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La tercera generación de chequeadores ya llegó

Este artículo se copublica en los sitios web de Africa Check (en inglés y francés), Chequeado (en español) y Full Fact (en inglés).

Luego de otras elecciones difíciles, FactCheck.org, el proyecto original de chequeo de datos en los Estados Unidos, escribió: “Nunca vimos un chequeo de datos tan agresivo hecho por periodistas como el de estas elecciones. Desafortunadamente, como confirmó una encuesta del Annenberg Public Policy Center realizada luego de que se terminaran las elecciones, millones de votantes fueron engañados igual”.Eso fue en 2008.

En ese momento, ese artículo viró de lo que habría sido esta conclusión: “¿nos desanima que nuestros esfuerzos no pudieron prevenirlo?. Para nada. Si no lo hubiéramos intentado, habría sido peor”.

Debería haber sido desalentador, pero no sorpresivo. Y tampoco es llamativo que el mismo artículo se podría haber escrito en el año 2012 o 2016.

La sola idea que el chequeo de datos puede funcionar para corregir las creencias erróneas del público a una escala masiva no alcanza. A nadie debería sorprenderle que, aunque los chequeadores publican muchos chequeos, las personas aún creen cosas erróneas y los políticos todavía distorsionan la verdad. El chequeo de datos puede funcionar, pero no si esto es todo lo que hacemos.

Hoy en día, los chequeadores no cuentan con el alcance necesario para llevar el mensaje a todos los que deberían recibirlo. No hay ningún proyecto realista de nadie que financie los esfuerzos comunicacionales que se necesitarían para llegar a ese alcance. En época de elecciones, los chequeadores son superados 100 a 1 o más por los políticos u otros líderes.

Y no funciona así por la manera en que trabajan nuestros cerebros. Imaginá que llegás tarde a una fiesta donde las personas están discutiendo sobre política, y vos decís que tenés un doctorado en el tema del que están hablando y comenzás a corregir a todos. ¿Creés que estarían agradecidos?

Las campañas más efectivas de persuasión se enfocan en las emociones de la gente, no sólo en lo que piensan. Las organizaciones que toman partido están en una mejor posición para dirigir campañas de persuasión que los chequeadores.

Esto no significa que este enfoque del chequeo de datos no valga la pena. “Publicar y rezar” no es una crítica completamente justificada. Publicar chequeos tiene dos beneficios claros, tanto en la experiencia como en la investigación.

El primer beneficio es para el público al que sí alcanza, a quien informa y, la mayoría del tiempo, a quien corrige con éxito cuando es necesario. Ese público suele ser mucho mayor de lo que imaginás, ya que la búsqueda ayuda a lo chequeadores a llegar a millones de personas que no serían los lectores habituales y el trabajo con Facebook, que cada vez se expande más en el mundo, pone al chequeo de datos en la página de inicio de muchos de sus usuarios.

Cuando el chequeador es conocido y tiene fama de ser justo también puede tener un público influyente compuesto de otros periodistas y legisladores y líderes que usan su trabajo; así, el chequeador puede ayudar informando al debate, incluso si todos los afectados no lo leen de manera directa.

El segundo beneficio de publicar chequeos es para el público más amplio. Es lo que llamamos el efecto “ellos saben que nosotros chequeamos”. Vemos muchos individuos e instituciones que se sorprenden cuando se les pide que justifiquen los hechos detrás de sus afirmaciones y vemos gobiernos, medios de comunicación y grupos de presión haciendo cambios para evitar ser vulnerables a la crítica objetiva.

Las organizaciones de chequeo de datos de la primera generación intentaron chequear usando solo este modelo de periodismo puro. Muchas todavía lo hacen. Para nosotros, los beneficios son reales, pero insuficientes.

El chequeo de la primera generación cumple un rol dentro de un conjunto de tácticas en una organización de chequeo de datos o como parte de la oferta de medios de comunicación importantes que puede incluir la responsabilidad del chequeo en entrevistas populares o acercar los chequeos a un público mayor. Acá es donde siempre ha pertenecido, al corazón del buen periodismo. Los chequeadores independientes pueden llevarse algo de crédito por inspirar una renovación de interés en el chequeo de datos en los medios populares.

Pero, según nuestro punto de vista, si queremos una mejor respuesta que “si no lo hubiéramos intentado, habría sido peor”, las organizaciones de chequeo de datos independientes tienen que hacer más que sólo publicar chequeos.

Algunos chequeadores ya hemos avanzado. Los que vinieron después de FactCheck.org aprendieron de su evaluación abierta y de su experiencia e introdujeron modelos más efectivos para manejar la desinformación. Llamamos a esto el chequeo de datos de la segunda generación.

Los chequeadores de la segunda generación, como Africa Check, Chequeado y Full Fact, hacen más que solo publicar chequeos. Nos enfocamos en lo que cambiamos, no sólo en a quiénes llegamos. Nuestro trabajo se basa en el poder y en la responsabilidad.
Lo que eso significa varía en cada lugar. Se requiere de creatividad y de una delicada comprensión del contexto de la política y de los medios para ver qué es posible. Pero mucha de la lógica es la misma, aun si los detalles en los distintos países varían.

Primero, dejamos de publicar únicamente para comenzar a “publicar y actuar”. Buscamos corregir de manera oficial, presionamos a las personas para que no cometan el mismo error dos veces, nos quejamos ante organismos cuando es posible. En otras palabras, usamos cualquier tipo de presión moral, pública o, de ser apropiada, reguladora que esté disponible para evitar la difusión de determinadas partes de la desinformación.

En segundo lugar, reconocemos que nuestro chequeo ofrece una base de evidencia única que nos da un conocimiento importante sobre las fuentes y la difusión de las afirmaciones engañosas en la esfera pública.

Los chequeadores hacen el trabajo preliminar de entender los problemas de la desinformación de una manera única. Transformamos esto en información lista para la toma de decisiones para potenciar nuestro propio trabajo, a otros en la sociedad civil y a plataformas, reguladores, legisladores y otros con el poder para combatir la información distorsionada.

En tercer lugar, trabajamos para que el sistema cambie. Con la evidencia de nuestros chequeos, identificamos patrones y causas en común, puntos en donde podemos intervenir para reducir significativamente tipos o fuentes particulares de desinformación. El patrón puede ser alguien que publica, un lugar donde se publica, un tema en particular en donde se maneja mucha información falsa o algo más. Nuestras intervenciones pueden variar: desde educar a niños o adultos hasta incidir por cambios en la política.

Por último, la cultura. Tratamos de crear instituciones en diferentes sociedades que ayuden a anclar el debate público a la realidad y que desafíen la aceptación casual de comportamientos engañosos y falaces. Esta es una tarea a largo plazo: implica ganarse una reputación de confianza y credibilidad y no sólo llamar la atención. Necesita que los donantes piensen a largo plazo, al igual que los chequeadores.

No alcanza con tener un enfoque efectivo si se hace mal. La sola descripción en papel esconde la complejidad de hacer esto en la práctica, los experimentos y las fallas y el aprendizaje que nos trajo a donde estamos. Todavía tenemos mucho que aprender, por eso ahora estamos invirtiendo más sistemáticamente que nunca en investigación para basar ese conocimiento en la mejor evidencia disponible sobre los diferentes aspectos de nuestro trabajo y los ambientes en los que nos movemos. Sabemos que nunca vamos a frenar por completo la desinformación, pero podemos intentar reducir el daño que causa.

Hay un viejo dicho entre los activistas: educar, agitar, organizar. Los chequeadores se han concentrado en la educación por mucho tiempo. En el futuro será nuestro trabajo agitar a nuestros lectores habituales y organizar para desafiar a aquellas personas y organizaciones poderosas que proveen y promueven la desinformación sin tomar ningún tipo de responsabilidad.
En Chequeado estamos trabajando en este enfoque de la segunda generación desde que comenzamos, inspirados por ese artículo honesto de FactCheck.org que escribieron después de las elecciones.

Desarrollamos el primer modelo colaborativo de chequeo de datos en vivo en 2013 y ahora muchas otras organizaciones lo imitan; creamos el primer Programa de Educación para enseñar a los jóvenes a “pensar de manera crítica”; creamos en 2014 #LatamChequea, una red regional de chequeadores; logramos que la oficina del Presidente provea con antelación todas las fuentes del discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso en 2018 y 2019. Tuvimos triunfos y fracasos y todavía nos queda mucho por aprender.

En Full Fact hicimos nuestros primeros pedidos de correcciones en el año 2010; empezamos a trabajar en la política de desinformación en el Reino Unido en 2011 y con las autoridades para mejorar las estadísticas oficiales en el Reino Unido en 2012.

En Africa Check contactamos a partidos políticos y grupos de campañas para cambiar la manera en que se comunica en Sudáfrica; estamos acercando al ministerio de salud, los profesionales de la salud y los grupos que trabajan en las comunidades en Nigeria para enfrentar la desinformación y estamos desarrollando un plan de estudios de chequeo de datos para las escuelas en todo el continente.
Juntos, hemos demostrado que este enfoque que va más allá de sólo publicar los chequeos puede funcionar en todo el mundo, aunque no sea exactamente el mismo en todos lados.

Los chequeadores no pueden darse el lujo de estancarse en el modelo de la primera generación porque ya podemos ver que hasta los modelos de la segunda generación no alcanzan. El chequeo de datos de la tercera generación debe trabajar con todas estas cosas, pero también funcionar a la escala de internet, colaborar masivamente y trabajar a través de todas las fronteras internacionales. Ya hemos visto algunos de los primeros resultados que nos acercan a esta tercera generación. El trabajo de los chequeadores es demasiado importante como para arriesgarnos a quedarnos atrás.

Nos encantaría hablar con otros chequeadores sobre cómo podemos tener todos un mayor impacto.

Crédito foto Global Fact 6 Sudáfrica: @Farhadist

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