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Esta nota tiene más de un año

¡Ventilar funciona! Cómo enfrentar la segunda ola de coronavirus con las ventanas bien abiertas

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • El coronavirus se transmite principalmente por vía aérea, es decir, por aerosoles que quedan suspendidos en el aire por horas en espacios cerrados.
  • El método más eficaz para deshacerse de esos aerosoles es el mismo que usás para deshacerte de los malos olores: abrir las ventanas. 
  • La ventilación natural consiste en abrir puertas y ventanas de manera cruzada, constante y distribuida, para lograr una mayor renovación de aire por un periodo de tiempo. Ventilar se suma a las otras recomendaciones, no las reemplaza. 

Estás en una habitación y sentís un olor desagradable. Un perfume demasiado fuerte, una comida que no te gusta, rastros de tabaco, lo que sea. ¿Qué es lo primero que hacés? Ni lavandina, ni alcohol en gel, ni palta con limón. Lo primero es abrir las ventanas. 

¿Por qué lo hacés?

El olor es, básicamente, un conjunto de moléculas pequeñísimas, más livianas que el aire. Cuando esas moléculas, transportadas por el aire, llegan a tu nariz, activan células sensoriales especializadas en oler, y tu cerebro percibe ese olor. Al abrir las ventanas, el aire que carga con esas moléculas circula en otra dirección; rápidamente es atrapado en una corriente (por ejemplo, si abrís 2 ventanas enfrentadas) y sale al exterior. Después podés limpiar y desinfectar las superficies; pero las moléculas malolientes se fueron.

El virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad COVID-19, se transmite esencialmente de la misma forma. Cuando una persona infectada tose, estornuda o simplemente respira, miles de gotitas de saliva invaden el aire; igual que si apretaras un aerosol (y por eso se llaman “aerosoles”). Estos aerosoles pueden contener el virus activado alrededor de 3 horas en una habitación cerrada, flotando en el aire a la espera de un sistema respiratorio que las inhale y produzca un nuevo contagio. El método más eficaz para deshacerse de esos aerosoles es el mismo que usás para deshacerte de los malos olores: abrir las ventanas. 

Pero… ¿no tenía que lavarme las manos?

¡Sí! No dejes de lavarte las manos ni de mantener otras medidas de higiene. Por primera vez en la historia de la humanidad, pasamos de detectar una nueva enfermedad a diseñar su vacuna en menos de un año. Todo pasó muy rápido, y cada nuevo experimento, o cada nuevo estudio, agregaba nuevo conocimiento a lo que sabíamos sobre el COVID-19.

Cuando la pandemia comenzó, la Organización Mundial para la Salud (OMS) consideraba que el contagio se producía sobre todo por las gotas de saliva más grandes (“fomites”). Al ser tan grandes, no quedaban flotando en el aire, sino que caían en objetos y superficies que, luego, pasaban el virus a nuestras manos; y de las manos, a nuestra nariz y boca, que hacían ingresar al virus en el organismo. Al higienizarnos o desinfectarnos las manos, inactivamos las gotas con virus.

Sin embargo, rápidamente se empezó a observar que las personas podían contagiarse aunque tuvieran las manos limpias y no tocaran ninguna superficie contaminada. Durante los primeros meses de la pandemia se detectaron eventos “supercontagiadores”, en los que una sola persona podía contagiar a muchas más en restaurantes, conciertos, escuelas; más de 2 mil eventos supercontagiadores habían sido documentados en todo el mundo para diciembre de 2020. 

Uno de los más importantes fue el caso de un coro en Washington (USA) en el que 53 miembros de un coro de 61 personas se contagiaron del virus después de un ensayo. La investigación mostró que no pudieron haberse contagiado por gotas de saliva más pesadas, porque muchas de las personas contagiadas estaban lejos del paciente que inició el contagio. A la vez, descubrieron que el lugar no tenía ventilación, y que el canto es una actividad durante la cual liberamos muchísimos aerosoles. 

Características similares ocurrieron en otros lugares y llevaron a la conclusión de que el contagio se producía  por vía aérea; es decir, por aerosoles suspendidos en el aire. A partir de ese momento, comenzó a acumularse más evidencia de contagio por partículas suspendidas en el aire, tanto en humanos como en otros animales. La transmisión  de patógenos por aerosoles es también la principal vía de contagio en el Ébola, la influenza y la tuberculosis. En todos estas enfermedades, las partículas contagiosas emitidas durante la respiración permanecen en el aire con la capacidad de contagiar a personas sanas, aun manteniendo la distancia

¿Significa que no tenemos que lavarnos más las manos o desinfectar las superficies? ¡Claro que no! Las gotas más pesadas de saliva siguen haciendo de las suyas, y tenemos que seguir eliminándolas. Sin embargo, la principal vía de contagio del coronavirus es el aire. 

¿Y cómo podemos prevenir el contagio por el aire? Con distancia, barbijo y, sobre todo, ventilación.

Distancia, barbijo y ventilación

La palabra clave para saber si podemos contagiarnos de la enfermedad es “exposición”. La exposición es un cálculo que multiplica la concentración de virus en el aire por la cantidad de tiempo en el que estamos en contacto con él. Así, si estamos mucho tiempo en un lugar con poca carga viral, podemos contagiarnos; lo mismo si estamos poco tiempo en un lugar muy cargado de partículas del virus. La concentración depende de muchos factores como la emisión, el transporte, la dispersión, el depósito y el propio decaimiento del virus.

¿Para qué sirve el barbijo? Fundamentalmente, para emitir (y respirar) la menor cantidad posible de aeorosoles y gotas de saliva al aire. Se ha probado que los barbijos bien ajustados a la cara -tapando la boca y la nariz- ayudan a disminuir el riesgo de contagio. Aunque los que mejor filtran las partículas son los barbijos quirúrgicos, los barbijos caseros son muy útiles siempre y cuando tengan varias capas (al menos dos) de tela. Si son de friselina, tela simple, bordado simple o gasa, no sirven para nada.

La distancia también contribuye a que los aerosoles lleguen con menor carga viral, porque a medida que se alejan de su fuente (la persona contagiada) disminuye la cantidad de partículas de virus, que se dispersan por el ambiente. Un estudio reciente muestra que, cuanto mayor la distancia entre personas, menor es el riesgo de contagio; la recomendación general es mantener 2 metros siempre que sea posible.

Sin embargo, ni el barbijo ni la distancia son suficientes para evitar el contagio, porque los aerosoles quedan suspendidos en el aire en espacios cerrados mal ventilados, se dispersan en todo el espacio que los contiene y pueden durar horas. Y, lo que es peor, al estar solos o solas en un espacio cerrado tenemos una falsa sensación de seguridad, olvidando que el virus está en el aire.

La única manera de dispersar relativamente rápido esas partículas es con una adecuada renovación del aire o ventilación.

A ventilar, que se acaba el mundo

La comunidad científica internacional comenzó a promover fuertemente la recomendación de ventilar todos los ambientes, incluso antes de que la OMS lo hiciera. El principal promotor de la ventilación frente al COVID-19 es el doctor José Luis Jimenez, profesor de la Universidad de Boulder, Colorado, EE.UU, quien comparte con el mundo una guía de preguntas frecuentes sobre el tema que es realmente muy completa y clara (y se puede leer acá, aunque sólo en inglés). En Argentina varios especialistas como Andrea Pineda, Sandra Cordo, Jorge Aliaga, Natalia Rubinstein e investigadores de Rosario, entre otras personas, trabajan arduamente en promover la ventilación. 

¿Cómo ventilar adecuadamente? Es muy fácil:

  • Ventilar significa renovar el aire potencialmente contaminado con aire limpio del exterior. De esta manera, las partículas con el virus se mezclan con partículas no contaminadas, y la carga viral disminuye de manera significativa.
  • La ventilación natural consiste en abrir puertas y ventanas de manera cruzada, constante y distribuida, para lograr una mayor renovación de aire por periodo de tiempo. Lo que buscamos es que se genere corriente de aire, que genera el movimiento de las partículas suspendidas. ¿Cómo saber si está ventilando correctamente? Se te tienen que mover el pelo y los papeles.
  • La ventilación natural depende del espacio (volumen) en metros cúbicos a renovar, la cantidad de personas, la velocidad del viento de ese momento, y la cantidad y ubicación de aberturas. Por las dudas, mantené todo abierto todo el tiempo en escuelas, oficinas, negocios, transporte público, restaurantes, etc.
  • Si la ventilación natural no es posible (o efectiva) se pueden usar forzadores, que son mecanismos de recambio de aire como los que se emplean en las cocinas de los restaurantes o remediadores de aire con filtros HEPA, que tienen una altísima eficiencia para retener partículas y contaminantes muy pequeños.

Falsas creencias sobre la transmisión del virus

En todos estos meses, hemos aprendido mucho sobre la transmisión del virus. Sin embargo, todavía hay algunas falsas creencias que es necesario desmentir. Por ejemplo:

  • El virus se transmite más en invierno porque se replica más en el frío. Falso. La evidencia sugiere que vemos más contagios en invierno porque cerramos puertas y ventanas para evitar el frío y, en consecuencia, no ventilamos los ambientes. Aunque haga frío, necesitamos tener puertas y ventanas abiertas en las aulas, negocios, oficinas, transporte público, etc. Si por la actividad que se realiza o porque afuera llueve torrencialmente no es posible abrir al máximo, se pueden generar corrientes de aire abriendo al menos 5 cm en forma cruzada, es decir todas las ventanas/puertas del espacio.
  • El aire acondicionado es útil para ventilar los ambientes cerrados. Falso. Los aires acondicionados no tienen filtros adecuados ni recambian el aire de una habitación, sino que solamente enfrían y hacen circular el mismo aire del ambiente, cargados de aerosoles. En la segunda ola, los aires apagados y las ventanas abiertas.
  • Sólo me puedo contagiar si hay una persona con el virus cerca mío. Falso. Aunque la persona contagiada se vaya, las partículas con el virus quedan suspendidas en el aire en espacios cerrados como comercios, consultorios, salas de espera, etc. Por eso debemos mantener la ventilación y el barbijo todo el tiempo en los espacios compartidos, incluso si estamos solos.
  • Para limpiar el aire hay que tirar un poco de alcohol con un atomizador. Falso. La única manera es la correcta ventilación y recambio del aire del ambiente, ya sea por medios naturales (ventilación cruzada) o artificiales. ¡Además es económica!

Recomendaciones prácticas para la escuela, los comercios o las oficinas

Las investigaciones más recientes muestran que la reapertura de las escuelas, comercios y otros lugares de trabajo pueden generar aumentos de casos y mortalidad. Esto se ha observado en varios estudios publicados sobre Reino Unido e Israel, además de resultados preliminares de Italia. Por este motivo, es fundamental redoblar los esfuerzos para evitar, o disminuir al mínimo posible, los contagios en esos lugares.

La Red Argentina de Investigadorxs en Salud (RAIIS) publicó una guía práctica para ventilar las aulas que puede usarse para diversos tipos de ambientes. Es fundamental:

  • Abrir ventanas y/o puertas enfrentadas de forma cruzada, constante y distribuida.
  • Es más efectivo abrir un poco varias ventanas y puertas, que abrir mucho una sola abertura.
  • El barbijo debe usarse todo el tiempo que estemos en un espacio compartido, bien ajustado a la cara. No tienen que quedar huecos entre la piel y la tela, para evitar el ingreso/egreso de aerosoles.

¿Cómo saber si un espacio está bien ventilado? Cuando no es evidente (que se muevan los pelos, papeles o cortinas), la mejor manera es evaluar la acumulación de dióxido de carbono (CO2), un gas que sale de la boca cuando respiramos, hablamos, etc, al igual que los aerosoles, y que sirve como valor de referencia. Para un espacio interior, la cantidad de CO2 no debe superar las 700 ppm.

En nuestro país, existen pequeñas empresas, universidades y escuelas técnicas que están fabricando medidores de CO2 económicos, usando tutoriales y software de código libre. Podés consultar más información en la página web de Jorge Aliaga. Además, la Campaña Ventilar del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación tiene mucha información y recursos útiles para prevenir la transmisión del virus por aerosoles.

Ventilar se suma a las otras recomendaciones, no las reemplaza. Cada una reduce el riesgo de diversas formas de contagio. La distancia entre las personas es fundamental, porque en cercanía hay más acumulación de aerosoles que en distancia. La higiene de manos y superficies elimina gotas de mayor tamaño que pudieran haberse depositado. Pero la ventilación y la constante renovación del aire es la más importante de todas, puesto que sabemos que el aire es la principal vía de contagio.

Ya estamos navegando la segunda ola de contagios de COVID-19. Vamos a enfrentarla con todas las ventanas bien abiertas, y compartiendo información chequeada y de calidad, porque ahora sabemos bien que #VentilarFunciona.

 

Si querés estar mejor informado sobre la pandemia, entrá al Especial Coronavirus.

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Comentarios

  • marcelo29 de abril de 2021 a las 11:52 amventilar muy bien el uso de guantes de goma cuando se limpia y cuando voy a trabajar uso doble barbijo es mucho mas efectivo
  • Alberto Díaz Añel29 de abril de 2021 a las 12:20 pmNo es necesario que haya viento y se vuele el pelo para que el ambiente esté bien ventilado. Entiendo que si se vuela todo seguro se está en un ambiente bien aireado, pero también será ruidoso, molesto, y helado, es decir, difícil de sostener.  En la campaña Aireamos de España (y en otras) pusieron a punto la ventilación de aulas y vieron que con la apertura continua de solo 15 cm de ventanas y puertas cruzadas alcanza para renovar el aire 6 veces por hora (calculado y probado para un espacio de 100 m2 con unos 25 niños), que es lo que garantiza que el CO2 no trepe más allá de 700 ppm.
  • Alberto Díaz Añel29 de abril de 2021 a las 5:41 pmNo es necesario que haya viento y se vuele el pelo para que el ambiente esté bien ventilado. Entiendo que si se vuela todo seguro se está en un ambiente bien aireado, pero también será ruidoso, molesto, y helado, es decir, difícil de sostener. En la campaña Aireamos de España (y en otras) pusieron a punto la ventilación de aulas y vieron que con la apertura continua de solo 15 cm de ventanas y puertas cruzadas alcanza para renovar el aire 6 veces por hora (calculado y probado para un espacio de 100 m2 con unos 25 niños), que es lo que garantiza que el CO2 no trepe más allá de 700 ppm.

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