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Neutralidad imposible: cuando “las 2 caras de la moneda” promueven la desinformación

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • La comunicación pública de la Ciencia es una víctima frecuente de los falsos balances. Los consensos científicos indiscutidos se presentan a menudo en pie de igualdad con posiciones que tienen poco sustento o directamente son teorías conspirativas.
  • En ciertos temas, como la vacunación, no hay posiciones equivalentes.
  • Se deben tomar todos los recaudos posibles para evitar falsos equilibrios y otras distorsiones, especialmente en el contexto de la pandemia.

Sobre casi cualquier tema de interés público hay distintas visiones. Con el noble objetivo de ser imparciales, un recurso muy utilizado en los medios de comunicación es presentar “las 2 campanas”. Sin duda los debates son atractivos y exponen puntos de vista que quizás el público no había considerado. Pero lo que puede ser positivo para un debate sobre fútbol o temas opinables de política local, deja de serlo cuando sólo una de las 2 posiciones está sustentada por evidencia sólida. En esas situaciones, presentar con igual intensidad posiciones enfrentadas genera una impresión de equilibrio cuyo riesgo es pasar sin escalas de la pretendida objetividad a la desinformación. 

Un ejemplo típico del formato “2 campanas” fue el programa O Grande Debate emitido por la CNN-Brasil. El programa tenía como objetivo “presentar temas relevantes con visiones diferentes sobre el mismo asunto”. La tarea para el espectador se hacía explícita en la presentación: que “construyas tu opinión, tu forma de pensar”. Sin embargo, la fantasía de la neutralidad se terminó cuando invitaron a los debates a personas sin formación suficiente y promovieron conductas antidemocráticas

En ciertos temas, no hay posiciones equivalentes. Una reciente nota del diario Clarín se titulaba “¿Son la panacea o un peligro? Crecen las dudas y sospechas sobre las vacunas contra el coronavirus”. Aunque luego se corrigió el título, la nota pone en primer plano los casos de coágulos sanguíneos que ocurrieron, al menos hasta el 16 de abril último, sólo en 100 personas de un total de 25 millones de vacunados en Europa. Poner el acento sobre un hecho tan infrecuente también distorsiona las percepciones y puede erosionar la confianza en la vacunación. 

La comunicación pública de la Ciencia es una víctima frecuente de los falsos balances. Los consensos científicos indiscutidos, en temas como los alimentos genéticamente modificados o el cambio climático, se presentan a menudo en pie de igualdad con posiciones que tienen poco sustento o directamente son teorías conspirativas. Es probable que esta problemática esté acentuada, como sugiere un estudio que analizó sistemáticamente la prensa de los Estados Unidos.

En la Argentina, el problema cobró notoriedad cuando en 2017 la organización TEDxRiodelaPlata convocó a un científico y a un homeópata para inaugurar un nuevo formato llamado “Un tema, 2 enfoques” cuyo objetivo era “entender mejor los argumentos”. La propuesta causó revuelo entre los seguidores de las afamadas charlas, preocupados por la percepción de equivalencia podría producirse entre ambas exposiciones. Finalmente, la organización decidió cancelar las presentaciones.

¿Hasta qué punto una falsa equivalencia puede distorsionar la percepción del público? En una serie de experimentos de laboratorio, el profesor de Psicología (Universidad de Waterloo, Canadá) Derek Koehler evaluó el impacto de un falso balance. Con variantes, la lógica de los experimentos era la misma: todos los participantes obtenían información del número total de especialistas que estaban a favor de cada postura. Un grupo de participantes presenciaba, además, un debate entre 2 expertos que sostenían, cada uno, posturas enfrentadas sobre la temática en cuestión. 

Luego, cada participante debía reportar qué nivel de acuerdo le parecía que tenían, en general, los expertos sobre ese tema. El grupo de participantes que presenció el debate percibió, en promedio, un consenso menor que el grupo de participantes que no presenció el debate y sólo conocía el número de especialistas que acordaban con cada postura. Es decir, aunque todos los participantes contaban con la información necesaria para evaluar objetivamente el grado de consenso entre especialistas, el debate entre 2 de ellos degradó la percepción de consenso.

Suele decirse que la estadística significa nunca decir “estoy seguro”, aunque aplica, más en general, a toda la Ciencia. “Hay pocos valores tan importantes para alguien que (…) está pensando en analizar una realidad compleja como aceptar la duda”, decía el historiador argentino Pablo Gerchunoff. Lo cierto es que comunicar honestamente contenido académico en los medios de comunicación, ecualizando finamente el grado de acuerdos y certezas que existe entre especialistas es muy difícil. 

Uno podría imaginar que, cuando el consenso científico es amplio, es aconsejable comunicarlo para lograr mayor impacto en el público. Los investigadores Michael Aklin (Universidad de Nueva York) y Johannes Urpelainen (Universidad de Columbia) investigaron este tema en un experimento en el que un grupo de participantes tenía que leer una descripción de un estudio científico que concluía que había un aumento de la contaminación ambiental. 

Luego, los participantes debían responder si estarían de acuerdo con que las autoridades impongan mayores regulaciones a la actividad industrial. La mayoría se mostró favorable a tomar medidas. Pero, curiosamente, cuando a un grupo de participantes se les dijo, además, que el 98% de los especialistas coincidían en que el estudio en cuestión era creíble, estos mostraron menos apoyo a las políticas regulatorias que los participantes que no recibieron información acerca del consenso científico (y sólo habían leído las conclusiones del estudio). 

Sin desconocer que una noticia necesita atrapar la atención para que tenga impacto y que muchas veces se trabaja con un tiempo muy limitado, se deben tomar todos los recaudos posibles para evitar falsos equilibrios y otras distorsiones, especialmente en el contexto de la pandemia. 

La gran cantidad de información a la que estamos expuestos todos los días, los elevados niveles de polarización política y la capacidad de elegir selectivamente nuestras fuentes de información para que no nos cuestionen nuestra forma de ver la realidad, hacen que sea probablemente más importante que nunca comunicar información bien balanceada y de calidad.

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