pública. 

Pasados ya más de 12 meses en pandemia, ¿Qué nos dice la evidencia acerca de la transmisión por contacto con superficies? 

Antes de contestar esta pregunta necesitamos definirla mejor. Lo importante no es saber si la transmisión por contacto con superficies es posible o si realmente puede ocurrir. Casi con toda seguridad que sí. 

La pregunta que importa es: ¿hasta qué punto incide el contacto con superficies en la transmisión del virus? O, lo que es lo mismo, qué probabilidad tenemos de contraer COVID-19 mediante el contacto con superficies en relación con otras formas de transmisión. 

La evidencia es escasísima 

Hay muy poca evidencia de que la transmisión por contacto con superficies sea un modo habitual de diseminación del virus. El medio principal de diseminación es el aire, ya sea a través de gotas en los encuentros próximos o de gotas más pequeñas llamadas aerosoles. Un comentario aparte que vale la pena hacer: desde la perspectiva de la salud pública, es mucho más importante establecer el papel relativo que juegan estas formas en la transmisión. 

Emanuel Goldman, un profesor de Microbiología norteamericano publicó en julio de 2020 en la revista Lancet Infectious Diseases uno de los mejores comentarios acerca de la transmisión del COVID-19 vía el contacto con superficies. 

Allí afirma que una de las causas para que desarrolláramos una percepción exagerada acerca del riesgo de la transmisión por superficies fue la publicación de una cantidad de estudios que mostraban que era posible detectar partículas de SARS-CoV-2 durante períodos prolongados en varias y diferentes superficies. 

Probablemente usted haya visto estos estudios ya que fueron muy publicitados en todo el mundo. Recuerdo haber hecho una gran cantidad de entrevistas en las que debí explicar cuál era el verdadero significado de esos hallazgos. 

Tal como explicaba en ese entonces, los estudios en cuestión no podían ser traspolados al mundo real. Además, en algunas ocasiones los comentarios de los medios tendieron a sobredimensionar el significado de estos hallazgos. 

La clave de este asunto es que, como principio general, el tiempo necesario para que una población de microorganismos muera es directamente proporcional al tamaño de dicha población. Lo que significa que cuanto mayor sea la cantidad de virus depositados en una superficie podremos encontrar en ella partículas virales durante más tiempo.

De modo que, cuando se trate de diseñar experimentos relevantes para la salud pública, una de las variables más significativas a considerar será la cantidad de virus que se encuentran depositados en esa superficie y hasta dónde esa situación es equiparable a lo que pasa en el mundo real. 

Si adoptamos este criterio, queda en evidencia que muchos de los estudios de sobrevivencia del virus exageraron las detecciones de virus viables depositando una gran cantidad de virus en las superficies, mucho más de lo que es razonable esperar en el mundo real. Más aún, algunas de estas investigaciones adaptaron las condiciones de los experimentos para alargar la vida de las partículas virales ajustando, por ejemplo, los niveles de humedad y excluyendo la luz natural. 

Aunque desde el punto de vista científico este procedimiento no tiene nada de malo, lo que a veces falló fue la interpretación de los resultados y su aplicación al mundo real. Notemos que los estudios que replicaron más fielmente los escenarios propios del mundo real encontraron tiempos de supervivencia de tres coronavirus humanos (incluyendo SARS) mucho menos impresionantes.

Es importante señalar que la evidencia que utilizamos para hablar del rol de la transmisión por superficie del coronavirus es indirecta. Esto se debe a que no es posible realizar una investigación científica ética que confirme el rol que juega la transmisión por superficie porque ésta requeriría infectar deliberadamente a personas. A pesar de ser una cuestión en apariencia muy sencilla, la dificultad que existe para determinar la importancia relativa de los diferentes canales de transmisión del virus es increíblemente difícil. 

Lo que sí podemos hacer es considerar toda la evidencia efectiva que tenemos y ver qué nos dice, incluidos los estudios de caso que describen casos de trasmisión. Si lo hacemos veremos que no hay mucho que nos permita sostener que la transmisión por superficie juegue un papel relevante en la diseminación del COVID-19. 

Podríamos ahorrar mucho tiempo y dinero. 

Es necesario que pongamos en perspectiva los peligros de exposición al SARS-CoV-2 a las diferentes formas de transmisión y que concentremos nuestra energía y nuestros recursos limitados en las cosas que sirven. 

Nada de lo expuesto significa que la transmisión por superficie no sea posible y que no implique riesgo en ciertas situaciones, ni que dejemos de considerarla completamente. Pero debemos reconocer que el peligro de contagio por transmisión por superficies es bastante pequeño. 

Podemos mitigar este riesgo relativamente pequeño perseverando en el lavado de manos y observando los protocolos de limpieza que son más útiles para evitar los riesgos de transmisión por superficie. 

Esto nos permitiría ahorrar millones de pesos empleados en prácticas de limpieza obsesivas que brindan poco o ningún beneficio y que se realizan solo porque es fácil hacerlas y nos proveen una sensación de tranquilidad porque estamos haciendo algo, aliviando de esta manera nuestras ansiedades. 

 

Si querés estar mejor informado sobre la pandemia, entrá al Especial Coronavirus.

Esta nota fue publicada originalmente en inglés por The Conversation el 22/02/2021 y traducida al español por Ines Hercovich para Chequeado.

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Comentarios

  • fernanda7 de marzo de 2021 a las 4:21 pmyo hago la limpieza de la casa todos los sabados siempre al limpiar uso guantes de goma el resto de la semana el lavado de manos cada 2 o 3 horas en mi casa con agua y jabon y en en el lugar de trabajo alcohol en gel y tengo todo el dia el tapabocas colocado

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