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Esta nota tiene más de un año

¿Qué pasos deben darse para asegurar la provisión de oxígeno a pacientes con COVID-19?

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Las nuevas olas de COVID-19 pusieron en evidencia la precariedad que afecta al suministro de oxígeno en muchos países con recursos limitados.
  • La urgencia por comprar respiradores mecánicos puede distraernos de la necesidad de aumentar los suministros de oxígeno. 
  • Poner en funcionamiento un sistema de oxígeno capaz de soportar una pandemia lleva tiempo. La prioridad, entonces, es aumentar la provisión de oxígeno, así como la calidad del monitoreo y cuidado de los pacientes. 

Las nuevas olas de COVID-19 en países tales como Kenya e India pusieron en evidencia la precariedad que afecta al suministro de oxígeno. En esta nota un análisis de qué deberían hacer los países con recursos limitados para asegurar el mejor abastecimiento posible. 

¿Por qué es tan importante el oxígeno en el tratamiento del COVID-19?

El virus SARS CoV-2 es el causante de la neumonía y la hipoxia. La hipoxia consiste en la falta de oxígeno en sangre que es la complicación más importante de la neumonía por COVID-19 y una de las principales causas de muerte. 

Si bien hay algunas drogas antivirales que han resultado efectivas en el tratamiento de la infección por COVID-19, en los casos severos de neumonía sólo el oxígeno alivia la hipoxia. El oxígeno puede hacer que la vida se prolongue el tiempo suficiente como para que la infección ceda y los pulmones cicatricen. El oxígeno fue lo que salvó la vida de muchos de los afectados por el COVID-19.

¿Qué desafíos plantea la provisión de oxígeno a pacientes?  

Los países de ingresos medios y bajos enfrentan grandes obstáculos para proveer oxígeno a los pacientes. Durante décadas, muchos de estos países descuidaron los sistemas de provisión de oxígeno aún a pesar de que la neumonía constituye en ellos la principal causa de admisión en hospitales. 

Un sistema de oxígeno consta de una serie de equipos necesarios para detectar hipoxia y abastecer el oxígeno necesario. Incluye un pequeño artefacto llamado oxímetro de pulso, imprescindible para detectar la hipoxia; una fuente de oxígeno (existen diversas opciones); varios equipos para brindar el oxígeno (tales como medidores de flujo y tubos de oxígeno); un pequeño artefacto llamado analizador de oxígeno (que evalúa la pureza del oxígeno provisto) y una fuente de energía. 

Además de estos equipos, es vital contar con personal sanitario entrenado, técnicos en biomedicina y personal de mantenimiento de los equipos. En parte, el descuido y desatención que sufren los sistemas de oxígeno se deben a malas políticas comerciales, a falta de información y capacidad de anticiparse y, también, a la inercia. 

En los establecimientos de salud que carecen de sistemas efectivos de oxígeno a menudo faltan también otros recursos, tales como energía eléctrica, agua corriente, saneamiento y control de infecciones, indispensables todos para un buen funcionamiento. 

Es posible que, hasta la pandemia, algunos gobiernos no se hayan dado cuenta del papel que juega el oxígeno en salvar vidas. O tal vez no hayan estado en condiciones de invertir en un sistema de oxígeno que funcione adecuadamente. 

Por último, se ha prestado poca atención al desarrollo y ampliación de estos sistemas comparado con el que se le ha dado a las drogas que implican patentes con las que las grandes compañías farmacéuticas pueden obtener abundantes ganancias. 

Poner en funcionamiento un sistema de oxígeno capaz de soportar una pandemia lleva tiempo. El requisito básico es contar con fuentes proveedoras de oxígeno y las opciones son los tubos de gas, los concentradores de oxígeno y los generadores de oxígeno.

Los tubos de gas plantean a los proveedores privados dificultades logísticas, ya que su transporte en una gran ciudad o a establecimientos alejados es muy costoso. Un solo tubo de oxígeno, a ser usado por una sola persona, puede durar entre 24 y 72 horas según sea el estado de gravedad del paciente y qué volumen de oxígeno necesite. En general, los pacientes severos de COVID-19 sufren hipoxia durante más de una semana de modo que el tubo se acaba. 

Los concentradores de oxígeno son equipos pequeños que se ubican al costado de las camas. Toman el aire circundante del que remueven el nitrógeno (que constituye el 75% del aire) y conservan el oxígeno casi puro. Su desarrollo comercial en América del Norte y Europa obedeció a la necesidad de atender en sus viviendas a los adultos con enfermedades crónicas del pulmón. Desde los años ’90 también son usados en hospitales ubicados en países de ingresos bajos y medios.

Los concentradores de oxígeno tiene capacidad para proveer oxígeno hasta a 5 niños, o a uno o dos pacientes adultos a la vez. Funcionan como una fuente continua de oxígeno obtenido del aire circundante y no necesitan ser recargados. Son relativamente baratos (entre u$s 500 y 1.000) pero necesitan una fuente confiable de energía eléctrica (puede ser energía solar), entrenamiento para el personal que lo maneja y mantenimiento. Hay varios países que los fabrican. Entre ellos los Estados Unidos, Europa, China, India y Rusia.

Otra fuente proveedora de oxígeno son los generadores. Se trata de equipos de gran volumen que generan oxígeno a partir del aire (alrededor de 5 mil litros por hora) y pueden llenar entre 30 y 50 tubos por día. Son muy costosos (cerca de u$s 100 mil) y su operación requiere un técnico en biomedicina bien entrenado. La ventaja es que son una inversión a largo plazo. Se usaron en Asia y Canadá y, más recientemente, en Papúa Nueva Guinea. 

Los fabrican China y Estados Unidos. Algunos de estos equipos se despachan totalmente terminados y, para empezar a funcionar, solo requieren una fuente de electricidad que los alimente y un técnico en biomedicina bien entrenado. Una ventaja fundamental tanto de los generadores como de los concentradores de oxígeno es que pueden abastecer a toda una región o servicio de salud de forma tal que no tengan que depender de las compañías privadas de gas. 

¿Qué hacer para mejorar la situación actual?

Todas las situaciones son diferentes unas de otras. Para implementar un sistema de oxígeno es preciso conocer bien el contexto local. Este conocimiento incluye los sistemas en uso en ese momento, los proveedores locales, la capacitación de los técnicos en biomedicina, la confiabilidad de las fuentes de energía (a menudo éstas tienen un funcionamiento errático y los cambios en la tensión pueden dañar los concentradores, la energía solar es más estable), el tamaño de las poblaciones locales y los requerimientos de oxígeno proyectados. 

Veamos un ejemplo. Un hospital distrital de tamaño medio (con 15 a 20 pacientes tratados diariamente con oxígeno) necesitará 40 mil litros de oxígeno por día. Para hacer frente a estos requerimientos el hospital deberá contar con un concentrador de oxígeno, generadores de oxígeno y algunos tubos para emergencias tales como el traslado en ambulancias.

¿Qué pasos podemos dar ya? 

Por ahora, los gobiernos y los servicios de salud deberían invertir en concentradores de oxígeno ubicables al lado de las camas y en generadores para proveer las necesidades de todo el hospital y del distrito. Es preciso que las agencias globales apoyen estas medidas tal como ya hacen con las vacunas a través de asociaciones globales como COVAX.

Existe un gran número de fabricantes de concentradores y generadores de oxígeno y también especificaciones de la Organziación Mundial de la Salud (OMS) relativas a estos equipos. Por ahora la oferta es escasa pero la producción está escalando. Recientemente India anunció la importación de 10 mil concentradores de oxígeno. 

Tanto los servicios de salud como sus asociados deberían desarrollar programas de entrenamiento en el uso de la tecnología de oxígeno destinados a los trabajadores de la salud. Con una buena planificación y administración, esto puede hacerse muy rápidamente. 

Hay muchos casos en los que no es conveniente usar respiradores mecánicos que son artefactos que ejercen presión mecánica sobre las vías aéreas y los pulmones de los pacientes mediante un tubo. Su uso requiere sedación o anestesia, el monitoreo estricto en una unidad de cuidados intensivos y la capacidad para detectar y atender a las complicaciones, incluidos los efectos sobre el corazón y la circulación sanguínea, principal característica de la infección avanzada con COVID-19. 

La urgencia por comprar respiradores mecánicos puede distraernos de la necesidad de aumentar los suministros de oxígeno. La prioridad, entonces, es aumentar la provisión de oxígeno, así como la calidad del monitoreo y cuidado de los pacientes. Hay maneras de lograrlo aún en los contextos más carentes de recursos de salud.

El COVID-19 es una carrera de largo alcance. Es posible que el mejor momento para poner en funcionamiento sistemas de oxígeno efectivos haya sido hace ya varios años, pero si no fue así, el mejor momento es hoy. 

 

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Esta nota fue publicada originalmente en inglés por The Conversation el 28/04/2021 y traducida al español por Ines Hercovich para Chequeado.

 

 

The Conversation

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