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No hay una relación probada entre la cobertura de la vacuna BCG y el coronavirus

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Algunos estudios señalaron que los países con alta cobertura de esa vacuna tenían menos casos de muerte por la COVID-19.
  • Sin embargo, hay falencias metodológicas señaladas por especialistas, que impiden sacar esa conclusión.
  • La Organización Mundial de la Salud señala que no hay evidencia de que la vacuna BCG proteja del coronavirus.

En las investigaciones para definir qué medicamentos o vacunas podrían ayudar a combatir el nuevo coronavirus, una de las hipótesis que se planteó es que el nivel de cobertura de una población con la vacuna BCG -una vacuna que protege contra formas severas de tuberculosis y que en la Argentina es obligatoria para recién nacidos- podría estar relacionada con una menor letalidad del coronavirus. Sin embargo, no hay por ahora evidencia de que esto sea así.

El nombre BCG viene de bacilo de Calmette-Guerin, porque fue desarrollada por Albert Calmette y Camille Guérin.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que no hay evidencia de que esta vacuna protege contra la COVID-19 y explica que hay algunos estudios clínicos en proceso, pero que evaluará la evidencia cuando esté disponible.

Los estudios que plantearon esta posible relación se basaron en los datos sobre cobertura de la vacuna y el impacto que tiene la COVID-19. Esta forma de analizar los datos para sacar conclusiones tiene varios problemas que Sarah Caddy, quien investiga inmunología viral en la Universidad de Cambridge, del Reino Unido, detalló en una nota de The Conversation:

Datos no comparables

Parecería que los estudios iniciales [sobre la relación entre la tasa de vacunación y la severidad del coronavirus] se basaron en premisas endebles. Sabemos que, a menudo, los índices de vacunación no son totalmente confiables y que los distintos países calculan sus tasas de letalidad de maneras diferentes. Además, existen muchos factores que influyen [en la severidad observada del coronavirus], como la densidad de población, el promedio de edad y los índices de testeo del SARS-CoV-2, que impiden sacar conclusiones sólidas.

El efecto de otras vacunas

En general, la cobertura de las distintas vacunas en un país suelen ser muy parecidas. Es posible que la relación entre la COVID-19 y la vacuna BCG sólo sea un reflejo de la protección brindada por otra vacuna.

El análisis de la estructura de las proteínas claves en los virus del sarampión, la papera y la rubéola [que son parte de la vacuna triple viral] mostró que existe una imprevista similitud con ciertas proteínas del SARS-CoV-2. Principalmente, la “spike protein” del SARS-CoV-2, que es comparable en un 20% con la “proteína de fusión” propia del sarampión. No sabemos si esta cercanía entre ambas alcanza para impulsar una respuesta inmune de reacción cruzada y es bastante posible que éste sea el interés hacia el que se orienten futuras investigaciones.

En la Argentina, la vacuna triple viral se da al año de vida, y un refuerzo al momento del ingreso escolar, a los 5 o 6 años.

Parte de esta nota es una traducción de una nota publicada por The Conversation el 21/04/2020 y traducida por Inés Hercovich.

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